El gerente de Farming de Salmones Magallanes y vicepresidente de la Asociación de Productores de Salmón y Trucha de Magallanes (Apstm), Óscar Garay, escribió una columna de opinión que fue publicada en el boletín del gremio salmonicultor de la austral región y que a continuación reproducimos íntegramente:
«La industria salmonicultora chilena se ha recuperado después de la catástrofe vivida hace unos años y ha retomado con fuerza el dinamismo que la caracterizó, recuperando el sitial de ser el motor de desarrollo de las regiones del sur de Chile, especialmente en Los Lagos y Aysén.
Dicha recuperación no ha sido un milagro, sino que el fruto de un arduo trabajo mancomunado entre las empresas, autoridades, investigadores, proveedores, la banca y los trabajadores.
Es verdad que queda una gigantesca tarea por delante. Los avances que se han hecho todavía son perfectibles y se debe por otra parte pulir la legislación para eliminar los excesos normativos que no contribuyen a evitar o disminuir riesgos, pero sí a aumentar los costos operativos de una industria, de por sí, muy maltrecha desde el punto de vista financiero.
La lección que pagó la industria fue bastante cara y es por esto que los que hoy en día estamos apostando por desarrollar esta industria en Magallanes somos muy celosos de evitar que una situación, siquiera similar, pueda llegar a ocurrir en nuestra región y poner en riesgo la consolidación de nuestros logros.
Ya que con el mínimo desarrollo de la salmonicultura en la región (menos del 5% del total nacional), nos hemos convertido en un actor relevante dentro de la economía regional, aportando con 1.500 puestos de trabajo directos, aproximadamente 3.000 indirectos y aportando con el 15% del Producto Interno Bruto (PIB) regional (según las estimaciones para este año); lo que la convierte en la segunda industria más importante después de la minería y con un gran, aunque limitado, potencial de crecimiento (se estima que en el más optimista de los casos se podrían obtener 180 concesiones en Magallanes, en comparación con las 539 de Los Lagos y de las 635 de Aysén).
Queremos un desarrollo sustentable en el amplio sentido de la palabra, propugnamos tener una región autónoma en donde existan barreras sanitarias que limiten el paso de peces de las otras regiones a la nuestra. Hemos realizado fuertes inversiones para tender a eso y hemos establecido estrictas medidas de bioseguridad que limiten los riesgos de transmisión de enfermedades entre los peces.
El cuidado del medioambiente, de la seguridad tanto de nuestros trabajadores como de nuestros prestadores de servicio y el cumplimiento irrestricto de las normativas (incluso aunque algunas de ellas nos parezcan anacrónicas o injustas) se ha transformado en parte de nuestra cultura y creemos que es el único camino para poder proyectarnos en el tiempo y ser un ejemplo de crecimiento responsable y sustentable».