Piden la creación de Área Marina Costera Protegida en la zona de Punta de Choros

Jul 30, 2010

Conservar la biodiversidad, proteger las especies marinas, desarrollar investigación y actividades económicas de bajo impacto ambiental. Esas ideas resumen los objetivos de un Área Marina Costera Protegida de Múltiples Usos (AMCP-MU), una de las figuras de protección que contempla la legislación chilena y que no abundan en el país, pues sólo existen tres: Isla Grande […]

Conservar la biodiversidad, proteger las especies marinas, desarrollar investigación y actividades económicas de bajo impacto ambiental. Esas ideas resumen los objetivos de un Área Marina Costera Protegida de Múltiples Usos (AMCP-MU), una de las figuras de protección que contempla la legislación chilena y que no abundan en el país, pues sólo existen tres: Isla Grande de Atacama, Lafken Mapu Lahual y Francisco Coloane.

La Tercera informó que podría haber una cuarta entre la comuna de Freirina, al sur de la Región de Atacama, y el límite de las comunas de La Higuera -donde se encuentra Punta de Choros- y La Serena, al norte de la Región de Coquimbo. Eso si prospera la propuesta que hoy presentan en la Conama regional la ONG Oceana, científicos de la Universidad Católica del Norte (UCN) y comunidades locales, quienes están preocupados por el impacto ambiental que podría acarrear la posible instalación de dos centrales termoeléctricas en el sector, una de ellas a unos 20 kilómetros de la Reserva marina Choros-Damas.

Rica diversidad

¿Por qué proteger la zona? Según la información disponible en diversos estudios, allí se encuentran hasta 560 especies marinas distintas. El área comprendida entre Caleta Hornos e Isla Chañaral es especialmente importante. "Esa zona tiene numerosas islas e islotes que generan una dinámica en el océano distinta que en el resto del país, lo que la hace muy rica en recursos pesqueros que se mantienen ahí", explica Carlos Gaymer, biólogo marino de la UCN e investigador del Ceaza. Eso se traduce en varios beneficios. Por ejemplo, que ahí se concentre el 80% de la población mundial de pingüino de Humboldt. La ballena azul también visita la zona en busca de alimento. Por último, en el sector se produce cerca del 60% de todo el recurso pesquero de la región. Entre ellos, el loco (Concholepas concholepas), que se vería amenazado. Esto, porque los autores de la propuesta dicen que, además de emitir CO2, estas plantas requieren de agua del mar para su proceso de enfriamiento, que luego es devuelta a elevadas temperaturas. Y un estudio de la UCN afirma que la exposición del loco a un efecto combinado de aumento de temperatura y sustancias antiincrustantes significa su muerte en menos de tres semanas.

También afectarían los corales. Matthias Gorny, director de Ciencias de Oceana, explica que durante miles de años los corales se han adaptado a las temperaturas de la zona centro-norte que, por la corriente de Humboldt, tiene rangos fríos. "Un cambio de temperatura afectaría su estructura corporal, su fase de reproducción y el plancton del que se alimentan".

Ricardo Katz, gerente de Gestión Ambiental Consultores que realizó el EIA de la central Cruz Grande, lo retruca: explica que estas plantas usan un sistema de difusores que minimiza el impacto de la diferencia de temperatura y que no se siente más allá de 100 metros del punto de descarga.

La protección de esta zona ayudaría a cumplir una tarea pendiente. "Chile se ha comprometido internacionalmente a proteger el 10% de su zona económica exclusiva al 2010. Y sólo se ha protegido el 0,03%", dice Alex Muñoz, director ejecutivo de Oceana.

 

 

 

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