Víctor Hugo Puchi sobre nueva norma para salmónidos: «Es un mecanismo muy costoso»

Oct 9, 2016

Para Puchi la solución planteada es "muy micro" y con dos desventajas: los costos se dispararán y hará que se usen más centros de cultivo de los que hoy se utilizan para producir la misma cantidad.

(El Mercurio) «Frustración» es la palabra que resume el sentir de Víctor Hugo Puchi, fundador de Empresas AquaChile. El escenario por el que atraviesa la industria salmonicultora chilena no es de los mejores. Está en medio de cambios regulatorios y de implementarse la propuesta del Gobierno, a ojos del empresario, serán medidas transitorias que aumentarán costos y harán perder competitividad al sector acuícola chileno frente a sus pares internacionales  -Noruega, entre otros–, y no van a solucionar los problemas estructurales productivos y sanitarios que se destaparon en la industria hace ya casi una década, con el virus ISA.

¿Cuáles son los peros que le ve Puchi a la nueva norma que trabaja Subpesca? «Es insuficiente, la industria merece una solución más integral», resume. Si bien reconoce la buena intención de tratar de solucionar la alta fluctuación en los tamaños de cultivos en función de los precios de los mercados, cree que el escogido por la autoridad “es un mecanismo muy costoso”, cuando Chile ya compite con países que tienen menores costos. “Chile va a estar débil respecto del mercado mundial. Estamos defendiendo la competitividad del país frente a competidores poderosos», remarca Puchi.

Hasta ahora, la norma del Gobierno no pone límites máximos de producción, sino que castiga densidades en una zona, con un máximo de 8 kilogramos por metro cúbico, en circunstancias que Noruega admite desde 24 kg.

Para Puchi la solución planteada es «muy micro» y con dos desventajas: los costos se dispararán y hará que se usen más centros de cultivo de los que hoy se utilizan para producir la misma cantidad, porque sigue existiendo el derecho legal a usar las concesiones que una empresa tiene. «Esta norma específica apunta a buscar una solución temporal para un problema cuya magnitud ha sido permanente. Es coyuntural, en el sentido de que por la vía administrativa, de las densidades de los centros de cultivo, el Gobierno intenta inducir una reducción del volumen, pero por una vía indirecta, afectando los costos de producción», expresa.

Recuerda que tras el ISA, en 2010, se llegó a un diagnóstico compartido por privados y Gobierno, en el sentido de que la industria estaba colapsada en las regiones de Los Lagos y Aysén, y que requería una cirugía mayor. Que había exceso de concesiones otorgadas y pocas distancias, laissez faire en cultivar peces y que la propensión a las enfermedades era altísima. Y que las soluciones debían apuntar a relocalizar y reubicar concesiones; dar espacio a corredores sanitarios y cortar enfermedades; y definir lugares de tránsito logístico. También se iba a permitir fusionar concesiones para que hubiera menos puntos de producción y más distantes entre sí.

Todo esto implicaba aceptar que en estas regiones tenía que haber un límite biológico, fijar capacidades de carga por áreas geográficas, poniendo límites a los cultivos. Y si bien Puchi reconoce que se avanzó y con éxito en la creación de barrios y que hubiera en ellos peces de una edad parecida, en pos de la efectividad en los tratamientos, en relocalización no sucedió lo mismo.

“Ninguna relocalización ha salido. Nada de los cambios estructurales –estos cambios de fondo de la industria–, no se hicieron», dice Puchi. Estas transformaciones suponían contar con una ley, porque las concesiones ya están otorgadas y hay exceso si se mide la capacidad que suman en su conjunto. «Triplica o cuadruplica lo que el país biológicamente puede tolerar», dice, cuando es consenso en la industria que la carga máxima está en torno a las 600 o 650 mil toneladas.

Usted está en la línea de lo que planteó Marine Harvest (MH), que se retiró del gremio, porque no tuvo apoyo…

Creo que toda la industria está, en línea gruesa, de acuerdo con lo que se hace en el mundo y con lo que dice MH. Nosotros también hemos apoyado su posición. O sea, obviamente cuando dijo 400 mil toneladas, no estábamos de acuerdo en el número, pero sí plenamente de acuerdo –y yo creo que casi el 100% de la industria– en que hay capacidades de carga biológica que uno debe reconocer que existen. Y que las concesiones tienen que ser revisadas para que recojan esos límites biológicos. A lo mejor significa pasar por el Congreso y desde el punto de vista del sector privado, aceptar esa realidad y estar dispuesto a perder 30% o 40%.

