Hemos conocido y leído con interés el reciente informe anual de FAO referido al “Estado Mundial de la Pesca y la Acuicultura”, que recoge cuestiones que merecen un conocimiento público y, en particular, de las autoridades del sector que han iniciado la tarea de preparar un borrador de “Nueva Ley de Acuicultura”.
Un espacio como éste no es suficiente para abordar todos los aspectos que incluye el informe, resultando necesario, primero, hacer pública la connotación de este y luego, mostrar la esencia del mensaje que dirige a la comunidad internacional acerca de la acuicultura.
Entre sus “Mensajes Principales” consigna que “la acuicultura puede satisfacer la creciente demanda mundial de alimentos acuáticos”, y agrega que “la futura expansión debe otorgar prioridad a la sostenibilidad y beneficiar a las regiones y comunidades más necesitadas”. Junto a ello sostiene que “se prevé que la demanda mundial de alimentos acuáticos siga aumentando”.
FAO constata un hecho muy relevante, el cual es que “por primera vez, la acuicultura superó a la pesca de captura en producción de animales acuáticos”, y agrega que “los alimentos acuáticos de origen animal proporcionan proteínas de alta calidad, el 15% de las proteínas de origen animal y el 6% de las proteínas totales a nivel mundial, así como nutrientes esenciales como ácidos grasos omega 3, minerales y vitaminas”.
FAO resalta que el sector acuícola enfrenta desafíos importantes, tales como los vinculados al cambio climático y los desastres, la escasez de agua, la contaminación y otras repercusiones.
Los planteamientos de FAO constituyen un desafío y una tarea primordial para los países productores de salmón, entre los que, particularmente, destaca Chile, con una relevante posición mundial y con una producción de salmones sanos y nutritivos, que apunta al objetivo de contribuir a la seguridad alimentaria, al desarrollo económico y la protección del medio ambiente.