Este miércoles 4 de marzo, el presidente del directorio de Marine Harvest ASA, Ole-Eirik Lerøy, expuso en la North Atlantic Seafood Conference (NASF) -desarrollada en Bergen, Noruega- donde realizó un repaso de la historia de la industria del salmón.
Recordó los inicios en que los salmones y truchas eran cultivados en balsas de maderas, transportados por camiones de la época en cajas que no contaban con mayor seguridad y plantas de procesos donde casi todo el trabajo dependía de la mano de obra, a diferencia de hoy donde la automatización cumple una buena parte de las labores. De resguardo sanitario, muy poco. Eso sí, cabe recordar que en ese entonces la producción eran ínfima, por lo que lidiar con las pocas enfermedades que se presentaban no era mayor problema.
Ya en 2005, detalló Lerøy, cuando la industria mundial cosechaba cerca de 1,5 millón de toneladas anuales, comenzó a entramparse el crecimiento del sector debido a la «falta de financiamiento, acusaciones de dumping, la baja estabilidad política y los primeros indicios que, por lo menos Noruega, estaba alcanzando su peak productivo, por lo que requeriría de nuevas zonas de cultivo».
Luego, en 2008, vendría el golpe para la salmonicultura chilena con la aparición del virus de la Anemia Infecciosa del Salmón (ISAv) y su posterior crisis que provocó pérdidas por alrededor de US$5.000 millones para las empresas del país sudamericano, además de la falta de abastecimiento en mercados como Estados Unidos. Esta situación fue aprovechada por los productores noruegos para comercializar filetes frescos de salmón Atlántico a un alto precio.
Con la tormenta del ISAv controlada, el presidente del directorio de Marine Harvest ASA sostiene que hoy la industria mundial «ha alcanzado un tremendo desarrollo, con compañías consolidadas que, en línea con los estrictos requerimientos de las autoridades, mantiene una situación sanitaria relativamente estable y con un mercado que cada vez exige más salmónidos».
Menos actores
Precisamente el tema que ha marcado la agenda informativa de la industria, especialmente en Chile, es la compra y fusiones entre las compañías, donde el reciente acuerdo entre Marine Harvest y AquaChile ha sido protagonista.
Ole-Eirik Lerøy hace frente a las críticas sobre concentración argumentando que una menor cantidad de productoras «crea flexibilidad, reduce los riesgos, articula los trabajos de Investigación y Desarrollo (I+D), entre otros, permitiendo un diálogo más fluido entre empresas, lo que en definitiva permite estandarizar los sistemas productivos».
Mirando el futuro
Pensando en el escenario para 2025, el ejecutivo de la mayor productora de salmónidos en el mundo adujo que los desafíos están centrados en cómo controlar el piojo de mar, recudir los escapes, elaboración de alimentos sostenibles para los peces y promover las certificaciones, como la del Consejo para la Certificación de la Acuicultura (ASC, por sus siglas en inglés).
Sobre los nuevos requerimientos de los mercados, sostuvo que se «deben hacer productos más innovadores, funcionales y estéticamente atrayentes para los consumidores; diversificar los canales de comercialización y crear nuevas marcas. No se debe olvidar que el salmón es el motor de las ventas de seafood en el mundo», aseguró Lerøy.
Para cerrar, pronosticó que en diez años más «el 100% de los centros salmonicultores debiesen estar certificados ASC; el piojo de mar controlado; menos actores pero con vasta experiencia cultivando salmónidos; nuevas especias acuícolas en el mercado, producidas con tecnologías modernas; potentes marcas reconocidas a nivel transnacional; y consumidores de todo el mundo interiorizados con las bondades nutricionales de los pescados y mariscos».