Magia Política

Abr 16, 2019

"Lamentablemente la sociedad no se ordena con realismo mágico, pues aparentemente en ese lugar donde todo se comparte, no sirve el modelo de poner una cerca para separar ‘tu espacio del mío’ y menos si se entiende como una solución permanente", sostiene Carlos Odebret.

El exgerente general de la Asociación de la Industria del Salmón de Chile A.G. (SalmonChile) y socio – consultor de Conecta SpA, Carlos Odebret, escribió una columna titulada “Magia Política” en la cual sostiene que el “aumento en la frecuencia de los conflictos sobre el borde costero ha puesto sobre la mesa que políticas desde el Estado no alcanzan para responder la permanente develación de intereses sobre su uso y la débil gobernanza sobre la que se apoya solo sirve para apagar un incendio tras otro dejando atrás, ocultos, sus costos”.

A continuación la reproducimos íntegramente:

“La débil institucionalidad del borde costero, el ADN de bombero de sus funcionarios y participantes privados, los precarios acuerdos sociales, las resoluciones despachadas casi una década después de ocurrir su necesidad y las políticas sin presupuestos y presupuestos sin políticas, hoy dejan el camino libre para la peligrosa introducción del falso dilema de los buenos versus los malos; los que defienden y los que destruyen. No se trata de la trama Noruega y el poderoso lobby de sus reyes, tampoco de terrorismo ambiental de ONG’s anti imperialistas, ni de un empresariado voraz e insensible. Se trata de magia. Acaso ¿no resulta mágico pensar que poner un polígono en el mar, achurar un área en el mapa o pintar de verde una zona resuelve, así en el acto, el problema de usos del borde costero?

El Gobierno del Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle lo preveía al publicar en 1994 “La Política Nacional de Uso del Borde Costero”, cuando aún no se cumplía el primer año de mandato. Era evidente, si bien debía potenciarse el desarrollo económico (que tanta falta le hacía a Chile), también era una responsabilidad con la humanidad la conservación de ciertas zonas. Y así comenzó la magia.

Ocho años después la región de Aysén fue el laboratorio por sus muchas áreas prístinas, poca actividad económica, baja población litoral. Luego de dos años y muchísimos litros de café y kilos de galletas, con una alta participación pública y privada, la Comisión de Uso del Borde Costero (CRUBC) declaró al borde costero de Aysén como “ordenado”.  Y ¡bualá! Bajo la firma de la intendenta Moreno se construyó una idealizada realidad de usos múltiples y preferentes.

Con magia unos años más tarde, el 2008, luego de una negociación de más de doscientos años, las comunidades mapuche-lafquenches que reclamaban la protección y derecho de sus territorios podrían tener, ahora sí, espacios marinos protegidos para sus pueblos sobre el borde costero.

Por esa misma fecha, la salmonicultura era diezmada por el virus ISA. Se diagnosticó que una de las razones por las que se propagó la enfermedad era que las concesiones estaban muy juntas entre sí, entonces una buena idea fue distanciarlas y de paso, darles preferencia para que salgan de las zonas declaradas de conservación, tal como parques y reservas. ¡Abrakadrabra! De toda lógica, con este acto, sería muy raro que las enfermedades viajaran de un centro de salmones a otro y podría resolverse la incompatibilidad entre conservación y producción intensiva.

Para hacerlo distinto esta vez, en 2010 se congeló el otorgamiento de concesiones en Magallanes para planificar el enorme borde costero regional. Es más, de manera colaborativa, entre más de 200 participantes, se acordó equilibrar los distintos intereses. Ocus Pocus, se descontaron cientos de miles de hectáreas para la acuicultura producto de esta negociación y se decretaron zonas exclusivas para algunos y preferentes para otros, un buen acuerdo aprobado por la CRUBC, por lo que la probabilidad de conflictos en el borde costero magallánico sería mínima.

Sabemos que la magia no dura para siempre, las protestas en Aysén impulsadas por líderes de la pesca artesanal, los reclamos de las comunidades indígenas sobre extensos plazos para acceder a una ECMPO (Espacio Costero Marino para Pueblos Originarios), el ineficaz proceso de relocalización de concesiones de salmones, los movimientos en Cobquecura (región del Biobío) para impedir la llegada de las salmonicultoras, la compleja definición de los caladeros de pesca y las demandas por parte de la comunidad de Puerto Williams (región de Magallanes y de la Antártica Chilena) de proteger la reserva de la biosfera, han puesto a la luz las grietas de un sistema sostenido con la expectativa mágica que lo estático domina sobre un sistema social-ambiental esencialmente dinámico y caótico.

¿No resulta mágico? Se dibujan figuras y colores en el mapa, se firman actas y resoluciones y de pronto, se entiende que buena parte de los conflictos tienen soluciones o caminos para ello.

Pero no. Lamentablemente la sociedad no se ordena con realismo mágico, pues aparentemente en ese lugar donde todo se comparte, no sirve el modelo de poner una cerca para separar ‘tu espacio del mío’ y menos si se entiende como una solución permanente. El aumento en la frecuencia de los conflictos sobre el borde costero ha puesto sobre la mesa que políticas desde el Estado no alcanzan para responder la permanente develación de intereses sobre su uso y la débil gobernanza sobre la que se apoya solo sirve para apagar un incendio tras otro dejando atrás, ocultos, sus costos.

Por ello, el principal enemigo del equilibrio económico, social y ambiental sostenible es la creación de políticas públicas basadas en el rating que es un destructor del entendimiento social. El uso de fake news, de campañas publicitarias para disponer de culpables y los discursos populares solo favorecen la vacía competencia política de enarbolar la bandera que mayor rédito entrega para mantener el poder.

El camino difícil es la discusión sobre cómo se construyen las bases de la confianza y su permanencia para replantear la gobernanza y reglas de uso a través de reformas graduales, sostenibles y sustantivas al modelo, con el fin de dar soporte al complejo sistema de convivir compartiendo la escasez del borde costero. Dar un paso en esta dirección en el actual escenario será un verdadero acto de magia”.

Carlos Odebret

Presidente de la Asociación de Salmonicultores de Magallanes.

REVISTA DIGITAL

[latest_journal_single_iframe]
Temas relacionados