Según la Superintendencia de Seguridad Social, a agosto de este año, en Chile se han dado en total, 46.276 denuncias por accidentes; de las cuales 34.151 han sido calificadas como de origen laboral. Asimismo, 18.978 han sido con incapacidad temporal, es decir, días perdidos; y se han tenido que lamentar 22 muertes relacionadas a accidentes del trabajo y del trayecto. Todo esto da como total una tasa de accidentabilidad a nivel nacional del 3,66%.
Del total de denuncias por accidentes durante este periodo, la región de Los Lagos es responsable de un 33,77%, con 15.290 a agosto. Por su parte, la región de Aysén suma 1.134 (2,45%) y la de Magallanes 3.664 (7,91%).
Estos números son relevantes, porque los accidentes laborales tienen consecuencias significativas tanto para la empresa como para el trabajador y su familia, las cuales pueden ser de índole física, emocional, financiera y legal; siendo para el colaborador las más comunes las lesiones que pueden variar desde leves hasta graves, e incluso causar discapacidades permanentes, que requieran tratamientos médicos prolongados, cirugías y rehabilitación.
Asimismo, hay consecuencias emocionales que siempre se deben tener en cuenta, como que el trauma físico y emocional del accidente puede llevar a trastornos psicológicos como el estrés postraumático o la depresión, además llegando incluso a provocar miedo a volver al trabajo.
Estas son las consecuencias personales más graves, pero no son las únicas. Las empresas también son afectadas en una gran cantidad de ámbitos, como son los reputacionales, a través de prensa que les afecte o demandas legales y sanciones demostrando negligencia, entre otros. Asimismo, hay costos financieros que tienen que ver con la pérdida de productividad y aumento de primas de seguros, eso sin contar las posibles sanciones y multas por no incumplimiento de las normativas de seguridad y salud ocupacional.
Aunque esos no son tan importantes como la afectación de la moral y la productividad de los compañeros de trabajo, la cual puede verse impactada negativamente luego de un accidente, disminuyendo la percepción de seguridad, perjudicando el clima en el lugar de trabajo.
Seguridad en la salmonicultura
Uno de los temas que más se le indica a la industria del salmón y a la acuicultura en general, es la alta cantidad de accidentes en sus faenas. Al respecto la directora ejecutiva del Consejo del Salmón -gremio que agrupa a AquaChile, Australis, Cermaq, Mowi y Salmones Aysén, productoras de más del 50% del salmón nacional-, Loreto Seguel, explicó en conversación con Revista AQUA que “en esto hay bastante desinformación y nos hemos enfocado en difundir datos precisos que hoy están disponibles públicamente, a modo de ir respondiendo a críticas que muchas veces son infundadas”.
“Un ejemplo en cifras de accidentabilidad en la salmonicultura, son las que brinda Directemar, que informa mensualmente el número de accidentes de buzos en salmonicultura. De acuerdo con éstos, a septiembre de 2023 se registraron siete accidentes en faenas de buceo, sin ninguna muerte que lamentar. Sin embargo, en la próxima actualización, habrá que sumar el lamentable accidente y muerte de un operario de buceo durante el mes de octubre. Este hecho está en etapa de investigación y tanto la empresa afectada, así como el Consejo del Salmón, han estado a disposición de la autoridad para la entrega de los antecedentes que se estimen necesarios”, agregó la ejecutiva.
Con todo, los datos de este año marcan un descenso significativo respecto de 2022, donde se registraron 23 accidentes en actividades de buceo, con siete casos de muerte, lo que fue la cifra más alta desde 2008.
Esto es consecuencia del esfuerzo y trabajo que están realizando las empresas salmonicultoras en proveer más y mejor capacitación, más tecnología y mejores condiciones laborales a los profesionales de buceo. En este sentido se espera que este 2023 se marque un punto de inflexión en lo que respecta a accidentes en estas faenas.
Lea el artículo completo en la Revista AQUA aquí.
Fotografía: Skretting