140 millones de ratones corriendo por las calles de su ciudad, una plaga que ni el mismo flautista de Hameling podría conducir. De hecho, estoy seguro que en el cuento no guió a más del 5,5% de ese total.
Greenpeace usó esa analogía para introducir en la mente de cualquier persona en Chile y en el mundo las consecuencias depredadoras que, según dicen, tendrían los salmones escapados luego del temporal de “viento puelche” que afectó las instalaciones de Marine Harvest.
Una frase efectista, vendedora, que evoca una emoción de asco, molestia y rabia, una pura frase que permite al lector mover la cabeza en señal de reprobación antes de cambiar la hoja o pasar al siguiente tweet. Ya está, uno más para la causa.
En el mundo de la verdad desechable que compite en un número limitado de caracteres, no se le puede exigir rigurosidad al lector y desde ahí se entienden las elocuencias de Greenpeace. Además, hacen su pega de ambientalismo “marketero” y hay que reconocer que la hacen bien.
Convengamos que investigar la causa raíz del evento, determinar sus impactos, sancionar las responsabilidades y modificar las conductas en el marco de una institucionalidad equilibrada es como hemos acordado convivir. Sin embargo, hay quienes tienen un rol determinante en la construcción de la sustentabilidad ambiental, social y económica a través del cambio cultural, del conocimiento y la regulación que parecen dejarse llevar por la música de este flautista.
¿Será que su música suena más fuerte que la nuestra? O simplemente será que eligen mejor la melodía.
Mientras lo resolvemos, las generalizaciones y reduccionismos sobre las externalidades de la industria seguirán su competencia en redes sociales, televisión y diarios. Y será usted quien realizará su propio juicio de valor a partir de la propaganda o del análisis concienzudo de la realidad.