La norteamericana Cargill es una de las compañías más grandes del mundo. Solo para hacerse una idea, en 2016 vendió más de US$120 billones y dio empleo a cerca de 150.000 personas en los cinco continentes. No por nada dicen que, cada día, «la mayoría de los estadounidenses comen algún alimento que ha sido tocado de una u otra forma por Cargill».

Y si bien la compañía con más de 150 años de existencia comenzó su participación en el sector alimenticio a través de la agricultura, con el tiempo ha ido ampliando su radio de acción a cinco áreas: Ingredientes alimenticios y bioindustriales; Nutrición animal; Proteínas y sales; Cadena de suministro agrícola; y Metales y transporte marítimo.

Específicamente en el área de Nutrición animal, la compañía tiene 120 años de experiencia, opera en 40 países y sus operaciones están compuestas por seis secciones: acuicultura, lácteos, cerdos, vacunos, aves y aditivos alimenticios.

Dan Burke es el global group leader del área de Nutrición animal, la que se vio potenciada en 2015 luego de que Cargill comprara a EWOS por US$1.350 millones. No está demás decir que, tras la adquisición, Cargill sumó a sus filas a 1.000 empleados que se desempeñan en las siete plantas que la elaboradora de alimento tiene en Noruega (3), Chile (1), Canadá (1), Escocia (1) y Vietnam (1) y cuya producción global llega a los 1,2 millón de toneladas de alimento para especies acuícolas. El negocio también consideró la adquisición de dos modernos centros de Investigación y Desarrollo (I+D) ubicados en Noruega y Chile.

Durante una reciente visita a Chile, con motivo de la realización de la Cargill Expedition, AQUA conversó con Burke sobre su visión respecto de la acuicultura.

¿Cuán importante es la industria acuícola para Cargill?

Nosotros comenzamos en acuicultura entregando alimento para especies de aguas cálidas en Asia, como camarón y tilapia. Respecto de la industria del salmón, que es una de las más importantes en términos de valor, se aprecia mucho más madura que otras, aunque también con sus desafíos.

La visión de Cargill es apreciar las cosas en las que podemos aprender y en las que podemos aportar. En lo particular, esto ha sido un aprendizaje muy bueno para mí porque mi experiencia se basaba más en las industrias de pollos y cerdos.

La cosa más interesante es la diferencia que existe en términos de enfermedades y situaciones que realmente pueden impactar a la industria. Al cultivar en el mar, no existen barreras que permitan mantener a raya a estos desafíos, lo que hace más complicada la producción. Entonces, cuando ingresa una enfermedad a un centro de cultivo, los impactos son más largos y profundos. También tenemos el caso de los blooms de algas, que han golpeado muy fuertemente a la industria.

Estimo que todo esto lo iremos superando, y como adelanté, en Cargill realmente creemos en la industria acuícola y su futuro.

En la Cargill Expedition se dijo que uno de los principales desafíos que enfrenta la industria del salmón es contar de mejor forma su historia a los grupos de interés…

Los desafíos que tenemos con los medios y las ONG es la percepción que ellos tienen y entregan respecto de la actividad. Por ejemplo, hace poco estuve con unos amigos y ellos hablaban de que preferían comer salmón salvaje por sobre el de cultivo. Yo les pregunté ¿por qué? Ellos respondieron por las cosas con que alimentan a los peces. Entonces, creo que hay un gran potencial en educar a los consumidores y, especialmente, a los de Estados Unidos, porque allí queda un gran trecho por crecer.

Creo que, como Cargill, podemos apoyar a mejorar la imagen de los alimentos y aumentar el consumo.

En ese sentido, ¿qué puede hacer Cargill para apoyar a los acuicultores?

Estamos explorando diferentes iniciativas para desarrollar en relación con los consumidores. Por ejemplo, nosotros estamos involucrados en el negocio de las carnes rojas, cerdos, pavos y pollos, que alimentan a gran parte de la población y donde ayudamos a través del suministro de ingredientes e insumos sustentables.

En otros lugares del planeta tienen certificados de trazabilidad o sustentabilidad, pero las personas no confían mucho en ellos. Por otra parte, tanto los productores como sus clientes confían y creen en lo que hacemos. Entonces, por esta vía podemos ayudar en la credibilidad de la calidad de los alimentos.