(El Mercurio) Un verdadero desastre. Así es como calificaron en Globalpesca el actual negocio del bacalao de profundidad, industria en la que se han reducido fuertemente las cuotas de captura.
El gerente general de la firma, Eduardo Infante, manifestó que este año la cuota en la zona donde opera la compañía es de 1.076 toneladas, volumen que representa una baja de 64% en comparación con las tres mil toneladas del ejercicio pasado.
La reducción de las cuotas se ha traducido en un aumento de costos. El ejecutivo explicó que en 2013 tenían un costo de US$ 1,53 por kilo pescado, monto que este año ascendió a US$ 2,73. «Nadie nos regala nada y la industria paga más de US$ 4 millones al año por las cuotas de pesca. Lo menos que puede hacer el Estado, que es quien nos vendió dichas cuotas, es velar porque podamos ejercer los derechos que nosotros adquirimos», dijo.
Según comentó, la ley establece la creación de comités científicos y de manejo, en los que están representados los usuarios de la pesquería. «Entre ambos deben definir un plan de manejo de la pesquería que es vinculante para todas las partes involucradas. El problema es que, en el caso específico del bacalao, aún no se constituye el comité de manejo y por segundo año consecutivo, la cuota será fijada sin tener un plan de gestión de la pesquería».
Manifestó que como empresa no poseen ningún tipo de control sobre las cuotas y no pueden hacer más que presionar para que se constituya dicha entidad.
Inversiones
Esta incertidumbre hizo que la empresa también detuviera sus planes de inversión. De acuerdo con Infante, contaban con un programa de mejoras de los barcos, que implicaba alrededor de US$ 1 millón para cada nave. «También estábamos considerando agregar un nuevo barco a nuestra flota, proyecto que fue rápidamente abandonado cuando supimos de la reducción de cuotas», agregó e incluso indicó que frente al complejo panorama de esta industria la compañía tuvo que paralizar uno de sus tres barcos. «Eso haciendo un esfuerzo por no dejar a nuestra gente desocupada. Lo racional habría sido dejar dos de ellos amarrados todo el año», explicó el empresario. También enviaron naves a pescar a aguas internacionales -por fuera de las 200 millas de Argentina y de las Malvinas-, aunque Infante aseguró que los rendimientos de allí no son los esperados.