Disparo en el pie

Jul 28, 2018

Carlos Odebret (Consultor en Conecta SpA) Uno de cada cuatro hogares de la región salmonera es pobre, un 20% más que el año 2015. La región de Los Lagos pese a ser una de las regiones con menor tasa de desocupación del país, es la segunda región más pobre de Chile según la reciente encuesta CASEN. […]


Carlos Odebret (Consultor en Conecta SpA)

Uno de cada cuatro hogares de la región salmonera es pobre, un 20% más que el año 2015. La región de Los Lagos pese a ser una de las regiones con menor tasa de desocupación del país, es la segunda región más pobre de Chile según la reciente encuesta CASEN.

Si bien es cierto, en el pasado ser pobre era andar descalzo, pasar hambre y tener frío, hoy, gracias al acceso al endeudamiento y al precio de los bienes, una familia puede tener un TV HD, comer en McDonald’s, calzar Nike y seguir siendo pobre.

En el 2018 el paradigma de ser pobre consiste sufrir carencias en dimensiones como salud, educación, vivienda, cohesión social, trabajo y seguridad social. Y en varias de ellas, la región de Los Lagos es líder en pobreza.

En disponibilidad de servicios básicos, los peores de Chile, casi dos de cada diez hogares de la región no tiene WC o llave de agua dentro de la casa.

En seguridad social, uno de cada tres trabajadores de la región no cotiza en el sistema de previsión, es decir, es trabajador por cuenta propia o independiente, por lo que en materia de inseguridad social la región tiene medalla de oro.

¿Lo miramos más  cerca? en comunas salmoneras como Calbuco, Quellón y Hualaihue la escolaridad de personas mayores de 19 años no supera los 9 años en promedio y solo uno de cada diez alumnos alcanza la educación superior. A modo de contraste local, los habitantes de Puerto Varas tienen 11 años de formación y cuatro de cada diez llega a la educación superior. Mientras que en Vitacura los mayores de 19 años tienen 15 años de educación y ocho de cada diez estudiantes de esa comuna ingresan a la educación superior, todo un ecosistema para el desarrollo.

Hay que darle a cada uno lo suyo. Convengamos que sin el empleo y la actividad empresarial generada por el sector salmonero la situación sería dramática, sin embargo, no se puede evadir la discusión que en el mediano plazo podríamos tocar el techo de la productividad a raíz de estos deficientes indicadores sociales los que, finalmente, reflejan la triste realidad que tenemos un capital humano que no posee las condiciones básicas para agregar valor en el futuro.

Mientras seguimos contemplando la inmortalidad del cangrejo, en el fondo, la región crece en su brecha de capital humano. Hablo de hogares que cargan con problemas crecientes de obesidad en los niños, alcoholismo, servicios básicos deficientes, baja adscripción al sistema de salud y niveles de escolaridad paupérrimos, quienes difícilmente podrán competir en los tiempos de la biotecnología, robótica e inteligencia artificial. La conclusión es obvia, las empresas se adaptarán de alguna forma, posiblemente a un costo muy alto, mientras las personas de la región quedarán fuera de la revolución tecnológica y se reconvertirán también, pero a un costo muy alto.

Hagamos algo, no hacerlo, es dispararse en ambos pies.

 

Carlos Odebret

Presidente de la Asociación de Salmonicultores de Magallanes.

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