Pero el retiro de MH del gremio da cuenta de que no hubo ese acuerdo o disposición a mermarse, ¿es así?

La autorregulación aquí es imposible. Pedir que cada concesionario haga una renuncia voluntaria, cada uno va a tener una razón para decir yo no puedo y que lo haga el vecino. Esas cosas tiene que abordarlas el Estado por el bien común. Honestamente, la gran mayoría está de acuerdo. Lo que pasa es que hay un conformismo frente a una autoridad que dice que ‘hoy no es el momento político para hacer un cambio legal en el Congreso y, por tanto, busquemos una solución intermedia temporal’. Es una reacción práctica de adaptarse a una restricción política de no poder hacer el cambio estructural y conformarse con una solución temporal.

¿Puede tener que ver con que los pequeños, con menos concesiones, se sintieron perjudicados por los grandes?

Efectivamente, los que menos tienen concesiones se pueden ver más afectados. Pero ¿queremos tener una industria muy fragmentada, pero débil? ¿O los salmonicultores tienen que unirse para crear sustentabilidad? Cuando uno tiene una industria muy frágil, produce sobreúso de medicamentos, antibióticos, y nuestra competencia internacional ha salido beneficiada mostrando una debilidad del salmón chileno, que afecta la percepción de calidad.

«Si tenemos que sacrificar volumen, felices lo hacemos»

Puchi advierte que la industria ya se ajustó y pasó de 800 mil a 670 mil toneladas de cosecha previstas para este año, lo que ha afectado el empleo. Pero cree que si hubiera estabilidad de verdad en la producción, con esas mismas toneladas se podría dar mayor valor agregado con productos elaborados, lo que crearía más empleo, porque se activa el trabajo en las plantas de proceso. «Si tenemos que sacrificar volumen para respaldar la sustentabilidad, nosotros felices lo hacemos y empujamos ese carro. La pérdida de volumen la compensamos con rescatar nuestra posición competitiva», señala.

Hace unos años AquaChile se retiró del gremio por los mismos motivos…

Hoy día decidimos jugarnos por dentro para conseguir apoyo de más productores y decirle al Gobierno ‘esto es insuficiente. Nos lleva a más estabilidad en la producción, pero nos hace menos competitivos’.

El presidente de AquaChile advierte que pos 2010 se han agregado otros factores con prioridad política, que afectan a la hora de llevar a cabo las relocalizaciones: los derechos preferentes para los pescadores artesanales en caladeros y la normativa que otorga derechos costeros a pueblos originarios, y que a su amparo –dice Puchi– se han hecho peticiones por 1,5 millones de hectáreas. «A lo mejor tienen su justificación, pero en una proporción razonable. Es un tema que hay que zanjar políticamente», sostiene.

¿Qué visión tiene de que MH no se quede por dentro a empujar cambios?

La situación de MH es muy distinta a los productores, aunque seamos grandes, con presencia solamente en Chile. Porque toda la industria noruega, durante todo el tiempo en que la chilena ha estado en la UTI (con revisión de su regulación y problemas sanitarios y de imagen), ha generado un espacio de negocios para Noruega muy atractivo. Ellos están protegidos, porque cuando les va mal en Chile, más que se compensan en el resto de los países donde tienen producción. Los que estamos aquí, no tenemos esas compensaciones y tenemos que trabajar para convencer a la autoridad política.

El aumento de costos que prevé, ¿lo podrá soportar la industria?

Dependerá del nivel de precio. Estamos con niveles históricamente altos por la reducción súbita después del bloom de algas. El mundo lo leyó como un período de escasez y hay una bonanza de precios este año y el próximo. Pero no más allá. Si Chile persevera en aumentar su producción –porque no va a haber límites, sino castigos a la densidad–, y los precios bajan, vamos a enfrentar momentos difíciles.

¿Por qué Raúl Súnico, de Subpesca, persevera en esta solución? ¿No entiende el problema o él hace un ejercicio de realismo político?

Yo creo que el último diagnóstico es el que ha ocurrido.

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