Un diagnóstico sobre las pesquerías chilenas

Ago 16, 2021

En el documento “Estado de situación de las principales pesquerías chilenas, año 2019 (y 2020)” se reconocen 44 pesquerías definidas para el país (lo mismo que en el 2020); pero, de acuerdo a los Anuarios Estadísticos de Pesca del Sernapesca, hay un número mayor de recursos explotados. Al mismo tiempo observamos que de las 27 […]

En el documento “Estado de situación de las principales pesquerías chilenas, año 2019 (y 2020)” se reconocen 44 pesquerías definidas para el país (lo mismo que en el 2020); pero, de acuerdo a los Anuarios Estadísticos de Pesca del Sernapesca, hay un número mayor de recursos explotados. Al mismo tiempo observamos que de las 27 pesquerías con puntos biológicos de referencia se declara 1 pesquería sub-explotada, 8 pesquerías en plena explotación (12 en el 2020), 13 pesquerías sobreexplotadas (9 en el 2020) y 5 agotadas. Las cifras hablan por sí solas, aquí tenemos serios problemas. Ahora bien, si consideramos solo las pesquerías con licencias transferibles de pesca y con permisos extraordinarios de pesca, 1 pesquería esta sub-explotada, 7 en plena explotación, 8 sobre-explotadas y 3 agotadas. Aquí, la situación no cambia sustancialmente. Y las de acceso general en estado de plena explotación y de plena explotación sin licencias, 1 pesquería en plena explotación, 5 sobreexplotadas y 2 agotadas. Aquí la cosa es más complicada.

En general, podemos decir que la situación de nuestras principales pesquerías es bastante preocupante, representando un problema muy serio. Ahora bien, el estado de plena explotación estaría implicando el logro del rendimiento máximo sostenido (RMS), objetivo del manejo en Chile. Sin embargo, el RMS es una seria advertencia que indica que inmediatamente después normalmente pasamos rápidamente a la sobre explotación (entonces es una luz roja que indica no sobrepasar). La historia ha demostrado que esta medida, impulsada especialmente por biólogos pesqueros de la época, no dio buenos resultados.

Los economistas pesqueros propusieron entonces el rendimiento máximo económico (RME), que busca mayores rentabilidades socio-económicas y al mismo tiempo permite una mayor protección de los recursos al capturar menos que el RMS. También está el hecho que el cálculo de la condición de equilibrio del RMS fluctúa dentro de un cierto rango de estabilidad, entonces hay un más y un menos. Fuera de este rango están las condiciones de no equilibrio o desequilibrio, y son preocupantes particularmente aquellas que están por sobre la curva de producción, que implican pescar bastante más de lo permisible.

Por otra parte, a lo menos las pesquerías pelágicas fluctúan con su hábitat, particularmente, con la temperatura de donde el término “nicho termal”. El ambiente puede afectar entonces la abundancia y/o la capturabilidad. Así, un ambiente óptimo tendrá un RMS óptimo (el máximun maximorum), un ambiente menos óptimo un menor RMS y un ambiente malo un bajo RMS.

Entonces no hay un solo RMS, sino tantos como condiciones ambientales se den y esto no está siendo considerado en las evaluaciones de stock que se realizan en el país. Tampoco se están considerando en estas evaluaciones las relaciones de los recursos objetivos con las otras especies de su entorno (presas, predadores, competidores). También señalar que a los efectos de la variabilidad climática (natural) hay que agregar los efectos del cambio climático (causado por el accionar del hombre) sobre los ecosistemas, los recursos vivos y particularmente sobre los recursos asociados a la pesca.

Finalmente, hay que señalar que los efectos de las presiones por aumentos de las capturas totales permisibles, los sub-reportes y los descartes debieron también jugar un papel en el delicado estado de situación de los recursos pesqueros del país y el consecuente efecto sobre los ecosistemas donde estos viven (cuyos costos deben ser evaluados y asumidos por los usuarios).

Se concluye, entonces, la necesidad del diseño de una clara política pesquera, del desarrollo de programas de investigación de mediano y largo plazo, de un manejo con enfoque ecosistémico y precautorio ya establecido en la Ley de Pesca y Acuicultura de 2013, de un control bastante más fortalecido e incluyendo la cogestión, y de una mayor precisión en la formación profesional y científica de nivel superior.

Dr. Eleuterio Yáñez Rodríguez

Profesor titular de la Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) y científico del Centro de Investigación Océano Sustentable (IOS).

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