Científicos detectan disminución en tono del canto de ballena azul del Pacífico sur

Jul 17, 2020

Según información de distintas fuentes, el sonido del canto de las ballenas azules varía entre 23 y 27 Hz aproximadamente, en los distintos océanos del mundo y en diferentes períodos medidos. En el caso de las ballenas azules chilenas, son cerca de los 25 Hz.

Un reciente estudio da cuenta de la disminución en la frecuencia de los cantos de la ballena azul chilena, también llamada la ballena azul del Pacífico suroriental, a lo largo de cuatro décadas, aproximadamente. El trabajo, que consideró geográficamente desde el Ecuador a la Patagonia, sería una confirmación de que este fenómeno, que está ocurriendo en diferentes partes del planeta, también ocurre en el Pacífico suroriental. Pero los científicos aún desconocen sus razones. Sin embargo, se plantean algunas hipótesis al respecto.

Hipótesis de la disminución

Según la Dra. Susannah Buchan, investigadora de la Universidad de Concepción (UdeC) y una de las autoras de la publicación, los cantos de las ballenas son siempre emitidos por los machos, lo que se evidencia en el comportamiento de las ballenas fin, jorobada y la azul. Por ello, la comunidad científica plantea que puede tener algún rol para llamar a la hembra o competir con otros machos.

«Con la recuperación de la población, luego del término de la caza comercial, hay más machos compitiendo, el que canta más grave es más exitoso en términos reproductivos, porque en el océano mientras más grave es el canto, más se propaga el sonido», precisa la también investigadora asociada al Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA).

Otra hipótesis que los científicos manejan conectada con el fin de la caza a nivel global, es que los machos lograrían crecer hasta su tamaño máximo y, por tanto, los animales son más grandes, con una producción sonora más grave.

En este mismo sentido, el estudio explica que el poder cantar exactamente en la misma frecuencia, puede ser una ventaja para la población de ballenas. Por ejemplo, una ballena hembra podría saber, utilizando el efecto Doppler (cambio de frecuencia en el sonido por cercanía o lejanía de la fuente emisora), si ella se está acercando o alejando de un macho a grandes distancias. Por otro lado, una baja frecuencia en el canto de un macho ha demostrado ser una ventaja en la competencia sexual en diferentes especies, porque indica un mayor y más poderoso emisor del canto.

«En algún momento se planteó que eran respuestas a los niveles de ruido de origen humano. Por lo que las ballenas podrían estar cantando en una frecuencia más grave, para evitar el ‘enmascaramiento’ que produciría el ruido antropogénico. A partir de esta idea uno esperaría que entre las poblaciones más expuestas al ruido, como las del Atlántico norte, esta situación fuese más recurrente, pero no se ve así. Entonces, por eso se ha tendido a descartar», añade la Dra. Buchan.

Canto de las ballenas azules

Según información de distintas fuentes, el sonido del canto de las ballenas azules varía entre 23 y 27 Hz aproximadamente, en los distintos océanos del mundo y en diferentes períodos medidos. En el caso de las ballenas azules chilenas, son cerca de los 25 Hz.

En estos audios se pueden comparar los cantos entre ballenas azules del Pacífico sur (Chile) y del Atlántico.

Ballena azul del Pacífico sur, Chile. Fuente: Dra. Susannah Buchan

Ballena azul del océano Atlántico (la señal de grabación ha sido acelerada diez veces). Fuente: National Oceanographic and Atmospheric Administration (NOAA)

Este video de YouTube brinda una idea de cuán baja es la frecuencia, en Hertz, del canto de la ballena azul, similar a una vibración de un movimiento sísmico (si le es posible, escuche con audífonos para hacerse una mejor idea):

Indicadores de salud del ecosistema marino

La investigadora, integrante del Comité Operativo para el Fortalecimiento del Control del Ruido Submarino del Ministerio del Medio Ambiente, explica que una ballena cumple un rol importante en términos ecosistémicos y que, por lo tanto, es necesario conocer estos aspectos de su comportamiento para evitar perder los beneficios que brinda al ecosistema.

«Una ballena a lo largo de toda su vida secuestra 33 toneladas de carbono. Entonces son sumamente importante para el secuestro del dióxido de carbono de la atmósfera (CO2), que en grandes cantidades nos genera problemas de contaminación en el planeta. En ese sentido, estos animales son un poco como los árboles que viven muchos años en tierra y que también secuestran carbono. Además, fertilizan la superficie del mar, a través de sus fecas, aumentan la productividad primaria (principalmente fitoplancton) y, a su vez, esta última también secuestra carbono».

Por otro lado, la especialista plantea que estos mamíferos marinos son indicadores de alta productividad primaria, porque las ballenas azules pueden consumir hasta tres toneladas de krill en el día. La fin consume hasta una tonelada, aproximadamente. Entonces, son animales que se desplazan solo donde existe alimento. Por lo tanto, si en el sector existen ballenas, sabemos que hay mucha productividad.

«Las poblaciones de ballenas hoy siguen en condición vulnerable, en peligro de extinción o crítico, dependiendo de la especie. En este sentido, Chile tiene compromisos de conservación marina por tratados internacionales, como la Convención sobre la Diversidad Biológica de la ONU. Entonces, es relevante que estos animales se puedan recuperar, dado que son tan importantes para el ecosistema marino e inclusive para el ámbito turístico en diferentes partes del país».

Junto con la Dra. Buchan trabajaron en el estudio sus colegas Franck Malige, Julie Patris, Hervé Glotin (Univ. Toulon, Aix Marseille Univ.), Kathleen M. Stafford (University of Washington). Además, Fannie Shabangu (Fisheries Management, Department of Agriculture, Forestry and Fisheries, Sudáfrica), Ken Findlay (Mammal Research Institute Whale Unit, University of Pretoria, Sudáfrica), Rodrigo Hucke-Gaete (Universidad Austral de Chile), Sergio Neira (Universidad de Concepción), Christopher W. Clark (University, Ithaca, New York, EUA).

*Fuente de la foto destacada: Flickr | NOAA_Photo_Library.

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