La directora del Instituto de Acuicultura de la Universidad Austral de Chile (UACh), Dra. Sandra Bravo, expuso en el webinar “El Futuro de la Salmonicultura en Chile”, instancia donde el Consejo del Salmón y la Pontificia Universidad Católica de Chile, presentaron los resultados del estudio «Externalidades y Regulación de la Industria del Salmón y el resto del mundo». La investigadora participó como invitada en el panel de discusión, junto a otros profesionales y representantes del sector.
Recordó que Noruega, desarrolla su producción salmonicultora a lo largo de toda la costa, “pero en Chile la producción está principalmente concentrada en dos regiones; en la región de Los Lagos y la región de Aysén. Por lo tanto, tenemos que definir a qué tasa se puede crecer sin afectar el ambiente marino, por un lado y, por otro, también cuantificar cuáles son las características que tienen las diferentes concesiones. Chile hoy día tiene asignadas, aproximadamente 1.300 concesiones de cultivo de salmón, de las cuales se ha estado usando solamente el 30%, para la producción del millón de toneladas aproximadas que hubo el año pasado”. Por lo tanto, una de las prioridades debiera ser, caracterizar las concesiones, en terminos de desempeño ambiental y productivo, de tal forma definir las capacidades de carga que puedan soportar cada una de ellas. Para esto, se requieren estudios ambientales y oceanográficos locales, para identificar cuáles son las potencialidades que tiene cada una de las concesiones y cuánto podría llegar a crecer”, acotó la Dra. Sandra Bravo.
Desafíos, crecimiento y sostenibilidad con estándares ambientales
Añadió que el crecimiento sustentable es uno de los temas y desafíos que tiene la industria del salmón a nivel mundial, no solamente en Chile. “Y dentro de las problemáticas identificadas desde sus inicios y que hoy día son mucho más potentes, está el tema sanitario definitivamente. De hecho, las regulaciones que rigen a la industria del salmón en Chile, han sido implementadas con foco en la bioseguridad. Las que se hicieron mucho más sólidas y estrictas después del brote del virus ISA”.
Agregó que la última modificación a la normativa que ha realizado Noruega, se centra en el control del piojo de mar, a través de semáforos de alerta, donde los centros de cultivo podrán aumentar o disminuir la biomasa dependiendo de la carga de parásitos por pez. “Pero, ahí hay una gran diferencia con Chile nuevamente. En Chile el piojo de mar no tiene un efecto tan relevante como lo tiene en Noruega, país en el cual existe abundante evidencia científica sobre el daño que genera sobre las poblaciones de salmón silvestre. Nosotros no tenemos ese problema, sin embargo, es importante conocer los reales efectos que los antiparasitarios, usados para el control del piojo de mar, generan en el ambiente marino”, acotó.
“Ahora, una de las demandas que tiene la salmonicultura en Chile y que tienen también los demás países productores de salmón, es que se apela a que se requiere más investigación y más conocimientos para definir capacidades de carga, daño ambiental, control de enfermedades, etcétera. La acuicultura y salmonicultura en particular, es una actividad económica importante para Chile, pero la industria se tiene que hacer cargo de contribuir con recursos económicos para enfrentar los problemas ambientales y sanitarios que genera”, manifestó.
“Un ejemplo interesante, es el fondo financiado en Noruega por la industria, a través de un impuesto del 0,3% sobre las exportaciones de productos del mar (Norwegian Seafood Research Fund), el cual fue creado en 2001 y cuyo directorio está conformado por representantes de la industria. Su objetivo es crear valor agregado a la industria a través de la investigación y desarrollo (I+D). Este fondo financia investigación sobre problemas que son transversales a toda la industria, puntualizó Bravo, agregando que, “cubrir la investigación es cara para todos los países, y en Chile la industria del salmón tiene que hacerse parte, y contribuir a la investigación requerida para asegurar un crecimiento sostenible”.
Sobre la falta de investigación en capacidades de carga y de aplicar el principio precautorio respecto de la expansión a Magallanes, la investigadora detalló que se requieren estudios y una definición clara acerca del uso del borde costero. “De hecho, de las concesiones que están autorizadas, habría que definir o clasificarlas, por ejemplo, en concesiones tipo A, B o C, de acuerdo a las características geográficas y oceanográficas que presentan y a su desempeño productivo. Aproximadamente un 30% de las concesiones disponibles hoy día son las que producen este millón de toneladas. Si la industria pudiera utilizar las 1.300 concesiones, se podría triplicar la producción actual”.“Pero obviamente, no todas las concesiones tienen las características ni las condiciones para poder crecer. Por lo tanto, me parece correcto el principio precautorio».
Estrategia nacional y regional
Enfatizó que la salmonicultura se realiza en la zona sur austral, concentrada en las regiones de Los Lagos y Aysén, por lo que debe haber una estrategia regional. “Sin salmonicultura estas regiones se caen. Eso lo vimos el año 2007 con el problema del virus ISA. Pero además debe haber una estrategia nacional, porque la salmonicultura aporta en forma importante al PIB del país”.
“Además, somos los segundos productores de salmón a nivel mundial, lo que nos debiera llenar de orgullo definitivamente. Pero sabemos que tenemos una serie de desafíos, principalmente de tipo ambiental y sanitario. No podemos crecer indefinidamente, hay que definir una estrategia de crecimiento”, acotó.
“Las proyecciones de crecimiento para Noruega son mucho más factibles que para Chile. Noruega produce aproximadamente un millón y medio de toneladas a lo largo de todo el país, por lo que puede crecer fácilmente cinco veces más que Chile, pero tampoco es tan fácil. Porque uno de los problemas más importantes que enfrenta la salmonicultura a nivel mundial, son juntamente los problemas patológicos. Y uno de esos es el piojo de mar. De hecho, los semáforos que implementó Noruega en las últimas modificaciones a su normativa, están enfocadas justamente a crecer más cuando la carga de parásitos es más baja con respecto a otros sectores. Pero todo eso está definido también por estudios medioambientales y oceanográficos, y ahí estamos al debe”, señaló.
“Históricamente el mar en Chile se ha visto en forma horizontal, y en realidad lo tenemos que ver en forma vertical, hacia su profundidad. Cuánto podemos producir; cuáles son las capacidades que tienen los centros de cultivo y cómo nos podemos expandir. Para dar respuesta a estas interrogantes, se requieren estudios definitivamente”, concluyó la Dra. Sandra Bravo.
Fotografía: Instituto de Acuicultura UACh.