Proyecto de la ULA: Desarrollan técnicas de cultivo y repoblamiento del cochayuyo

Jul 31, 2016

El “Cochayuyo”, “Ulte” o “Huilte”, es un alga parda que habita desde la Región de Coquimbo hasta Magallanes.

La demanda y explotación de algas pardas en el mundo se ha ido incrementando paulatinamente en los últimos años, debido al desarrollo de nuevos usos, tales como fertilizantes, biorremediación, alimento para abalones, erizos y otros herbívoros.

En Chile, las algas pardas tienen gran importancia económica, representando el 60% del desembarque total anual de algas. Este grupo está conformado por cuatro especies principales, huiro negro (Lessonia nigrescens), huiro palo (Lessonia trabeculata), huiro (Macrocystis pyrifera) y cochayuyo (Durvillaea antarctica).

El “Cochayuyo”, “Ulte” o “Huilte”, es un alga parda que habita desde la Región de Coquimbo hasta Magallanes. Su desembarque anual se ha incrementado de 2.292 toneladas en 2006 a más de 8 mil toneladas durante 2014, lo que se traduce en un incremento superior al 400%. Esta alga es exportada como “seaweednoddles” (alga seca y trozada), fresca, congelada y como materia prima para la industria de alginatos. Actualmente, las regiones más importantes donde se recolecta cochayuyo son las de O´Higgins, Biobío y Los Lagos.

Cultivo y repoblamiento

A 30 kilómetros de Puerto Montt se encuentra la localidad de Metri. En este sector costero está emplazado el Centro Experimental de Acuicultura y Ciencias del Mar de la Universidad de Los Lagos (ULA). Aquí se está llevando a cabo el proyecto “Desarrollo de la tecnología de cultivo de Durvillaea antarctica en hatchery y evaluación de técnicas de repoblamiento de juveniles en áreas de manejo”.

El doctor en Acuicultura, Alfonso Gutiérrez, investigador del Centro i~mar de la Universidad de Los Lagos, es el director del Proyecto. El investigador destaca que “iniciamos hace años el desarrollo de tecnologías de cultivo en algas pardas. Lo hicimos -en primer lugar- con huiro (Macrocystis pyrifera), a objeto de manejar su cultivo para distintos fines como alimento de abalones, insumo de biofertilizantes, consumo humano, además de productos de carácter biotecnológico. A partir de esa tecnología se iniciaron numerosos proyectos de investigación y desarrollo (I+D) buscando transformaciones productivas, por lo que decidimos ampliar nuestras investigaciones a otras especies de interés ecológico y económico”.

El Dr. Gutiérrez agrega que “el proyecto que estamos desarrollando pretende generar protocolos para la producción de plántulas de cochayuyo en ambientes controlados. Lo anterior, a partir de material reproductivo seleccionado de las praderas naturales que administran pescadores en áreas de manejo. Para ello, estamos trabajando específicamente con sindicatos de pescadores artesanales de Pucatrihue, en la comuna de San Juan de la Costa (Provincia de Osorno)”.

Por su parte, el doctor en Ciencias con Mención en Ecología y Biología Evolutiva, Daniel Varela, quien además es director alterno del proyecto, recalca que “esta iniciativa surge con la intención de replicar las experiencias que tenemos con algas como el huiro. La idea es domesticar el ciclo de vida del cochayuyo de tal forma de realizar procesos en laboratorio y en hatchery que permitan manejar las distintas etapas y condiciones para su desarrollo”.

A un año del inicio del proyecto los científicos locales están trabajando para determinar dónde, cómo y cuándo instalar las nuevas plántulas en ambientes naturales. “Por ahora estamos insertando plantas grandes, pero es algo que tenemos que ir evaluando, ya que es necesario dominar las técnicas en el laboratorio, sacar los gametos, lograr que se crucen, desarrollar nuevos embriones, ver si se asientan, de tal forma que tengan un tamaño adecuado”, sostiene Daniel Varela.

Sobreexplotación de macroalgas pardas

Hoy, el cochayuyo está siendo fuertemente explotado en algunas localidades, como en la Región de Coquimbo, existiendo múltiples inconvenientes respecto de la sustentabilidad del recurso en el tiempo, debido a la falta de estrategias de manejo para esta especie en particular. El doctor (c) en Ecología y Biología Aplicada, Javier Paredes, participa como investigador del proyecto y considera que “las macroalgas pardas o “huirales” que habitan en las costas chilenas tienen una alta demanda en el mercado debido a sus múltiples usos. Así, la posibilidad de extraer distintas biomoléculas para utilizarlas en la generación de productos cosmetológicos, alimenticios, fertilizantes, farmacéuticos, etc., además de su uso directo como alimento, han provocado una alta presión de pesca sobre estas especies, la que se basa en la explotación de poblaciones naturales”.

El profesional agrega que “las estadísticas nacionales de desembarque de “huirales” muestran un aumento progresivo de la extracción de especies como Durvillaea antarctica a través de los años. La biomasa que se extrae se obtiene básicamente desde praderas naturales, lo que ha llevado a que las poblaciones lleguen a niveles de sobreexplotación en algunas localidades”.

Para Alfonso Gutiérrez “hay un mercado que presiona la extracción de cochayuyo en praderas naturales para exportación, consumo y procesamiento nacional. Las praderas están siendo sometidas a una fuerte extracción y existe un riesgo en el tiempo respecto a la sustentabilidad de este recurso”.

Avances y situación actual

El proyecto del Centro i~mar da cuenta de la importancia que tiene la investigación regional, tanto en el ámbito científico como cultural, social y económico. “Históricamente hemos desarrollado iniciativas relacionadas con algas pardas. Además, en este caso se trata de un proyecto que busca dar oportunidades a la pesca artesanal de la Región de Los Lagos. Estamos generando técnicas que nos han permitido hacer trasplante de plántulas en ambientes con baja densidad natural y con muy buenos resultados”, agrega el Dr. Gutiérrez.

¿Pero cómo mantener en el tiempo el repoblamiento de este recurso? El Dr. Daniel Varela piensa que el rol de los pescadores es fundamental, “una vez que dominen el proceso para insertar nuevos individuos en el ambiente podrán mantener una mayor cantidad de algas en las zonas de manejo”. Hoy a un año del inicio del proyecto los profesionales están buscando alternativas para hacer crecer las plántulas de manera más efectiva a través de nutrientes, luz y movimiento de aguas. “Primero hay que dominar la técnica y posteriormente hacer más eficiente el sistema”, concluye el investigador.

En cuanto a las características y beneficios del cochayuyo como alimento el Dr. (c) Javier Paredes sostiene que “existe desconocimiento por parte de nuestra sociedad respecto a las numerosas propiedades que tiene este alimento, como la presencia de antioxidantes, alta cantidad de calcio, fibra (que le permite actuar como inhibidor del apetito), previene el cáncer, etc. Estas características nutricionales podrían ser aprovechadas para generar productos con mayor valor agregado”.

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