La acuicultura y su rol en la demanda de pescado

Abr 8, 2015

Con una población mundial creciente, la demanda de pescado y productos pesqueros aumentará aún considerando que el consumo promedio per cápita mundial se mantenga cercano a los 20 kilogramos al año (FAO, 2015). La acuicultura hoy provee uno de cada dos de estos pescados que se consumen y se espera que proveerá el pescado necesario […]

Con una población mundial creciente, la demanda de pescado y productos pesqueros aumentará aún considerando que el consumo promedio per cápita mundial se mantenga cercano a los 20 kilogramos al año (FAO, 2015). La acuicultura hoy provee uno de cada dos de estos pescados que se consumen y se espera que proveerá el pescado necesario para abordar la demanda futura.

Pero, a pesar de que diversos estudios científicos han confirmado los beneficios para la salud, el consumo de pescado no es homogéneo en el mundo y en muchos países donde la nutrición comienza a ser un problema, como en América Latina que tiene un creciente índice de obesidad, la ingesta de proteínas marinas no supera los 10 kg per cápita año.

La acuicultura, y especialmente la salmonicultura y la mitilicultura en Chile, han abierto una oportunidad relevante al generar interés por parte de los potenciales consumidores por este tipo de alimento.

Si bien el salmón cultivado representa solo una pequeña proporción de los cultivos a nivel global, ha pasado a ser una especie emblemática, conjuntamente con el camarón y más recientemente acompañado por la tilapia y el pangasisus de Vietnam. Los consumidores del mundo perciben más frecuentemente estos productos en los mercados y en la oferta alimenticia. Sin embargo a menudo información alarmante sobre que estos sistemas de cultivo generan polución, riesgos ambientales y sanitarios, opacan el potencial de estos productos en una dieta mejorada y más saludable para el hombre moderno. En ocasiones, esta información alarmista se desarrolla entorno a ideas equívocas y exageradas.

Por ello, la acuicultura tiene la responsabilidad de ser genuinamente sustentable para poder aportar una alimentación nutritiva a nivel global pero, además, debe mostrar estos avances en un sistema de comunicaciones transparente y asequible a todos los consumidores.

Todos los alimentos que consumimos tienen un costo ambiental. Si bien existe una tendencia –especialmente en los países desarrollados– de examinar este costo adicional, no todas las naciones del mundo se pueden dar este lujo puesto que el alimento mínimo para sobrevivir es lo primero.

De todas formas, no debemos olvidar que, por ejemplo, las verduras y frutas que consumimos se cultivan en áreas que antes tenían bosque o vegetación nativa y que la agricultura ha transformado el planeta para alimentar al hombre. De hecho, numerosas evaluaciones comparativas del impacto de la salmonicultura sobre servicios ecosistémicos o uso de recursos, entre otros, revela que su impacto es comparativamente menor que aquellos de otras proteínas animales y que se han hecho esfuerzos significativos en la reducción del factor de conversión del alimento, lo cual disminuye la huella ambiental.

Todas estas razones, sin embargo, no liberan a la industria de la responsabilidad de hacer todos los esfuerzos para ser verdaderamente sustentable y poner esta meta como un desafío de mediano y largo plazo.

Doris Soto

Oficial senior del Servicio de Acuicultura del Departamento de Pesquerías y Acuicultura de la FAO

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