Estudio revela que la luz artificial nocturna trastorna el comportamiento de especies marinas

Jul 14, 2023

Los autores del estudio esperan que estos hallazgos sirvan como una llamada de atención para la comunidad científica y los responsables de la toma de decisiones con la finalidad de estimular la implementación de medidas destinadas a mitigar los impactos negativos.

La investigación titulada “Artificial Light at Night (ALAN) causes size-dependent effects on intertidal fish decision-making” revela que la luz artificial nocturna tiene un impacto significativo en el comportamiento de las especies marinas.

El estudio, publicado recientemente en Marine Pollution Bulletin, se centró en el pez de roca intermareal conocido como Girella laevifrons, y sus hallazgos proporcionan una visión única sobre cómo la exposición a la luz artificial altera los ciclos del día y la noche, afectando la toma de decisiones de estos organismos.

El pez de roca (que en estado juvenil habita las pozas de marea y adulto sectores cercanos a la costa) intermareal Girella laevifrons, mejor conocido como alpargata o baunco, es una especie nativa de la región del Pacífico sudoriental y es uno de los vertebrados más abundantes y ecológicamente relevantes de la costa chilena.

El Dr. José Pulgar, investigador de la Universidad Andrés Bello y de Cimarq (Centro de Investigaciones Marinas de Quintay), explicó que “durante el tiempo que este pez habita las pozas de marea, presenta un dieta omnívora, lo que asociado a su gran abundancia, tiene un gran impacto en las comunidades costeras.En estado adulto en el submareal, esta especie alcanza tamaños corporales similares a una reineta, por lo que está comenzando a ser explotada comercialmente, en países como Perú y en algunas zonas del centro norte de Chile. En este sentido, representa una nueva especie con potencial de explotación comercial”.

El estudio se llevó a cabo en un entorno controlado en el que se expuso a un grupo de peces a luz artificial nocturna, mientras que otro grupo fue mantenido en condiciones de oscuridad natural, imitando así el ciclo normal de luz y oscuridad.

En este sentido, el Dr. Patricio Manríquez, investigador de Ceaza, manifestó que “en condiciones naturales esta especie durante el día vive en pozas intermareales, escondido en lugares oscuros. Por ende, era esperable que aquellos peces no afectados por los tratamientos experimentales se desplazaran hacia los sectores oscuros de las arenas experimentales”.

En cuanto al grupo expuesto a luz artificial nocturna, estos “tomaron más tiempo decidiendo hacia que sector movilizarse. Además, los peces mantenidos en el régimen de iluminación normal prefirieron movilizarse más hacia el sector oscuro en comparación a los peces mantenidos previamente en el régimen de iluminación alterado (con ALAN)”, describió el Dr. Manríquez.

De acuerdo a la investigación, los resultados indicaron que la luz artificial nocturna afecta, en primer lugar, el tiempo que toman los ejemplares de baunco en decidir el desplazarse hacia su posición final y, en segundo, la selección del destino final de su desplazamiento. Por lo tanto, estos sugieren que la exposición previa a luz artificial nocturna desorienta o reduce la capacidad de estos peces para elegir condiciones oscuras, consideradas las más seguras para los peces pequeños que enfrentan depredadores u otras posibles amenazas presentes en su entorno.

Además, los investigadores descubrieron que estos efectos eran dependientes del tamaño de los peces. Los individuos más pequeños parecían ser más susceptibles a los efectos negativos de la luz artificial, mientras que los peces más grandes mostraron una mayor resistencia y eran menos afectados en su toma de decisiones de natación direccional.

Implicancias sociales

La luz artificial nocturna, consecuencia directa de la urbanización y la iluminación excesiva, ha aumentado dramáticamente en todo el mundo en las últimas décadas. Este estudio proporciona evidencia adicional sobre los impactos perjudiciales de la luz artificial en la vida marina y destaca la importancia de considerar el impacto ambiental de la misma.

El Dr. Manríquez hace hincapié en que “somos un país marino con un extenso maritorio, en consecuencia claramente es necesario generar más conocimiento en muchos aspectos que son necesarios para la correcta explotación, conservación y manejo de las especies que en él habitan. Los estudios de luz artificial nocturna son solo uno de los aspectos que se debe priorizar. En Chile, esto es un punto relevante en la actualidad debido al gran desarrollo urbano en el borde costero; habitacional, portuario, costaneras, laboratorios costeros, universidades, hotelería, etc”.

Los autores del estudio esperan que estos hallazgos sirvan como una llamada de atención para la comunidad científica y los responsables de la toma de decisiones, y estimulen la implementación de medidas destinadas a mitigar los impactos negativos de la luz artificial en los ecosistemas marinos.

“La presencia de luz durante las noches es una necesidad social real para la seguridad ciudadana y el normal desarrollo de actividades en ausencia de luz natural. En consecuencia, no la podemos eliminar en su totalidad. Sin embargo, nuestra intención es: (1) levantar información sobre cómo diseñar fuentes luminosas ecológicamente amigables con el entorno y (2) poder influir en los tomadores de decisión sobre la relevancia de implementar estas fuentes luminosas. Esto permitirá garantizar simultáneamente la seguridad ciudadana, el desarrollo de actividades y el óptimo desempeño de los organismos que habitan nuestros ambientes costeros”, concluyó el especialista.

Cabe destacar que esta investigación fue liderada por el Dr. José Pulgar (Universidad Andrés Bello y Cimarq), donde participaron los científicos Dr. Patricio H. Manríquez (Ceaza y Lecot), Stephen Widdicombe (Plymouth Marine Laboratory), Roberto García-Huidobro (CiiCC, Universidad Santo Tomás), Pedro A. Quijon (Department of Biology, University of Prince Edward Island), Mauricio Carter (Departamento de Ecología & Biodiversidad de la Universidad Andrés Bello), Marcela Aldana (CiiCC, Universidad Santo Tomás), Diego Quintanilla-Ahumada (Departamento de Ecología & Biodiversidad de Universidad Andrés Bello) y Cristian Duarte (Departamento de Ecología & Biodiversidad de Universidad Andrés Bello y Cimarq).

Fotografías: Ceaza

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