Abordan los avances del programa «Salmón Magallánico»
A la fecha, en la región de Magallanes y de la Antártica Chilena se han certificado más de 20 centros de cultivo como «libres de antimicrobianos».

A fines del año pasado, Nova Austral, Salmones Magallanes, Cermaq, Multiexport Foods y Blumar (BluRiver), en conjunto con la Asociación de Productores de Salmón y Trucha de Magallanes A.G. (APSTM), anunciaron su unión a través del programa «Salmón Magallánico» con el objetivo de desarrollar una agenda de trabajo comprometida con el resguardo ambiental, social, productivo y sanitario.
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La iniciativa, coordinada por la consultora Conecta, cuenta con el apoyo de Cargill y Elanco, y precisamente esta última fue la que aprovechó la denominada «Semana AquaSur« para organizar durante la tarde de este jueves 18 de octubre en la ciudad de Puerto Varas, región de Los Lagos, el seminario titulado «Industria del salmón de Magallanes avanza en sustentabilidad».
En la instancia, que contó con la participación de ejecutivos de las compañías que operan en la austral región, la timonel del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca), Alicia Gallardo, destacó la articulación que ha tenido este programa con el «Plan Magallanes» que emitió el servicio público el año pasado.
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Esto ha permitido, según sus palabras, mantener a raya el uso de antibióticos y poder certificar a la fecha un total de 23 centros de cultivo como «libres de antimicrobianos». «Es lo que hemos denominado como la «Calidad Magallanes», la misma que estamos impulsando en el resto de las regiones productoras», subrayó la directora nacional del Sernapesca.
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Si bien el avance ha sido notable en tan poco tiempo, la representante del organismo fiscalizador enfatizó que los desafíos continúan siendo variados, como el afinar los planes de contingencia de mortalidades masivas, potenciar la evaluación continua de riesgos y mejorar aún más las buenas prácticas en el uso de antibióticos, especialmente en el combate de la enfermedad bacteriana del riñón o renibacteriosis (BKD, por su sigla en inglés). En esta línea, ejemplificó que se debe tener siempre presente que «un plan de contingencia es también una medida de bioseguridad; que la transparencia y entrega de información beneficia a todos, y que las comunidades no son entes externos a la industria». En definitiva, puntualizó, «para así demostrar y garantizar que el salmón magallánico es de excelente calidad».
Por parte de los privados, el vicepresidente de la APSTM, Óscar Garay, entregó una serie de datos para conocer la actualidad productiva de la industria del salmón en Magallanes. Detalló que se encuentran 130 concesiones otorgadas en una superficie total de 1.900 hectáreas; de las 284 solicitudes, 153 ya fueron rechazadas, quedando 131 en carrera -a lo más se entregarían 30 en el mediano plazo-; las instalaciones en operación son 38 centros de cultivo, tres pisciculturas (todas de recirculación) y cuatro plantas de proceso; el 85% de las cosechas corresponden a salmón Atlántico (Salmo salar) y el 15% restante a trucha arcoíris (Oncorhynchus mykiss); 3.000 empleos directos y 2.000 indirectos; y mortalidades inferiores al 11% (la referencia de la industria nacional es del 15%).
Sobre el detalle de la producción regional, Garay precisó que en 2016 fueron 66.000 toneladas (t), 96.000 en 2017 y 88.000 t para este año. Mientras que la proyección para el venidero y 2020 son 100.000 t y 121.000 t, respectivamente.
«Nos parece que esa cifra (para 2020) es muy positiva, puesto que no queremos crecimientos desmedidos que pudieran llegar a afectar nuestras condiciones sanitarias», argumentó el representante gremial, añadiendo que en términos de empleo se pudieran sumar 1.000 trabajadores dentro de los próximos dos años.
Más adelante, Garay, quien a su vez es gerente de Farming de Salmones Magallanes, destacó que las ventajas de cultivar salmónidos en la región radican principalmente en que hay muy poco cáligus (piojo de mar), baja productividad primaria, una alta calidad del agua (O2), menos enfermedades, mayor distancia entre los centros, un fotoperiodo natural en los meses de verano y mejor zonificación. Mientras que en las desventajas, enumeró -entre otras cosas- la carencia de proveedores, mayores costos de producción, deficiente infraestructura vial, desconocimiento de la actividad y reglas distintas en relación con las otras regiones salmonicultoras.
Teniendo ambas caras de la moneda sobre la mesa, concluyó que los principales desafíos están «en mantener y mejorar nuestro estatus sanitario; fortalecer el relacionamiento comunitario y laboral, en que debemos interiorizar que incluso nuestros trabajadores son parte de las comunidades; fomentar la percepción positiva de la industria en términos sociales y ambientales, potenciar la logística y ayudar a destrabar la competencia por el uso de la conservación del territorio».
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