Apoyo de Chile a protección del 30% de los océanos: «Es un paso mínimo para detener la crisis que viven los mares del planeta»

Jul 6, 2020

"Lo que nos preocupa es la posición del Ministerio de Relaciones Exteriores, la cual ha sido titubeante en el último tiempo. Con la declaración de intención de la ministra Schmidt no queda más camino que el Gobierno asuma una posición clara y única", enfatizó Mauricio Ceballos, vocero del área de océanos de Greenpeace. En la actualidad, apenas el 3% de los mares están protegidos y dentro de las principales amenazas están la pesca, la búsqueda de recursos genéticos, la emergente industria minera en los fondos marinos, la acidificación y la contaminación por plásticos.

Greenpeace destacó como un paso mínimo para frenar la grave degradación que hoy enfrentan los mares del planeta la decisión expresada a través de la ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt, quien aseguró que Chile se suma a la ambición de proteger el 30% de los océanos para el 2030.

«La protección de al menos el 30% de los océanos al 2030 es clave para la salud no solo de los mares, sino que del planeta completo. Se trata de un esfuerzo que ha liderado desde hace mucho tiempo Greenpeace junto con diversas organizaciones a nivel internacional y el apoyo masivo de personas de todo el mundo. El reciente anuncio de la ministra, por cierto, podría haber sido mucho antes si es que hubiese existido una real ambición por parte del Gobierno para proteger nuestros mares. Ahora queda un largo recorrido que exige asumir medidas rápidas y efectivas para que la idea de cuidar el 30% de los mares se haga realidad para el año 2030. Sin embargo, se trata de un anuncio que debe materializarse en medidas concretas y así vamos a seguir presionando para que no quede solo en una declaración de intenciones», expresó el vocero del área de océanos de Greenpeace, Mauricio Ceballos.

Frente al tema de protección de los mares, un estudio encargado por Greenpeace a las universidades de York y Oxford del Reino Unido, se encargó de recopilar las últimas evidencias científicas para dibujar una radiografía precisa de los océanos y subrayar la urgencia de proteger las aguas internacionales. El informe muestra exactamente cómo se puede alcanzar este 30% para proteger toda la vida marina de alta mar.

«Lo que nos preocupa es la posición del Ministerio de Relaciones Exteriores, la cual ha sido titubeante en el último tiempo. Con la declaración de intención de la ministra Schmidt lo que corresponde es que el Gobierno asuma una posición clara y única. El problema es esta declaración ocurre al mismo tiempo en que, por ejemplo, las aguas de la Patagonia se repletan de actividades productivas de alto impacto ambiental, como la salmonicultura que arrebata espacios marinos de la Reserva Nacional Kawésqar, que son lugares que debieran estar protegidos. Es este tipo de contradicciones las que no se comprenden, especialmente cuando son avaladas por el propio ministerio que lidera la ministra Carolina Schmidt», argumentó Ceballos.

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En la actualidad, menos del 3% de los mares del planeta están protegidos. La cifra es alarmante baja si es que se considera que alta mar forma un vasto patrimonio mundial que cubre el 61% del área del océano y el 73% de su volumen. Engloba, además, el 43% de la superficie de la Tierra y el 70% del espacio vital en el planeta, incluyendo tierra y mar.

Desde la organización no gubernamental (ONG) destacaron el papel medioambiental de los océanos, los que albergan un complejo mundo marino, con una vida rica y diversa que nada tiene que envidiar a la de las aguas costeras y de la tierra, y donde la vida marina que habita este mundo es el motor de la bomba biológica del océano: captura el carbono en la superficie y lo almacena a gran profundidad. De hecho, sin este servicio esencial, nuestra atmósfera contendría un 50% más de dióxido de carbono y la temperatura del planeta sería tan alta que se volvería inhabitable.

Greenpeace, por último, destacó las crecientes presiones que están afectando a los mares, como la explotación por parte de un puñado de naciones ricas, la pesca, la búsqueda de recursos genéticos, la emergente industria minera en los fondos marinos, la acidificación y la contaminación por plásticos.

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