Un comprometido y, a ratos, apasionado debate se vivió en el encuentro Water Week Latinoamérica 2018, conferencia y foro que organiza anualmente Fundación Chile (FCh) para crear conciencia sobre la urgencia de definir políticas que anticipen la profundización del agotamiento de los recursos hídricos en la región y, particularmente, Chile, y que este año destacó por la presentación del estudio «Radiografía del Agua: Brecha y Riesgo Hídrico en Chile».
Elaborado a partir de un diagnóstico imparcial y actualizado, el texto encargado por Escenarios Hídricos 2030 -instancia que agrupa al sector privado, academia, ONG y organismos del Estado- ratifica la tendencia hacia una repetición de ciclos denominados mega-sequías, caracterizados por su duración plurianual y amplia extensión geográfica efecto del cambio climático.
Certeza jurídica
Juan Andrés Fontaine, ministro de Obras Públicas y responsable de inaugurar esta versión de Water Week, detalló los compromisos del gobierno del Presidente Sebastián Piñera para mitigar los efectos sobre el acceso al agua del que consideró indesmentible proceso de calentamiento global. Junto con inversiones en nuevos embalses, Fontaine confirmó que el Ejecutivo presentará al Congreso un conjunto de indicaciones al proyecto que modifica el Código de Aguas. Calificó esta iniciativa como “lesiva” en los términos que avanza su tramitación en el Poder Legislativo.
Las precisiones del gobierno apuntarían –anticipó- a temas de conservación del agua con fines ecológicos y ambientales; las organizaciones de usuarios de aguas subterráneas; el uso y reúso de aguas de derrame; la agilización del trámite de constitución y modificación de derecho de aguas; el aumento de pagos por no uso para frenar la especulación, e incentivar la desalinización del agua de mar.
El ministro Fontaine fue enfático al expresar la visión del gobierno sobre el punto clave de la reforma al código. “El funcionamiento eficiente del mercado de aguas presupone el 100% de certeza jurídica en los derechos de aprovechamiento de aguas”, aseveró.
Brecha y Riesgos
Ulrike Broschek, subgerente de Sustentabilidad de Fundación Chile, detalló las conclusiones y propuestas del trabajo de Escenarios Hídricos 2030, basado en indicadores relacionados con “brecha” (oferta versus demanda) y “riesgo” (déficit, exceso y calidad del recurso). De 25 cuencas analizadas, nueve presentan una brecha hídrica alta; esto es, con una fuerte presión sobre el recurso y cuya baja disponibilidad es un factor limitante para el desarrollo económico, dijo.
Entre los capítulos pendientes subrayó la falta de información estadística en dos importantes regiones del país, Antofagasta y Aysén, lo que impide obtener a escala nacional una visión completa de la situación, desafíos y soluciones que ayuden a asegurar la disponibilidad de agua en todo el país.
Como ejemplo de riesgo hídrico, la ejecutiva de FCh dijo que la contaminación de cuencas por arsénico cuencas de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta. La calidad del agua mejora conforme se avanza al sur. El impacto por exceso también resulta sorprendente. Reflejado en aluviones e inundaciones, los eventos catastróficos experimentarían un alza en su frecuencia.
Ulricke explicó que las investigaciones han mostrado un desplazamiento de los períodos de mayor pluviosidad y deshielos, cuya consecuencia es que al “coincidir” ambos fenómenos se eleve la probabilidad de desastres naturales asociados a caudales de grandes magnitudes en otoño y primavera. En verano, a su vez, los caudales que normalmente se nutren de los deshielos sufrirán el decrecimiento del recurso.
Ratificación científica
Este panorama fue ratificado desde el ámbito científico por Maisa Rojas, directora de Núcleo Milenio Paleoclima e investigadora asociada del Centro de Investigación para el Clima y Resiliencia (CR2). En su ponencia detalló conclusiones basadas en distintos modelos de análisis y datos de instituciones como la NASA, DGA y universidades. “Las mediciones de los caudales permiten concluir que existe una disminución de su volumen en los últimos años”, aseveró Rojas. Al respecto exhibió estudios para distintos períodos con “alta variabilidad interanual” en cauces del norte chico (La Serena) y valle central (Santiago).
“Las proyecciones hacia el final de este siglo nos indican –de acuerdo a los escenarios definidos- que la temperatura promedio va a aumentar en todo el planeta y que en Chile la zona con mayor incremento va a ser el altiplano. En cuanto a las precipitaciones, el pronóstico que entregan los modelos es que las lluvias disminuirán”, afirmó la climatóloga.
