Un reciente estudio realizado por la fundación Pivotes tiene como objetivo abrir un debate en torno a la acuicultura, en particular la salmonicultura. Esta industria, además de ser la segunda mayor exportación nacional, cuenta con ventajas comparativas innegables, pero se encuentra estancada desde hace demasiado tiempo debido a diversas tensiones.
“La salmonicultura es una industria que actualmente se encuentra estancada en Chile y tiene una reputación ambiental negativa. Al analizar el desempeño ecológico de la actividad, es posible destacar avances en la tasa de escape de salmones y la mortalidad, pero aún hay margen de mejora en ambos indicadores”, sostiene el documento.
Por su parte, «la legislación nacional todavía se encuentra lejos del estándar ASC, el más exigente a nivel mundial en términos ambientales, a pesar del avance propio que los centros de cultivo han realizado en esta materia».
Además, el impacto ecológico de la salmonicultura es muy bajo en comparación con otras fuentes de proteína. La actividad emite menos gases de efecto invernadero, utiliza menos suelo y provoca una menor contaminación del agua, junto con un uso de alimento altamente eficiente.
Ingresos
De igual forma, esta industria representa una importante fuente de ingresos y empleos para el sur de Chile, siendo la primera mayor exportación no minera y contribuyendo a disminuir la pobreza en las zonas donde se instala.
“Las exportaciones han experimentado un crecimiento promedio anual del 9,7% desde 2003 hasta 2023, alcanzando los US$6.472 millones (2,15 puntos del PIB). Paralelamente, las exportaciones de salmón representan la segunda mayor exportación nacional y la primera no minera”, detallan.
Estas cifras se traducen en que la actividad genera el 18,9%, 26,1% y 7,9% del PIB Regional en Los Lagos, Aysén y Magallanes, respectivamente, constituyendo focos de crecimiento relevantes para estas zonas del país.
“En términos de pobreza, según Ceballos et al. (2018), que analizaron comunidades cercanas a centros de cultivo entre 1992 y 2002, dichos hogares redujeron su pobreza, en promedio, 6 puntos porcentuales más de lo que lo hubiesen hecho sin la instalación de la industria, lo que explica el 67% de la reducción de la pobreza en zonas rurales durante el período analizado”, sostiene el informe.
Proyecciones
Se proyecta que la población mundial aumentará en 2.330 millones de personas para el año 2080. Esto plantea la interrogante de cómo alimentar a las generaciones futuras de la humanidad con alternativas proteicas que no aceleren el cambio climático. En este sentido, por cada tonelada de proteína comestible, la salmonicultura es la opción de proteína animal que menos emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) genera y, además, es la segunda que menos hectáreas necesita para producir. En concreto, emite solo un 2,91% de los GEI y utiliza un 4,8% de las hectáreas que la industria bovina.
Actualmente, para operar un centro de cultivo de salmones en Chile, se necesita una concesión de acuicultura, cuyo otorgamiento se ha reducido fuertemente con el tiempo. En este sentido, de las 1.353 concesiones entregadas desde 1981 hasta 2022, solo 15 han sido entregadas en los últimos 7 años.
“Mientras tanto, a diferencia de Chile, el crecimiento de las licencias de acuicultura en Noruega ha sido constante, con una leve tendencia al alza en el período analizado. Este fenómeno muestra el riesgo que nuestro país tiene de quedar rezagado en la industria”, afirma el estudio.
Finalmente, aunque Chile cuenta con ventajas comparativas relevantes, como las aguas calmas de los fiordos australes, «el estancamiento de la industria genera el peligro de quedar rezagado frente a naciones salmoneras en crecimiento, como nuestro principal competidor, Noruega, que espera triplicar su producción salmonera para el año 2050″.
Revise el estudio en detalle aquí.
Fotografía: Archivo B2B Media Group.