[LO MÁS LEÍDO EL MIÉRCOLES] Alejandro Buschmann: “Debemos modificar la lógica de cómo planteamos el desarrollo de la acuicultura”

Abr 14, 2021

"Nuestro sistema de gobernanza todavía fomenta el monocultivo y no tiene una visión sobre un uso integral y sostenible de los ecosistemas costeros" dice el connotado académico, quien abordó con AQUA los desafíos de la acuicultura nacional en materia de sustentabilidad.

Hace unos días, el investigador del Centro i~mar de la Universidad de Los Lagos (ULagos), Alejandro Buschmann, hizo noticia al publicarse un artículo en la prestigiosa revista Nature donde él participó como autor y que aborda el progreso de la industria acuícola en términos de nutrición y sostenibilidad. Se trata del estudio “A 20-year retrospective review of global aquaculture”.

En la investigación, financiada por el Centro de Seguridad Alimentaria y Medio Ambiente de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), se realizó un seguimiento los avances de la industria acuícola tras una publicación hace 20 años atrás en la cual se enfatizaba que la producción, al depender de harina y aceite de pescado, tenía un importante impacto sobre las pesquerías. El artículo, que fue citado por el New York Times, también subraya oportunidades y desafíos que aún quedan pendientes para un crecimiento sostenible.

Para abordar detalles de esta investigación, AQUA conversó con el Dr. Alejandro Buschmann, quien también se refirió a los últimos sucesos que se han registrado en las regiones de Los Lagos y Aysén, en Chile, en cuanto a los bloom de a microalgas.

Hace unos días se conoció la publicación de un artículo –donde usted participa como autor–acerca de sostenibilidad de la acuicultura, principalmente, en cuanto a la nutrición. ¿Podría explicar de qué se trató dicho estudio y cuáles fueron sus principales aportes?

En términos nutricionales para el hombre, la información obtenida desde la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indica que la principal fuente para alimentación humana es la acuicultura de agua dulce, donde se producen carpas y otros organismos y principalmente asociados a producción a escala familiar que llega a los mercados locales.

En cuanto a las dietas, se pudo comprobar que, comparativamente con estudios previos, la cantidad de harina y aceite de pescado han disminuido en forma importante en los alimentos acuícolas, siendo sustituidos por productos agrícolas y por uso de recortes durante el proceso de organismos marinos.

Ahora, si bien queda atrás de algún modo la crítica sobre los requerimientos de pesca por kilogramo de pez producido (disminuyen por este desarrollo tecnológico), el crecimiento de la acuicultura de peces marinos sigue aumentando en términos absolutos, por lo cual la presión sobre las pesquerías a nivel global también sigue aumentando. Por otra parte, ya hay trabajos llamando la atención sobre la creciente presión de la acuicultura sobre sistemas terrestres y sobre todo por lo que ello significa para la producción de soya asociada a la deforestación en la Amazonía.

De acuerdo con la investigación, ¿cuáles serían los desafíos pendientes de la acuicultura en términos de sostenibilidad? ¿Qué recomendaciones daría a los acuicultores chilenos para avanzar en la materia?

Creo que los patrones de desarrollo de la acuicultura en Chile no están totalmente alineados con la sustentabilidad. Por ejemplo, nuestro sistema de gobernanza todavía fomenta el monocultivo y no tiene una visión sobre un uso integral y sostenible de los ecosistemas costeros. Hay que considerar que la producción de peces es una parte bastante menor en la acuicultura a nivel mundial; las algas y moluscos filtradores son los principales componentes de los sistemas marinos. En esa línea, en Chile, excepto por el caso del mejillón, vamos en sentido contrario a lo que se debería hacer. Por ejemplo, hace unos 20 a 25 años atrás, nuestro país producía 120 mil toneladas de pelillo para la fabricación de agar, y hoy los números son tres a cuatro veces menores. Esto es preocupante porque olvidamos los servicios ecosistémicos que estos organismos entregan y no movemos nuestra producción en forma estratégica hacia prácticas más sustentables.

Por lo que sabemos, usted fue parte de “Comisión Marea Roja” que operó en 2016 luego de que se produjera el gran bloom de algas que afectó a las actividades costeras. Este año, la industria nuevamente está siendo golpeada por microalgas ¿Cómo visualiza estos eventos? ¿Cree que la situación podría ser compleja, a pesar de se ha informado que los eventos ya están en retirada?

Estimo que nadie puede decir que eso no es posible y por ello debemos estar preparados para estos eventos. A nivel mundial, tenemos un aumento de la frecuencia e intensidad de estos fenómenos. Como cualquier organismo fotosíntético, las microalgas necesitan de la radiación solar para crecer y reproducirse. La evidencia climática señala una clara tendencia a que tendremos años más secos y, sin lluvia, es probable que la luz aumente. Por otra parte, la población crece y nuestra presencia significa mayores aportes de nutrientes. Pero, además, la propia producción animal tanto terrestre como marina produce nutrientes que están constantemente en el mar.

Experimentos realizados en Chile señalan que algas pueden incrementar su tasa de crecimiento hasta un kilómetro o más de un centro de cultivo de salmón por sus aportes de productos de excreción (amonio). Todos estos elementos nos llevan a pensar que debemos modificar la lógica de cómo planteamos el desarrollo de la acuicultura en nuestro país para generar divisas, pero para que también sea una fuente de alimento para toda la población.

En pocas palabras, ¿serían varias las causas de este tipo de floraciones?

Algo mencioné anteriormente, pero como cualquier organismo fotosintéticamente activo, estos requieren de luz y de nutrientes. Es conocido que el crecimiento de algas está limitado en verano y otoño por nutrientes, específicamente una fuente de nitrógeno en sistemas temperados. Por otra parte, todo animal debe excretar nitrógeno; los mamíferos y los peces lo excretan por las branquias. Esta cantidad parece ser alta y se puede estimar, basado en datos de balance de masa, que la producción de salmónidos genera un ingreso de nitrógeno anualmente alto.

Mortalidades de peces dentro de rangos controlables y con un buen manejo y disposición de los desechos, ¿podría tener algún impacto ambiental?

Las mortalidades masivas pueden ser fenómenos naturales en ciertas partes del mundo que pueden darse por patógenos que diezman poblaciones de organismos, por fenómenos de ondas de calor y por bajas de oxígeno en otros casos. Pero también podemos indicar que las actividades humanas en los bordes costeros de todo el mundo han estado incorporando nutrientes a nuestros ecosistemas costeros y hoy sabemos que esto induce florecimiento de algas que en algunos casos pueden ser tóxicas para los mismos organismos marinos y algunas también altamente peligrosas para la salud del hombre.

Pero en el caso del crecimiento de algas no tóxicas, el aumento de la población humana trae consigo que esa biomasa comienza a quedar disponible para bacterias y hongos, así como otros organismos descomponedores y ello consume el oxígeno disuelto en el agua. La única forma de limitar estos florecimientos es reduciendo las emisiones de nutrientes. Lamentablemente, nuestras regulaciones no han avanzado en este sentido. Países como Japón y Corea tienen regulaciones y, por ejemplo en California, se está avanzando fuertemente en medidas que fomenten la introducción de tecnología para sacar nutrientes del agua. Son temas que hay que comenzar a discutir, y muy rápidamente.

Lo último
Te recomendamos

REVISTA DIGITAL

[latest_journal_single_iframe]