En los últimos dos años se ha producido una verdadera explosión de introducción de tecnologías digitales en las empresas del clúster salmonicultor en Chile, a través de servicios y productos de origen nacional y extranjero, y de la incorporación de capacidades en las propias empresas. Este es un proceso que se debe celebrar por las implicancias que tiene en el fortalecimiento de la competitividad sostenible de las empresas y que tiene además la virtud de acortar la brecha con la capacidad innovadora de economías más avanzadas.
En poco tiempo, se puede constatar una oferta significativa de sistemas para la industria en materia de alimentación inteligente, detección temprana de enfermedades, algunos procesos logísticos, IA en biología molecular y genética, etcétera, quedando aún desafíos en materia de pronóstico ambiental y su relación con procesos biológicos relevantes, instrumentos para estimación de capacidad de carga, análisis de riesgo de centros para siembra, identificación de atributos relevantes de origen y características de peces para ingreso a mar, entre otros.
Sin embargo, en este lapso han quedado algunos aprendizajes que es necesario tener en consideración para optimizar la aplicación de estas tecnologías. A mi juicio, la primera es entender que estas tecnologías y, en particular la analítica, se nutren de datos para alcanzar la excelencia operacional, y, en definitiva, agregar valor a las empresas.
En ese sentido, el diagnóstico de las diversas oportunidades que se identifican como objetivo de una intervención con estas tecnologías resulta esencial. Con los datos disponibles, a partir de monitoreos de equipos instalados, es posible identificar claramente las oportunidades para estimar el beneficio de la solución, que descanse en sensores y algoritmos y, eventualmente Internet de las cosas o, derechamente, control automático sobre uno o más sistemas.
No son los equipos por sí mismos ni las soluciones tecnológicas empaquetadas las que resuelven los problemas sino la identificación de las oportunidades y el efecto en la rentabilidad de una aplicación dada, para la cual la analítica resulta de alto valor, como lo demuestra la experiencia de ALAYA en diversas industrias en que se ha seguido ese camino, como minería, seguros, industria de alimentos, manufactura avanzada, etcétera.
En ellas se ha ‘preidentificado’ metas de reducción de costos y/o aumentos de beneficios contra los cuales se ejecuta la aplicación. El segundo elemento es que los proveedores de productos o equipos seleccionados cuenten con recursos humanos conocedores de los procesos de esta industria, que tiene particularidades que no admiten una adaptación sencilla. En tal sentido, alianzas como la que hemos acordado con ALAYA, desde ORBE XXI, nos permite asegurar una interacción informada, efectiva y expedita en el proceso de identificación de oportunidad, diseño e instalación de la intervención.
Las empresas de la industria disponen en muchos ámbitos de data que ha sido subutilizada y que, debidamente analizada e incorporada a sistemas digitales, puede y debe generar valor a la excelencia operacional, ahorrando procesos de captura de datos, o acortándolos y optimizándolos de modo significativo.
En suma, ingresar a la digitalización exige planes basados en diagnósticos y metas objetivas, que se apoyan en equipos existentes y/o complementarios, y no al revés.