El mundo está cambiando, y el país también. Hoy, el mundo empresarial se enfrenta a una serie de desafíos, con un planeta en constante transformación, donde el cambio climático, la pandemia del Covid-19, la equidad de género y la justicia ambiental y social, entre otros asuntos, se han tomado la agenda. En Chile, el principal síntoma de estos nuevos tiempos está reflejado, tal vez, en el proceso constituyente que busca establecer una nueva Carta Magna para la nación.
Para abordar estas transformaciones y cómo el mundo empresarial –incluida la pesca y acuicultura– puede navegar mejor en estas aguas, AQUA conversó con el office managing partner de EY Patagonia, Mario Rodríguez, quien entregó su visión y sugerencias.
El último tiempo, las industrias –incluida la acuícola y pesquera– han tenido que desenvolverse en un entorno bastante complejo y cambiante, donde figura el cambio climático, la pandemia del Covid-19, mayores demandas sociales y ambientales y un Chile con un proceso constituyente en curso. Ustedes, como expertos en consultoría, ¿observan también un panorama más complejo para el mundo empresarial?
Se observa un panorama cada vez más desafiante para el mundo empresarial. En el corto plazo, está el desafío de volver a una nueva normalidad y evaluar como esto se va a implementar en las empresas ¿Va a continuar el teletrabajo?. Por otra parte, las demandas sociales, que han derivado en un proceso constituyente, generan incertidumbre de cara a proyectos de inversión a largo plazo. Finalmente, el rol de las empresas y su compromiso frente al cambio climático requiere de medidas inmediatas y estratégicas con un horizonte de largo plazo, lo cual podría significar rediseñar parte de los modelos de negocios actuales de ciertas empresas.
Considerando este panorama, ¿qué recomendaciones daría a las empresas de la industria acuícola nacional para nadar mejor en estas aguas y adaptarse o sobrellevar de mejor manera este nuevo escenario?
Recomendaría poner foco en la vuelta al trabajo y colaboradores, es decir, evaluar los actuales protocolos sanitarios, escuchar a los trabajadores (efectuar encuestas) y evaluar si un sistema de regreso híbrido es lo más apropiado en estos momentos. En cuanto al cambio climático, todos los lineamientos y estrategias de sostenibilidad deberían venir del gobierno corporativo. Por ejemplo, en la industria de la proteína es un tema que se viene fuerte y que está demandando el consumidor final: obtener más información de los productos (genética), su trazabilidad (lugar de origen), alimentación, etc.
A pesar del escenario de incertidumbre que existe, durante el 2021, el precio del salmón ha vuelto a sus niveles pre-pandemia en algunos mercados, por lo cual, dejando fuera de la ecuación la variable precio, es importante que la industria acuícola se pueda centrar en la eficiencia operacional de la mano con materias de sostenibilidad.
En cuanto al proceso constituyente que está viviendo en Chile, hemos visto que algunas empresas ven este tema –y las demandas sociales en general– con cierto grado de incertidumbre. ¿Cree que hay razones para estar inquietos o el llamado sería más bien a la tranquilidad y cooperación en lo posible?
En cuanto al proceso constituyente, es difícil no demostrar algún grado de ansiedad. Considero que debemos ser optimistas y cada ciudadano debe cumplir con su deber cívico, no tomar posturas extremas y mirar retrospectivamente estos últimos 20 y 30 años, luego del retorno a la democracia. Los gobiernos de turno han pasado y las empresas se han mantenido. Aquellas empresas que han sabido leer el escenario y que cuya estrategia de crecimiento de largo plazo considera en el centro de sus prioridades los factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG), deberían estar tranquilas.
En cuanto a la nueva constitución, y entrando más en detalle, ¿se podrían dar algunos cambios que pudieran afectar la operación de la industria acuícola? ¿De qué tipo?
Me costaría pensar en cambios estructurales para la industria acuícola, entendiendo que es uno de los principales sectores económicos del país, una gran fuente de empleo para el sur de Chile y en los últimos años un polo importante para la investigación y desarrollo. Es probable que luego del proceso constituyente a los reguladores se les otorguen más recursos y atribuciones y que esto genere una mayor fiscalización, lo cual, podría ser positivo desde el punto de vista de la competitividad y mejores prácticas del sector, el cuidado de las comunidades y medio ambiente; todo esto finalmente se debería traducir en mayores beneficios para los consumidores.
Temas puntuales donde se podría ver afectada la industria podrían relacionarse con aquellos que generan externalidades para las comunidades, como la gestión de residuos, todo lo relacionado con concesiones acuícolas y derechos de agua, planes de mitigación para los bloom de algas, y otorgamiento de nuevos permisos que requieran de alguna calificación ambiental, entre otros.
Finalmente, sabemos que hay varias empresas trabajando en la incorporación del concepto de “derechos humanos” en la organización. ¿Qué les parece esta tendencia? ¿Cuán relevante y beneficioso puede resultar trabajar con este concepto?
Considero que el concepto de derechos humanos en las organizaciones siempre ha existido. En este último tiempo me parece positivo que temas relacionados a la inclusión y diversidad se hayan tomado la agenda dado que el principal activo en las organizaciones son las personas. Por otra parte, y con todo el acceso a información que existe hoy, las empresas están mucho más activas en compartir sus valores, su visión y rol en la sociedad por medio de distintos reportes (memorias, reportes de sostenibilidad, redes sociales y otros), entregando mayor transparencia al mercado y finalmente a las personas, quienes de manera informada pueden tomar mejores decisiones al momento de postular o recibir una oferta para un nuevo trabajo.
Fotografía: EY