Salmón transgénico llegaría este año al mercado estadounidense
El pescado de AquaBounty es el primer animal de bioingeniería del mundo aprobado para consumo humano.

Dentro de una hilera de edificios en la pequeña ciudad de Albany, en el noreste de Indiana, Estados Unidos, aproximadamente a 1.000 kilómetros de la costa más cercana, el salmón Atlántico (Salmo salar) transgénico está creciendo en tanques de fibra de vidrio.
Solo en los últimos cinco años ha sido posible cultivar miles de peces lejos de la costa sin contaminar millones de galones de agua dulce, destacó IEEE Spectrum, añadiendo que la tecnología llamada sistemas de recirculación de acuicultura (RAS, por su sigla en inglés) ahora permite que las pisciculturas reutilicen hasta el 99 por ciento del agua que usan. Y la última generación de estos sistemas ayudará a una empresa de biotecnología a llevar su pescado a los clientes de Estados Unidos por primera vez durante este año.
Para AquaBounty, propietaria y operadora de las instalaciones de Indiana, esta tecnología no podría haber llegado en mejor momento. Durante décadas, la compañía ha intentado introducir un salmón transgénico que vende bajo la marca AquAdvantage en el mercado estadounidense. En esta búsqueda, AquaBounty ha perdido entre US$100 y US$115 millones (hasta ahora).
En los últimos meses de 2020, la compañía cosecharía su primer salmón cultivado en Estados Unidos y destinado a la venta en el mismo país norteamericano.
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Gracias a las modificaciones que implicaron empalmar material genético en su salmón de otras dos especies de peces, estos salmones crecen el doble de rápido y necesitan un 25 por ciento menos de alimentos para alcanzar el mismo peso que los ejemplares producidos en centros de cultivo en mar.
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Dado que el salmón AquAdvantage se modifica genéticamente, la compañía ha tomado precauciones especiales para reducir las probabilidades de que estos peces puedan reproducirse en la naturaleza. Producir todo el salmón en tierra, lejos de las poblaciones silvestres, es clave para esa ecuación. Y esa estrategia no sería posible sin los sistemas modernos de recirculación.
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