Esta caída de las precipitaciones será más pronunciada en la zona centro y sur de Chile, precisó y aseguró que “esta predicción de disminución de las precipitaciones en el futuro es una señal bastante robusta”.
Acuicultura y Recurso
Fernando Miralles-Wilhelm, experto de la Universidad de Maryland y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), también entregó proyecciones de mediano y largo plazo sobre temperatura y precipitaciones en América del Sur y, en especial, Chile. Ambas ponencias refrendaron el aumento de las temperaturas a nivel planetario.
“Cuando se utiliza agua para cualquier fin, lo importante es determinar cuál es la forma de hacerlo para asegurar la sustentabilidad económica, social y ambiental de la actividad. Obviamente, la variable económica prevalece. En el caso de las granjas acuícolas, en la mayoría de los países el beneficio mayor es para el productor pese a usar un bien público para generar un ingreso principalmente de particulares”, dijo al ser consultado por AQUA.
Según el investigador del BID, la clave de la sustentabilidad estará en “utilizar el agua eficientemente; es decir, cada gota que se utilice se debe retornar con calidad igual o mejor al medio ambiente”. Citó el caso de Singapur, isla de 700 km2 que carece de cuencas naturales y depende de las lluvias para el consumo. “En ese territorio la alternativa ha sido reutilizar el agua, lo que les ha convertido en un buen ejemplo a seguir”, señaló.
Cultivos sustentables
En opinión de Andrés Pesce, gerente de Sustentabilidad de Fundación Chile, el análisis de la problemática debe abordarse desde un punto de vista territorial y no sectorial. Por lo tanto, “debemos concordar criterios que permitan la convivencia de los distintos usos del agua en un mismo territorio, incluyendo industria, agricultura y consumo humano, entre otros”, expresó.
“En este contexto, la acuicultura en agua dulce también debe entrar a esta discusión”, afirmó el ejecutivo respecto de los cultivos de peces aguas arriba de las cuencas. Apuntó que la futura escasez, exceso o mala calidad del recurso “va a afectar a la acuicultura como actividad productiva, lo que hace evidente que el rubro no puede mantenerse ajeno al debate”.
Complementó que la participación del sector no puede limitarse a la actividad que se desarrolla en agua dulce, como ríos, lagos y embalses, sino toda aquella que tiene lugar en la zona marítima. “La productividad de los cultivos acuícolas también es afectada por las descargas de agua de mala calidad desde el continente, ya sea a través de ríos u otras vías. El tema del agua nos afecta a todos”, manifestó Pesce.
Controversias
Los minutos más intensos de discusión se dieron en el foro «Agua en Chile: Cambiemos el curso hoy», en que intervinieron Ricardo Ariztía, de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA); Cristina Betancourt, de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami); Guillermo Pickering de Aguas Andinas; Claudio Seebach, de Generadoras de Chile; y Andrés Pesce, de Fundación Chile, entre otros.
La polémica partió cuando Ariztía manifestó la molestia de su sector por el proceder de empresas de servicios sanitarios como Aguas Chañar y Aguas Andinas. En el primer caso, señaló que una decisión comercial de la firma habría dañado la actividad de cultivos tradicionales en el valle de Copiapó, al entregar más de la mitad del recurso disponible a una operación minera. «Esto dejó a cientos de agricultores desabastecidos», esgrimió. En seguida, puntualizó que las sanitarias infringirían principios jurídicos que prohíben vender un activo más de una vez, comentando sobre el proyecto Canal Prosperidad. «En Chile no somos pocos y estamos indignados con lo que está pasando», franqueó.
El presidente de Aguas Andinas, por su parte, respondió que el proyecto del Canal Prosperidad «es una política impulsada por el Estado desde hace muchos años, no considera la venta dos veces del mismo recurso y que apunta a crear una fundación sin fines de lucro recaudando los ingresos asociados para proyectos de sustentabilidad hídrica». Aseguró también que las «aguas servidas tratadas tienen que compartirse en términos de uso entre los agricultores, los demás sectores productivos, pero también la posible ‘repotabilización’ para el uso humano, que no se podía descartar en el contexto actual de cambio climático».
Otro episodio polémico se inició cuando Pickering nuevamente fue interpelado por Andres Pesce debido a la salida de su gremio del diálogo que coordina Fundación Chile, Escenarios Hídricos 2030.
«Veníamos trabajando hace varios años en un diálogo entre los usuarios de los recursos hídricos en la llamada ‘mesa del agua’, en la cual están representados varios gremios industriales, universidades, y en que el sector sanitario se siente representado. Por lo cual, invitamos a la Fundación Chile a acercarse para analizar las diferencias que pueden existir», concluyó Pickering.
