En la ciudad de Viña del Mar, Región de Valparaíso, se reunió el Grupo de Trabajo de Tiburones (GT – Tiburones) conformado por un equipo de investigadores dedicados al estudio de estas especies en Chile. La entidad asesora a la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca) en temas de manejo y conservación de estas especies. El Grupo también es responsable de la gestión del Plan de Acción Nacional de Tiburones y participa en programas regionales en materia de conservación y adaptación al cambio climático en pesca y acuicultura.
En la reunión participaron los investigadores Fidelina González, académica de la Universidad de Concepción; Francisco Ponce de la Subpesca; Miguel Araya de la Universidad Arturo Prat; y Patricio Barría, Edison Garcés y Patricia Zárate del Instituto de Fomento Pesquero (IFOP).
El presidente del GT – Tiburones, MSc. Patricio Barría, que es quien conduce este grupo asesor y dirige el proyecto «Seguimiento de Pesquerías de Recursos Altamente Migratorios», detalló que los «principales temas tratados fueron el manejo y conservación de las pesquerías de tiburones costeros, principalmente el tollo de cachos (Squalus acanthias) y el tollo común (Mustelus mentus), especies que habitan en la plataforma continental de Chile y se distribuyen desde Arica (Región de Arica y Parinacota) hasta el cabo de Hornos (Región de Magallanes) y están presentes en la zonas intermareales y submareales en la plataforma continental, frecuentemente en aguas someras, las cuales tienen un alto impacto antrópico -ya sea por la pesca comercial y recreativa-, la contaminación marina y la alteración de sus hábitat costero por efecto de obras civiles».
Respecto de los impactos de la pesca, explicó que estas especies son capturadas como fauna acompañante en las principales pesquerías nacionales (i.e. peces demersales capturados con arte de pesca de arrastre) y generalmente son descartadas y no tienen un aprovechamiento integral. En las pesquerías artesanales también se capturan y se utilizan para abastecer el mercado nacional y se comercializan en los puertos y caletas para consumo humano.
«Una fracción de esas capturas va a las plantas de proceso donde se elaboran productos para ser exportados bajo el nombre genérico de tiburón. En estas especies existe un escaso conocimiento científico en relación con su ciclo vital (longevidad, madurez sexual, tiempo de gestación, numero de crías, mortalidad) y sus patrones de distribución espacial y temporal; por lo que es importante avanzar en definir su estado de conservación, antecedente crucial para la elaboración de medidas de conservación y manejo y la sustentabilidad de la actividad de las pesquerías nacionales», subrayó Patricio Barría.
Por su parte, Edisón Garcés, también investigador del IFOP, comentó que hay especies de escualos que no están siendo consideradas dentro de la evaluación pesquera, estos son el tollo de cachos y el tollo común, que poseen una biología muy frágil y presentan características de su ciclo de vida que los hacen más vulnerables que otras especies. «Además, presentan una madurez reproductiva tardía y son especies longevas, sobre todo el tollo de cachos que presenta una gestación a los 24 meses con una madurez sexual a los 25 años de vida, y en Chile ambos tiburones no tienen medidas de conservación, a pesar que su explotación es importante; se distribuyen en toda la costa chilena, su pesquería principal se da en la regiones de Los Lagos y de Aysén, donde existe confusión en sus niveles de desembarques».
«La idea del grupo de trabajo es recabar información científica para fundamentar medidas de conservación para ambas especies. Por otra parte, ambas especies se exportan y sus productos se catalogan sin especie y se comercializan principalmente en el mercado asiático», complementó Edison Garcés.
Miguel Araya, académico de la Universidad Arturo Prat (UNAP) de Iquique, agregó que falta conocimiento sobre especies de condrictios en la zona norte de Chile, donde los tiburones no son especies objetivo, pero se extraen como fauna acompañante de otros recursos, razón por la cual hay que regular y estudiarlos. «Por ello, se hace necesario generar propuestas de estudios sobre estas especies que son altamente vulnerables, como el pejegallo y algunas rayas que están ampliando su distribución y hay que tener un monitoreo permanente en las costas del país sobre su registro e información», concluyó el investigador de la UNAP.