Estudio de la Universidad Andrés Bello logra clasificación de algas típicas

May 19, 2015

La investigación propone una nueva caracterización del luche chileno o nori, facilitando su individualización, reproducción en laboratorios y generación de centros de cultivos.

Desde la antigüedad, el ser humano ha incorporado las algas marinas en su dieta diaria. Debido a su alto aporte de nutrientes como yodo y potasio, estos productos se han mantenido en la alimentación de las personas, especialmente en países de oriente como Japón, donde superan el 20% de la dieta alimentaria.

De esta forma, el mercado de las algas en el mundo recauda anualmente más de US$5.000 millones, mientras su demanda se incrementa año a año debido al crecimiento de la población mundial y su aplicación a industrias tan diversas como la cosmética y la farmacología.

Gracias a su extensa costa, Chile es un reconocido actor en la industria de los recursos algales, beneficiando principalmente a la pesca artesanal. No obstante, la gran mayoría de los productos extraídos se logra por medio de la recolección en el mar y playas, lo que amenaza con la sobreexplotación de estas especies.

En este sentido, la Dra. Loretto Contreras Porcia, investigadora del Departamento de Ecología y Biodiversidad de la Facultad de Ecología y Recursos Naturales de la Universidad Andrés Bello (UNAB), desarrolla estudios que proponen una nueva caracterización del luche chileno o nori, una de las algas presentes en las costas de Chile, facilitando su individualización, reproducción en laboratorios y generación de centros de cultivos.

Además, la académica busca entender, a partir del estudio genético de individuos y por medio del reconocimiento de los mecanismos de defensa al estrés ambiental, el patrón de distribución geográfica de diversas especies algales chilenas.

El problema de la clasificación

La iniciativa de la Dra. Loretto Contreras, financiada por un proyecto Fondecyt regular y proyectos internos UNAB, responde a la necesidad, tanto de la ecología como del desarrollo de las actividades económicas en torno a la extracción de algas, de conocer a cabalidad las características propias de las especies endémicas del país, como la tolerancia que presentan ante el estrés ambiental.

De esta forma, la investigadora del Departamento de Ecología y Biodiversidad de la UNAB agregó que desde que comenzaron esta investigación, buscaron bibliografía que les permitiera identificar las algas existentes. «Nos dimos cuenta que las especies de ‘luche’ descritas no correspondían a la especie que se había identificado en Chile, por lo que el desafío era mayor», subrayó la Dra. Contreras.

De igual manera, la académica de la Facultad de Ecología y Recursos Naturales de la UNAB explicó que se encontraron frente a un problema tan grande que no solo tenía que ver con una arista ecológica, sino que involucraba también a la industria, ya que muchas veces los cultivos en el laboratorio, con el fin de lograr poblaciones de algas, no presentaban resultados positivos, porque se trabajaba con especies distintas.

Pese a las dificultades, el trabajo de la Dra. Loretto Contreras Porcia ya ha rendido frutos. De hecho, se logró definir un nuevo modelo taxonómico de la especie, la cual recibe el nombre de Pyropia orbicularis y que se distribuye desde la costa central hasta Punta Arenas (Región de Magallanes). «Propusimos nuestro propio modelo de clasificación ya que, con el transcurso de nuestras indagaciones sobre tolerancia ambiental, nos dimos cuenta que la especie descrita como la más común en las costas chilenas, la que recibe el nombre de Porphyra columbina, no se encuentra presente».

La mirada genética

En el trabajo que lleva a cabo el equipo de la Dra. Loretto Contreras Porcia también participan Marie-Laure Guillemin, académica de la Universidad Austral de Chile; la profesora Juliet Brodie, del Museo de Historia Natural de Londres; y la ex-directora del Museo Nacional de Historia Natural de Chile, María Eliana Ramírez. Este tiene una dimensión de terreno, la que consiste en muestreos en playas de distintas localidades de la zona centro y sur de Chile. También involucra análisis de laboratorio, en los que se busca conocer las características genéticas de la especie y cómo esta reacciona frente a distintos tipos de estímulos.

En esa línea, la investigadora UNAB destacó que la información que han obtenido en los últimos años les ha permitido determinar los patrones o respuestas ecológicas asociadas a otros organismos y a factores físicos como la temperatura y la humedad ambiental.

«La investigación que hoy estamos llevando a cabo consiste en entender desde un concepto génico cuáles son las respuestas que regulan que algunas algas existan en ciertas áreas y otras no», explicó la académica.

Según manifestó la Dra. Contreras, el modelo de clasificación propuesto en su investigación tiene relevancia mundial, ya que el alga descrita no solo logra altos niveles de tolerancia por cambios climáticos, sino que también ante la presencia de metales o hidrocarburos.

«Lo fantástico de esta alga es que durante el proceso de estrés ambiental produce compuestos que tienen factores antibacterianos y antioxidantes. Incluso se han determinado factores que podrían servir como terapia contra el cáncer», precisó la académica UNAB.

Finalmente, subrayó que el nori o luche en Chile es un producto que se debe valorizar. «Es un recurso que proviene del grupo más antiguo de células eucariontes caracterizado taxonómicamente, de hace 1.200 millones de años. Es decir, se trata de una especie que resiste los cambios y los incorpora en su genética, característica de la que la ciencia tiene aún mucho por aprender», concluyó la Dra. Loretto Contreras.

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