En general, la industria del salmón de Chile no está pasando por un buen momento productivo. Así se desprende desde un reciente benchmarking elaborado por SGS Chile que analiza los índices más relevantes en, por ejemplo, el cultivo de salmón Atlántico. Sin embargo, un grupo de compañías ligadas al cultivo de peces quisieron nadar contra la corriente y demostrar que, aplicando algunas prácticas e innovaciones que se encuentran disponibles desde hace un tiempo en el país, se podían lograr resultados diferenciadores e independientes de la condición sanitaria del área. La concesión seleccionada se ubica en el “Barrio” 22B, en el corazón de la Región de Aysén.
¿Cuál fue el resultado? Con casi el 50% de la biomasa cosechada, a fines de diciembre de 2015 el centro en cuestión ha presentado un FCRe de 1,2, siendo que el barrio ha llegado a un 1,439; la región a 1,441; y la industria a 1,421. Eso no es todo. Si se analiza el porcentaje de pérdida de biomasa, la unidad en análisis llegó al 2,03%; el barrio a 9,45%; la región a 5,5%; y la industria 5,34%. Solo dos datos más. SGS Chile también reportó que la productividad por smolt del centro de 16 jaulas de cobre alcanzó los 4,811, mientras que el resto promedió los 3,5. Finalmente, la tasa de crecimiento específico acumulada o SGR del centro productivo llegó a los 0,79. El barrio, la región y la industria promediaron los 0,66 (ver tabla adjunta. Fuente SGS Chile). Lo mejor de todo es que el peso promedio que han registrado las 1.600 toneladas cosechadas a la fecha ha llegado a los 5,8 kg en solo 500 días de engorda. Nada de mal para los tiempos que corren.
Gestores productivos
¿Cómo nació esta iniciativa? El ejecutivo salmonicultor, Andrés Fletcher, aseveró a AQUA que “la idea original fue tratar de hacer un centro con las mejores condiciones para el cultivo”. Para ello, a principios de 2014 se reunieron representantes de EcoSea Farming junto con las empresas Molinera Gorbea, Inversiones Las Cumbres y Salmones Captrén y donde cada uno realizó su correspondiente aporte para que el denominado Centro de Eficiencia Productiva, que es operado solo por cuatro personas por turno, pudiera lograr los positivos resultados.
Se puede destacar que la concesión, que en julio de 2014 recibió los 678.000 smolts con un peso promedio de 97 grs., fue arrendada a una salmonicultora y se encontraba castigada sanitariamente por Sernapesca dado los adversos resultados productivos logrados anteriormente. Por lo tanto, la densidad promedio que tuvieron las 16 balsas jaula fue de 15-17/kg m3.
En esta experiencia, las tareas de Salmones Captrén e Inversiones Las Cumbres se han relacionado con la selección de los smolt, el tema sanitario y el biológico. El gerente general de Salmones Captrén, Claudio Figueroa, expresa que ellos, como especialistas en la producción de smolts, jugaron un importante rol “en la selección y cuidado de los smolts durante todo su crecimiento y hasta la etapa de engorda, además de velar por una estrategia sanitaria rápida y eficiente”. Por su parte, Molinera Gorbea se encargó del tema financiero. Como se puede prever, el rol de EcoSea Farming fue la facilitación y operación de las mallas de cobre un aspecto que, como se verá más adelante, fue crucial en los resultados logrados. Para las exportaciones de los salmónidos, que se efectúa a través de la empresa Engorda Austral, la responsabilidad a recaído en manos del experimentado Carlos Palma.
Factores de éxito
Como en toda actividad, los resultados productivos y comerciales dependen de múltiples factores. No obstante, los integrantes de esta iniciativa centran –básicamente– en dos aspectos las razones de la positiva experiencia.
Por un lado está la coordinación y el factor humano. “Todos los lunes, sosteníamos reuniones ejecutivas entre todos los integrantes de la iniciativa para analizar y tomar decisiones productivas donde cada integrante era especialista en su tema”, comenta el gerente general de EcoSea Farming, Rodrigo Sánchez, mientras que Andrés Fletcher valora el trabajo efectuado por el equipo “que siempre estuvo atento a las condiciones sanitarias del centro operando la tecnología a su plenitud”.
El otro factor determinante fueron las mallas de cobre “que mostraron ventajas por sobre el cultivo tradicional”, explica el gerente comercial y de desarrollo de Molinera Gorbea, Luciano Rivas, agregando que, por ejemplo, los bajos costos requeridos para su operación favorecieron los resultados financieros del proyecto. “Por ejemplo, se hicieron solo dos retiros de algas en las mallas en 16 meses, lo que se tradujo en siete días-barco por ciclo. Son acotadas las horas de buceo para las mantenciones y el buceo se realiza a menos de 20 metros ya que las jaulas no tienen mallas loberas”, acota Rivas.
En efecto, Rodrigo Sánchez, comenta que “con esta experiencia se pudo demostrar fehacientemente que existen tecnologías, como las mallas de cobre, que realmente marcan diferencias contundentes respecto de las convencionales y que, además, rompen paradigmas como que no se requieren mallas loberas, ya que los peces no presentaron estrés por la acción de estos mamíferos. Esto se puede confirmar a través el crecimiento logrado y la tasa de conversión”.
Por su parte, Fletcher aseveró que las mallas de cobre ayudaron “bastante a mantener las buenas condiciones y sobre todo en la parte final del ciclo, porque permiten una mejor aireación de los peces, evitando mortalidad por bajas de oxigeno y/o bloom de algas, eventos que existieron más de una vez”.
Pescados grandes
El encargado de la comercialización de los pescados no se queda atrás en las alabanzas hacia las mallas de cobre aseverando creer “en la tecnología porque es un concepto simple y que funcionan muy bien. De hecho, esto nos permitió llegar en 15 meses con peces sobre los cinco kilos”, recalca Palma.
El ejecutivo comercial detalla que, dado el mayor calibre y los bajos precios que reinan en los mercados mundiales, decidieron enviar la producción a Brasil y China como entero y filete, “que es lo más rentable hoy para estos tamaños de pescados”.
En las próximas semanas sacarán las 2.100 toneladas restantes de salmón Atlántico que les queda en el agua. Ahí, el peso promedio estimado será por sobre los 6 kilos, lo que confirma, una vez más, que el uso de tecnologías como estas y prácticas innovadoras son partes necesarias para la mejora estructural del sistema productivo actual.