Mayor hallazgo de ballenas muertas genera quiebre entre científicos

Dic 4, 2015

El equipo del Inach realizó cuatro necropsias en la primera expedición que permitieron determinar que la especies varadas eran ballenas sei (Balaenoptera borealis).

(La Tercera) “No se podía haber guardado este secreto”, dice a La Tercera Anelio Aguayo, investigador del Instituto Antártico Chileno (Inach), sobre la reserva en que se mantuvo el hallazgo de 337 ballenas varadas entre el golfo de Penas (Región de Aysén) y Puerto Natales (Región de Magallanes). Los dardos de Aguayo, reconocido en el mundo científico por ser pionero en el estudio de los mamíferos marinos en Chile, apuntan principalmente a las biólogas Vreni Häussermann, del Centro Científico Huinay, y Carolina Simon Gutstein, del Consejo de Monumentos Nacionales.

En junio, ambas investigadoras realizaron sobrevuelo en la zona donde Häussermann descubrió a mediados de abril más de 30 ballenas muertas. El avión fue financiado por National Geographic, organismo que el 20 de noviembre publicó una nota sobre los resultados del viaje, y en la que se confirma que existían más ejemplares muertos, distribuidos en una extensa y compleja zona geográfica, como los canales y fiordos de la Patagonia.

En abril, cuando Häussermann puso en conocimiento al Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca) de su primer descubrimiento, esta institución organizó una expedición a la zona el mes siguiente, en la que participó el equipo del Inach, entre otras organizaciones, como el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF, por su sigla en inglés), la Policía de Investigaciones (PDI), y las universidades de Chile y Austral.

El equipo del Inach realizó cuatro necropsias en la primera expedición que permitieron determinar que la especies varadas eran ballenas sei (Balaenoptera borealis).

Salud pública

Después de este viaje, según Aguayo, quien comparte su posición con otros 15 investigadores, entre estos el biólogo marino de la Universidad Austral de Chile, Rodrigo Hucke-Gaete, se habría generado un acuerdo para investigar en conjunto lo que ocurría en el área. Pero finalmente Häussermann y su equipo optaron por trabajar con National Geographic, y preparar un artículo científico sobre las razones de las muertes. Esto encendió los ánimos.

“El problema que se presenta es que los colegas de Huinay, ayudados por investigadores de Canadá y Nueva Zelanda, preparan un trabajo científico y los envían a revistas sin comunicarle al resto de la comunidad”, enfatiza Aguayo, quien asegura que este trabajo se denomina “Grandes ballenas mueren en el golfo de Penas, posiblemente a causa de la corriente del Niño que provoca que provoca un bloom de las algas nocivas”.

Para Anelio Aguayo, la marea roja es un problema de salud pública, por eso considera grave que al constatar la existencia de más ballenas muertas en junio no se haya alertado, por ejemplo, a los pescadores por la magnitud y extensión del evento.

Este investigador es parte del Comité de Ética de la Sociedad Latinoamericana de Especialistas en Mamíferos Acuáticos, donde esta polémica será analizada.

La Asociación de Médicos Veterinarios de Fauna Silvestre de Chile, por su parte, también emitió un comunicado, cuestionando la decisión de las investigadoras, que a su juicio afectó por meses la investigación en campo.

Lea: Denuncian irregularidades en hallazgo de las 337 ballenas muertas en la Patagonia de Chile

Polémico sobrevuelo

Vreni Häussermann recuerda que a mediados a abril de este año, cuando realizaban una expedición para un inventario de fauna marina, en el marco de un convenio Fondecyt, se toparon con las primeras ballenas muertas, hecho que notificaron al Sernapesca apenas regresaron a Puerto Montt (Región de Los Lagos). Luego vino la expedición en mayo.

Pero este trabajo no fue suficiente para la bióloga. Tenía antecedentes para pensar que habían más ballenas muertas y sugirió un sobrevuelo, pero esto no se hizo debido a condiciones climáticas desfavorables.

“Con Carolina estábamos convencidas que era necesario conocer la extensión del evento para entender lo que pasó y las significaciones para la conservación”, explica a La Tercera. Pero cuando se dieron cuenta que no iba a realizarse otro vuelo, entre otras razones porque el caso estaba resuelto para Sernapesca, decidieron conseguir fondos privados para llevarlo a cabo.

“Estos fondos fueron entregados por National Geographic y fueron combinados con un embargo, nos hicieron firmar que no podíamos entregar información para que no llegue a la prensa. Esto es normal y entendible porque pagaron el vuelo y querían hacer la primera nota de prensa”, dice Häussermann.

En el vuelo se filmaron los avistamientos y se sacaron más de 10.000 fotografías. El procesamiento y análisis de todo el material que permitió arribar a una cifra terminó recién en octubre.

Sobre el artículo científico, la investigadora no entrega más detalles hasta que se publique. “Hasta el momento estamos evaluando varias causas naturales de muerte”, puntualiza.

La bióloga aduce que cinco de los ocho autores de la investigación son chilenos, y que nunca la intención fue marginar a científicos. De hecho, los que trabajaron en el estudio son los que se mostraron interesados en participar.

Recuerda que después de la primera expedición se realizó una reunión en Valdivia (Región de Los Ríos), a cargo del Sernapesca, después se programó otra para agosto, pero nunca se realizó.

También desdramatiza el hallazgo, en el sentido que otros científicos como Hucke, y ella sospechaba que habían más ballenas muertas. “Así que lo que descubrimos no era un evento nuevo porque todo se sospechaba”, argumenta.

Además, asegura que hicieron las consultas si había necesidad de informar en el minuto al Sernapesca, pero les informaron que no era necesario al tratarse del mismo evento. “No hay ningún problema ético y legal”, afirma la experta de Huinay.

La premura para volar también la originó el avance en la descomposición de los cuerpos, ya que los encontrados en abril ya estaban en mal estado para los análisis.

Fiscalía retoma investigación

Por su parte, la otra líder del estudio, Carolina Simon Gutstein, sostiene que la información del hallazgo se socializó con el equipo de científicos más cercanos y asevera que se hizo el llamado a todos los científicos a participar, pero no se tuvo respuestas de todos.

Consultada sobre el peligro de no avisar sobre la magnitud y extensión del evento, en especial si existían antecedentes de marea roja, la investigadora plantea que le extraña esta acusación, porque en el período de invierno es muy difícil de navegar y llegar a la zona. “Este es uno de los puntos principales de por qué no se realizaron más expediciones embarcados”, dice.

Las razones de las primeras treintenas de muertes ya están claras, explicó a La Tercera el fiscal de Puerto Aysén, Pedro Poblete. Se pudo determinar que fue producto de una intoxicación con biotoxinas (marea roja) presente en el plancton de la zona. Por lo que el caso se sobreseyó en agosto al no existir intervención humana.

Poblete ahora realizará indagaciones sobre el nuevo hallazgo, luego que el 18 de noviembre recibieran la denuncia por parte del Sernapesca, la que llegó a esta institución a través de su sitio web, 24 horas antes.

“Esa investigación está vigente”, precisa el fiscal, quien pedirá declaraciones a testigos y tomará muestras con apoyo de la Brigada Investigadora de Delitos Contra el Medioambiente (Bidema) de la PDI.

Poblete aclara que el acuerdo con National Geographic no afecta la investigación y que los científicos de Huinay están disponibles para aportar información, para que la justicia determine si los dos varamientos están conectados o son fenómenos independientes.

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