Corto y mediano plazo: Los focos en I+D de otras especies

Feb 26, 2015

Si bien industrias como las de los mejillones y algas se encuentran bastante consolidadas, también tienen diversas necesidades en materia de nuevos conocimientos que hagan más sustentable su operación.

Es sabido que nuestro país no se ha destacado en el concierto mundial por su inversión en materia de Investigación y Desarrollo (I+D). Un ejemplo de ello lo entregó recientemente el director ejecutivo de la Iniciativa Científica Mileno del Ministerio de Economía, Claudio Wernli, quien reconoció que en 2008 Chile “gastó unos US$674 millones o el equivalente a un 0,4% del PIB, mientras que, en promedio, los países de la OECD invierten 2,3% del PIB”. Del monto nacional, solo el 33% viene desde el sector privado.

Pero este aspecto está lejos de solo ser un dato estadístico. El mismo Wernli aseveró que “no es correcto afirmar que los países ricos invierten más en I+D porque son ricos. Son ricos porque invierten más en I+D”.

Entonces, en un escenario donde las autoridades nacionales están buscando incrementar el dinamismo económico de forma de mejorar el bienestar de toda la población, una de las actividades que aparece respondiendo a dicho aspiración es la acuicultura. De hecho, el mismo Ministerio de Economía lo ha reconocido y, por ello, incluyó a esta actividad dentro de su Agenda de Productividad, Innovación y Crecimiento.

La industria del salmón, la principal actividad acuícola del país por lejos, todavía tiene varios aspectos que resolver en los ámbitos sanitario, productivo y tecnológico, por nombrar algunos, y, definitivamente, estos han podido ser abordados en parte gracias al aporte que ha realizado el Estado en materia de I+D en los últimos ocho años. De acuerdo con cifras oficiales de Corfo, Conicyt y FIP, los montos totales destinados a la acuicultura desde 2006 a 2014 han alcanzado los $113.000 millones y se estima que los salmónidos han recibido cerca más de un 50% de estos.

Pero en nuestro país no solo se cultivan estos peces, sino que posee otros recursos que se han vistos relativamente estancados por, precisamente, falta de investigación en diferentes ámbitos.

El foco del mejillón

La industria del mejillón de Chile es la segunda más grande del país cuando se habla solo de cultivos. Desde 2010 que sus retornos no bajan de los US$100 millones y, de hecho, en 2013 lograron US$183 millones. Sin embargo, la actividad está lejos de tener todo resuelto y dentro de sus primeros desafíos aparecen “la protección de los bancos naturales para un mejor abastecimiento de semillas de mejillón”, dice el jefe de Proyecto del Instituto Tecnológico de Mitilicultura (Intemit), Cristián Segura.

Otras áreas estratégicas de I+D para esta industria son el monitoreo bio-oceanográfico georeferenciado, la epidemiología de mitílidos y el reciclaje de residuos de la industria, líneas de investigación que se están desarrollando “a través de alianzas de cooperación multidisciplinaria entre el Intemit y entidades públicas-privadas”, aseveró Segura.

Específicamente en el área de la productividad, la industria está abordando un tema que le preocupa por medio del proyecto “Innovación para minimizar las pérdidas de choritos en la cosecha”, el que es dirigido por la Dra. Elsa Pacheco y que busca diseñar una tecnología que permita recoger el 15% del mejillón que se estima se pierde durante las faenas de cosecha. Con esta nueva infraestructura, “a nivel de industria se podría recuperar unos 44.850 toneladas equivalentes a $6.279 millones”, manifestó Pacheco.

En el tema del reciclaje, el jefe del Área de Materiales Termoplásticos del Centro de Investigación en Polímeros Avanzados (CIPA), Alejandro Zúñiga, comenta las investigaciones que está desarrollando dicha institución en conjunto con el Intemit, en pos de entregar una solución a la medida que comenzará a regir en 2015 y que tiene relación con la eliminación de polietileno expendido (plumavit) como boyas de cultivo. Un dato, solo en la zona de Dalcahue, que representa el 10% de la industria, se proyecta que hay unos 16 millones de litros de este material. Hasta el momento, el CIPA ha elaborado tablas plásticas –con mezcla de aserrín– a partir de boyas mitilicultoras que permiten pensar algunos de los usos para reducir y/o reutilizar el plumavit.

Los frentes de las algas

Investigación en aglas. (Fuente: UCN)Aunque la industria de las algas en Chile no depende en un 100% de la acuicultura (solo se cultiva el pelillo), esta actividad que en 2013 logró retornos por más de US$270 millones quiere caminar de manera más firme hacia los cultivos de forma de alcanzar una mayor sustentabilidad productiva, social y económica.

