Durante el acto que conmemoró los 100 años de la creación de la piscicultura de Lautaro, una de las más antiguas en Sudamérica ubicada junto al río Cautín (Región de La Araucanía), el director nacional del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca), José Miguel Burgos, destacó el valor histórico de esta instalación, una de las pioneras en su tipo. «Acá están los orígenes de la acuicultura nacional y todas las actividades relacionadas con ella, que hoy representa la tercera actividad económica más importante del país», subrayó la autoridad.
El director nacional del Sernapesca fue invitado a firmar el pergamino conmemorativo junto a otras autoridades sectoriales, parlamentarias y comunales, así como representantes del sector empresarial.
En el documento, las autoridades reconocieron el aporte de esta piscicultura en el desarrollo de la actividad en Chile, y se comprometieron a apoyar su permanencia y sustentabilidad.
El alcalde de Lautaro, Miguel Jaramillo agradeció la presencia de las autoridades nacionales, y anunció que la Piscicultura sería la puerta de entrada para la denominada Ruta de Araucanía Andina, un circuito turístico que conecta dicha comuna con otros hitos de interés en Curacautín y Lonquimay. «Esta conmemoración será la ocasión propicia para revisar su innegable aporte al desarrollo de la actividad, pero al mismo tiempo, la oportunidad de proyectarla hacia el futuro como un lugar patrimonial, educativo y turístico de la comuna, la región y del país».
La piscicultura de Lautaro
En 1914 el biólogo alemán, Pedro Golusca Wossek, tuvo la idea de instalar un criadero de truchas que permitiese poblar los ríos y lagos de la zona sur del país con fines turísticos. Esta iniciativa se mantuvo funcionando hasta la década de los noventa, y actualmente se mantiene con aportes municipales y con lo que aportan las empresas privadas que participan en la transacción de los peces que aún se cultivan en el lugar.
No obstante, su principal potencial es turístico, como los demuestran los 12.000 turistas que solo este año han pagado la módica entrada ($200 pesos) que se cobra por conocer una de las pisciculturas más antiguas del país.