La nueva normativa ambiental para la industria acuícola es clara y mucho más estricta. Ya no basta con los sistemas de tratamiento tradicionales: el cambio exige inversiones en tecnologías avanzadas y en capacitación, lo que, de ejecutarse de manera inadecuada, puede elevar los costos y la complejidad de controlar las descargas de aguas residuales. Las consecuencias de no cumplir con los nuevos estándares pueden ser críticas, no solo para la operación, sino también para la alta gerencia de las empresas.
Diversas auditorías han evidenciado un escaso conocimiento de la actualización de la norma sobre Riles por parte de distintos sectores productivos, lo que hace urgente abordar esta materia.
Surgen entonces interrogantes claves: ¿es suficiente y eficiente el sistema actual de tratamiento?, ¿se conocen las nuevas tecnologías disponibles?, ¿se está preparado para tomar la mejor decisión técnica y financiera? Responder a estas preguntas es esencial para transformar la actualización de la norma en una oportunidad de mejora, más que en un problema.
“El entender los fundamentos y la tecnología disponible para su tratamiento, sea para consumo o aprovechamiento, o bien, para su tratamiento para reúso o previo a su descarga a un cuerpo receptor; no sólo es fundamental para aquellas organizaciones vinculadas con los servicios de suministro de agua a la población o la depuración de aguas servidas; sino esencial para las industrias húmedas, cuyos procesos productivos dependen o interactúan con el vital líquido”, sostiene el CEO de Soluciones GTec, Guillermo Montúfar.
El ejecutivo agrega que no profesionalizar este aspecto “puede tener implicaciones en los costos, pero también puede tener graves implicaciones jurídicas —tanto para la empresa como para sus directivos— y/o de reputación corporativa”.
Nuevo escenario regulatorio
La actualización de la DS 90/2000 introduce un cambio en la tabla de regulación y pone énfasis en la protección de ecosistemas frágiles, como fiordos y estuarios donde opera la salmonicultura. También redefine los límites geográficos y las condiciones de la Zona de Protección Limitada (ZPL), modificando la forma en que las plantas de tratamiento deben cumplir con los estándares ambientales.
Esto significa que las instalaciones que actualmente descargan fuera de la ZPL deberán enfrentar requisitos más estrictos de calidad de efluentes, incluyendo límites más bajos de contaminantes y mayores exigencias de tratamiento previo a la descarga. Con estas modificaciones, se busca reforzar la protección de cuerpos de agua y ecosistemas sensibles, alineando las operaciones con estándares más rigurosos y buenas prácticas ambientales.
Capacitación para enfrentar el cambio
Con el fin de abordar esta temática, en octubre se realizará un curso especializado que abordará los cambios clave de la DS 90/2000 y entregará herramientas prácticas para interpretar y aplicar la normativa con confianza. El programa considera la evaluación y selección de tecnologías adecuadas, la optimización de costos operativos y de inversión, y la reducción de riesgos legales y ambientales que también afectan a la alta dirección y a los responsables de la gestión ambiental.
La capacitación apunta además a mejorar la eficiencia de los procesos, entregando información técnica que permita generar ahorros considerables —de hasta un 60%— al reducir el consumo de químicos, la generación de lodos y el gasto energético. Asimismo, busca preparar a las empresas emisoras para el nuevo marco normativo e introducir conceptos como la valorización energética de residuos mediante la generación de biogás, contribuyendo a la economía circular de diversos sectores.
Fotografía: Soluciones GTec