Entonces, el primer desafío en I+D es, precisamente, diversificar su oferta productiva. “El país debería ponerse la meta de hacer acuicultura de al menos de tres especies adicionales en los próximos cinco años”, dice el gerente de Proyectos de Gelymar, Jaime Zamorano, quien asevera que también se debería avanzar en biotecnología de algas, “ya que existe un número creciente de instituciones que desarrollan investigación en este tema pero que, sin embargo, no están relacionadas entre ellas y escasamente lo están con la misma industria”. El ejecutivo remarca que el país debería caminar a la utilización de las algas como alimento, ya que “a pesar de la gran abundancia y disponibilidad en el país, no hay suficiente información sobre su aporte nutricional, formas de comercialización y preparación. Podría ser una nueva línea exportadora”.

En el mismo camino que Zamorano, desde DuPont Nutrition & Health se cree que el país debería potenciar la investigación para desarrollar y apoyar “a la acuicultura de las algas a pequeña y gran escala, con fuerte énfasis en proyectos que permitan a las comunidades costeras generar negocios sustentables y amigables con el medio ambiente, impactando positivamente a las futuras generaciones. Esto, considerando que las algas son recursos remediadores del medio ambiente”. Martínez estima que un incremento de la disponibilidad del recurso permitirá una “mayor oferta laboral formal, mejoramiento y sustento social del sector artesanal y preservación de la biodiversidad del ecosistema marino”.

Otras especies

Investigación en seriola. (Fuente: Acuinor)En Chile se estudian más de 50 especies hidrobiológicas, pero solo un puñado de ellas tienen un potencial concreto de alcanzar un nivel industrial en el mediano a largo plazo. Algunas de ellas son la seriola o dorado, corvina, bacalao de profundidad y el halibut. En general, estas cuatro especies todavía deben avanzar en la producción y obtención de ovas; desarrollo de incubación, cultivos larvarios y poslarvarios; implementación de cultivos de juveniles; generación de dietas específicas e inicio de actividades de engorda.

Por ejemplo, el documento “Diversificación acuícola en la macro zona norte”, elaborado por el consultor acuícola Antonio Velez, concluye, entre otros desafíos para el dorado, que todavía se debe avanzar en la “implementación de proyectos de escalamiento piloto de engorde, tanto en sistemas de recirculación como en sistemas abiertos, así como continuar con el desarrollo de estudios nutricionales orientados a la formulación de dietas específicas”. A su vez considera como necesario “el desarrollo de un programa de selección de familias adaptadas a las condiciones ambientales de la zona norte; y la identificación, conocimiento y control de patologías”, entre otros aspectos.

En especies como el bacalao de profundidad, los desafíos en investigación en lo inmediato van por el lado de mejorar la sobrevivencia en la etapa larval y desarrollar “una dieta específica para los reproductores”, dice el investigador y jefe de Proyectos de la UMAG, Pablo Gallardo.

En el caso del halibut, los requerimientos en I+D no son muy distintos. David Friedli, uno de los representantes de Skysal y donde se está llevando adelante una investigación de la especie, dice que todavía tienen que solucionar “algunas interrogantes que nos persisten en la optimización y aseguramiento del cultivo de esta especie”, como el mejoramiento de las dietas, la tasa de eclosión y la superviviencia larval.

Inversión en I+D

La pregunta que persiste es cuántos recursos se necesitan invertir en I+D para poder avanzar en el mejoramiento de estos cultivos. La respuesta no es fácil.

La gerente de la Asociación de Mitilicultores de Chile A.G. (AmiChile), Yohana González, no se atreve a dar una cifra para la industria del mejillón puesto que “es un tema complejo y que aún no hemos estimado. Lo único que sabemos es que se requiere de investigación que sea realmente aplicable al sector y en eso estamos trabajando a través de alianzas estratégicas con las universidades e instituciones de investigación”.

En el rubro de las algas la respuesta tampoco es definitiva. Por ejemplo, se estima que en la última década, tanto el Estado como la empresa privada han desembolsado unos US$4 millones en I+D y que, al menos, se necesitarían “de US$1,2 millón para los próximos tres años”, asevera Jaime Zamorano en relación con los desafíos próximos que él advierte para el sector.

“¿Cuánto falta por invertir? Imposible saberlo, ya que dependerá del estado del arte de las especies que se elijan para desarrollar actividades acuícolas comercialmente”, responde el consultor Antonio Vélez, sin embargo, pone como ejemplo los casos de la corvina y dorado, ambas especies apoyadas por el Programa de Diversificación de la Acuicultura Chilena (Pdach), las cuales, “con una tecnología algo desarrollada y en la punta de lanza de este proceso, podrían requerir de unos US$20 millones más de inversión para desarrollar completamente el paquete tecnológico de las dos”.

La anterior cifra no debería llamar la atención e, incluso, podría ser considerada como moderada puesto que se calcula que Europa ha invertido unos EUR$100 millones para desarrollar la tecnología de cultivo del bacalao europeo, especie que aún no logra resolver todos sus desafíos. Si esto se lo compara con el planteamiento inicial del Pdach, que estimó US$10 millones para cuatro especies en un periodo de diez años, se puede concluir que nuestro país todavía tiene un largo camino en materia de inversión en I+D de forma de potenciar y lograr la ansiada diversificación acuícola.

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