La biodiversidad íctica o de peces del ecosistema dulceacuícola (ríos y lagos) de Chile es poco diversa (44 especies descritas) y sin importancia económica por su pequeño tamaño, pero es de alta importancia por ser única en el mundo, propiedad que la ciencia denomina endemismo. Esto es consecuencia de la condición de «isla» de Chile, aislado geográficamente por la cordillera, el océano Pacífico, el desierto por el norte y por los hielos en el extremo sur.
La descripción es del investigador del Laboratorio de Genética, Acuicultura y Biodiversidad de la Universidad de Los Lagos (ULagos), doctor Gonzalo Gajardo, quien de esta forma comienza a introducirse en un tema contingente, como lo fue la erupción del volcán Calbuco, iniciada el pasado miércoles 22 de abril.
Según especifica en el sitio electrónico de dicha casa de estudios (www.ulagos.cl), «otra característica de los peces nacionales es su condición de ‘peligro de conservación’, puesto que su capacidad adaptativa a las condiciones ecológicas históricas de lagos y ríos de la zona centro-sur, su área de distribución principal, se ha visto afectada por la acción del hombre, y crecientemente por el cambio climático. Los ríos y lagos que nos enorgullecían por ser prístinos ya no lo son», subraya el doctor Gajardo.
Otro componente del ecosistema dulceacuícola son las especies salmonídeas exóticas que no eran propias de nuestros ríos y lagos, introducidas para promover la pesca recreativa a principios de 1900 y la salmonicultura en los setentas.
«Producto de ello, las truchas café y arcoíris hoy son consideradas naturalizadas, en otras palabras adaptadas a las condiciones locales, aunque esta condición necesita aún demostración científica. Las truchas sustentan la pesca recreativa y el turismo asociado, ambos relevantes para el desarrollo económico de la región. Otros salmonídeos dan cuenta del extraordinario éxito económico y social de la industria salmonicultora, aunque es necesario dejar en claro los problemas ecosistémicos ocasionados por esta», aduce el investigador de la ULagos.
Consecuencias de la erupción
De ahí que la erupción del volcán Calbuco -anteriormente pasó en Chaitén y el Caulle-, tenga evidente impacto en ríos y lagos, y genere preocupaciones variadas según el sector involucrado. «El Gobierno y científicos tienen responsabilidad por las especies nativas, especialmente el primero que ha firmado acuerdos internacionales para protegerla. Igualmente, el Gobierno y las empresas salmonicultoras y otras están preocupados por el efecto económico de corto plazo, por ejemplo, la televisión ha señalado la pérdida de infraestructura en el río Correntoso, producto de su crecida», comenta el investigador de la ULagos.
De igual manera, advierte que los efectos de largo plazo, producto de la evidente contaminación de las aguas por materias piroclásticas, son difíciles de predecir, pero requieren una reflexión, puesto que dejan de manifiesto otra precariedad nacional: el poco conocimiento científico de los ríos y lagos de la región, que es esencial para evaluar perturbaciones de menor o mayor cuantía, como el impacto de la erupción del Calbuco.
«Los científicos hacemos lo posible con el financiamiento que conseguimos nacional e internacionalmente, pero al Gobierno Regional le corresponde apoyar e intensificar esta labor. Disponer de una línea base de información es la única manera posible y seria de evaluar el impacto de este tipo de catástrofes naturales, más allá de lo obviamente visible y cuantificable. Debemos conocer cada uno de nuestros ríos y lagos regionales», concluyó el doctor Gonzalo Gajardo.