De ISA en salmones a covid-19 en humanos: Similitudes y lecciones

Abr 19, 2020

Cuando en el 2007 – junto con el director general debimos declarar el primer caso de ISA que nos afectó en Marine Harvest Chile (actual Mowi)- lo hicimos bajo la convicción de que la transparencia, a pesar del impacto que tendría la noticia, era fundamental para la adopción de medidas profundas y oportunas. Vivimos y […]

Cuando en el 2007 – junto con el director general debimos declarar el primer caso de ISA que nos afectó en Marine Harvest Chile (actual Mowi)- lo hicimos bajo la convicción de que la transparencia, a pesar del impacto que tendría la noticia, era fundamental para la adopción de medidas profundas y oportunas. Vivimos y sufrimos las suspicacias y la especulación, que tampoco han estado ausentes en el COVID19 respecto del origen de la epidemia. Al igual que hoy sucede con el SARS-CoV-2 (virus causante de COVID19), el momento y lugar de origen del Isavirus (virus causante de la Anemia infecciosa del salmón -ISA), fue también motivo de diferencias. En efecto, hoy ya se menciona que el origen pudo ser mucho antes que su aparición en Wuhan y probablemente en otro lugar de China, así como en Chile hubo estudios que indicaron que el posible ingreso del Isavirus podía estimarse en el 2044 y no en el 2007, cuando la enfermedad se hizo evidente. A la complejidad de la detección oportuna se suma una eventual falta de transparencia para reportar manifestaciones clínicas que indican una enfermedad infecciosa grave.

En otra similitud, al comienzo de ambas epidemias ha habido diversos actores que han bajado el perfil a la enfermedad, desestimando la magnitud de sus efectos, viendo lo que quieren ver y no lo que la evidencia científica advierte. En ambos casos, ha habido más interés en las fases tempranas, en buscar culpables y cuestionar las medidas que se proponen, que en contribuir con soluciones que impidan el avance del patógeno. A pesar de ello, en el caso de ISA, en relativamente corto plazo se logró finalmente avanzar en un esfuerzo conjunto público – privado, que fue clave para acordar medidas que condujeran a detener, o al menos a aminorar, la velocidad de expansión. Se aprendió que la transparencia era crucial para superar la crisis, así como efectuar tantos testeos como se pudiera, para tener claridad de la distribución y dinámica del patógeno. De a poco, se fue logrando este objetivo fundamental, y los que se demoraron en entenderlo, lo pagaron más caro.

En el ISA, se debió desarrollar capacidad local para la identificación y caracterización del patógeno y las diferentes cepas, algunas patogénicas y otras no, en un esfuerzo de I+D extraordinario que, entre otras cosas, hoy permite que los laboratorios de la industria puedan ofrecer una potente capacidad de apoyo en la aplicación de análisis del COVID 19. Asimismo, con respaldo de CORFO se estimuló la generación de proyectos orientados a diseñar e instalar soluciones para aminorar los impactos y controlar la epidemia. Crecieron así empresas de bioseguridad y otras de logística y transporte que generaron más control sobre la dispersión del virus, entre otras.

De entre todas las medidas consensuadas, la generación de barrios fue muy importante para el aislamiento oportuno de brotes epidémicos causados por el Isavirus. Aunque no fue todo lo exitosa que se podía esperar, dado que el diseño de los barrios no aseguró una separación efectiva, ayudó a aminorar la tasa de contagio, que era el gran objetivo, para no saturar los sistemas de cosecha y procesamiento, en cierta medida, una situación análoga del cuidado que hoy se pone para no saturar el sistema de salud de urgencia.

Poco a poco se fueron descubriendo más cepas asociadas al Isavirus causante de la enfermedad, constituyendo una suerte de cluster en el que, bajo ciertas condiciones predominaba una u otra. Todo sugería que el hacinamiento y la condición de peces débiles favorecían el disparo de las cepas oportunistas y virulentas que terminaban por afectar centros completos de cultivo de salmones. Es esperable que a partir del SARS-CoV-2 se encuentren otras variedades, como ya se investiga en Chile, y que tengan distintos grados de patogenicidad.

También en durante el ISA, se debatió sobre la drasticidad de las medidas a adoptar al detectarse casos positivos, llegándose a medidas cada vez más estrictas que finalmente permitieron reducir la carga biológica en los centros y aumentar así la distancia física entre centros de cultivo en un barrio determinado, lo que equivaldría a la distancia “social”, que hoy se intenta con el coronavirus. Por otro lado, rápidamente se inició también una impetuosa carrera por desarrollar vacunas contra el Virus ISA, y si bien las primeras no lograron la efectividad esperada, marcaron un rumbo a los esfuerzos subsecuentes que si fueron logrando mayores tasas de éxito.

Pero lo más importante es que la industria hizo cambios sustanciales en su modelo de producción. Se adoptaron prácticas que desde hacía tiempo se consideraban necesarias y que el ISA no hizo más que hacerlas urgentes. El establecimiento de barrios y macrozonas de resguardo sanitario, la reducción de las densidades, las fuertes medidas de bioseguridad, el chequeo regular de la presencia del virus en los centros de cultivo, y la transparencia y la colaboración entre empresas, y entre estas y el Estado, fueron al final los pilares que permitieron controlar la epidemia en un tiempo menos que el que le había tomado a otros países. El sistema financiero, se involucró también, como hoy en la pandemia, para darle un respiro a las empresas y evitar su quiebra, cosa que habría terminado también dañando a la propia banca. Pero un elemento sustancial en esta experiencia del virus ISA, fue finalmente la unidad para salir adelante y el apoyo irrestricto a las medidas de la autoridad, una vez que se habían discutido los escenarios posibles y los efectos esperables de las medidas. Hubo una voz y un camino, para que la industria pudiera exhibir inéditas tasas de crecimiento, morbilidad y mortalidad de los peces.

Al COVID19 no lo derrotarán solos ni la autoridad, ni el Colegio Médico, ni los organismos de investigación, ni los alcaldes. Enfrascarse en disputas mezquinas ante la crisis, sólo genera desconfianza y desconcierto, enemigos temibles en el combate a la epidemia. De esto se puede salir fortalecidos, sin duda, pero no para seguir haciendo más de lo mismo, cosa que también se experimentó negativamente en la salmonicultura, cuando se quiso retomar el ritmo de crecimiento anterior y las cargas biológicas que lo sostenían. La pandemia del COVID19 ha puesto en jaque los esfuerzos que destinamos a la salud, al desarrollo sostenible de nuestras ciudades, a la investigación, y al trato que le damos a nuestros ancianos y a las personas más vulnerables. No dudo en la recuperación, y posiblemente ocurra antes de lo que señalan los vaticinios pesimistas, sin embargo, espero que hayamos aprendido planetariamente la lección y generemos condiciones para prevenir y controlar de mejor forma amenazas como esta. El mundo tiene desafíos globales en varios frentes. Uno es el de las pandemias, otro es el del cambio climático, otro la desigualdad y las grandes migraciones. Ninguna de ellas las resolverá un país por sí solo ni un gobierno, ni la oposición respectiva, ni menos los que llaman a la destrucción en medio de las tragedias. El verdadero reto después del COVID19, es entender que desafíos globales, requieren respuestas globales y profundas y, nunca como hoy, basadas en la solidaridad y la unidad, pilares de la convivencia en la civilización del futuro.

Adolfo Alvial Muñoz

Director ejecutivo
Club Innovación Acuícola y ORBE XXI

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