[EN-ES] El salmón podría perder su capacidad de olfato por mayor emisión de CO2

Dic 20, 2018

El estudio científico es el primero en demostrar que la acidificación de los océanos afecta el sentido de olfato del salmón coho.

La capacidad de olfato es fundamental para el salmón. Es que dependen del olor para evitar a los depredadores, obtener presas y encontrar el «camino a casa» al final de sus vidas cuando regresan a los ríos donde nacieron para engendrar y morir.

La nueva investigación realizada por el Centro Científico de Pesquerías del Noroeste (NWFSC, por su sigla en inglés), dependiente de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), y la Universidad de Washington (UW) muestra que este poderoso sentido del olfato puede estar en problemas ya que las emisiones de carbono continúan siendo absorbidas por nuestros océanos. La acidificación está cambiando la química del agua y disminuyendo su pH; específicamente, los niveles más altos de dióxido de carbono, o CO2, en el agua pueden afectar las formas en que el salmón coho procesa y responde a los olores.

«Los salmones utilizan su nariz para muchos aspectos importantes de su vida, desde la navegación y la búsqueda de alimentos, hasta la detección de depredadores y reproductores. Por esto, era importante para nosotros saber si el salmón se vería afectado por las futuras condiciones de dióxido de carbono en el ambiente marino», dijo el autor principal, Chase Williams (en la foto, cuyos créditos son de la UW), investigador postdoctoral del Departamento de Ciencias Ambientales y de Salud Ocupacional de la Universidad de Washington.

Lab work

El estudio, que apareció en línea este martes 18 de diciembre en la revista Global Change Biology, es el primero en demostrar que la acidificación de los océanos afecta el sentido de olfato del salmón coho. El análisis también adopta un enfoque más integral que el trabajo anterior con peces marinos al observar en qué parte del sistema sensorial-neural la capacidad de oler impacta a los peces y cómo esa pérdida de olfato cambia su comportamiento.

«Nuestros estudios e investigaciones de otros grupos han demostrado que la exposición a contaminantes también puede interferir con el sentido del olfato del salmón», detalló Evan Gallagher, coautor principal y profesor de toxicología de la UW, añadiendo que ahora el salmón se enfrenta potencialmente a un «doble golpe» por la exposición a contaminantes y la carga adicional de un aumento de CO2. «Esto tiene implicaciones para la supervivencia a largo plazo de nuestro salmón», enfatizó.

El equipo de investigación quería probar cómo los salmones coho juveniles que normalmente dependen de su sentido del olfato para alertarlos de los depredadores y otros peligros muestran una respuesta de miedo al aumentar el dióxido de carbono. Además, se espera que las aguas del estrecho de Puget (profundo entrante del océano Pacífico localizado en la costa noroccidental de Estados Unidos, que administrativamente pertenece al estado de Washington) absorban más CO2 a medida que aumenta el dióxido de carbono atmosférico, lo que contribuye a la acidificación del océano.

En el laboratorio de NOAA Fisheries en Mukilteo (ciudad ubicada en el condado de Snohomish, también dependiente del estado de Washington), el equipo de investigación estableció tanques de agua salada con tres niveles de pH diferentes: el pH actual promedio del estrecho de Puget, el promedio estimado dentro de 50 años y el promedio previsto de 100 años en el futuro. Expusieron salmón coho juvenil a estos tres niveles de pH diferentes durante dos semanas.

Después de ese tiempo, el equipo realizó una serie de pruebas de comportamiento y neurológicas para ver si el sentido del olfato de los peces estaba afectado. Los peces se colocaron en un tanque de retención y se expusieron al olor del extracto de piel de salmón, lo que indica un ataque de depredadores y, por lo general, hace que los peces se escondan o naden. Los peces que estaban en el agua con los niveles actuales de CO2 respondieron normalmente al olor desagradable, pero a los peces de los tanques con niveles más altos de CO2 no pareció importarles o detectar el olor.

Después de las pruebas de comportamiento, se midió la actividad neuronal en la nariz y el cerebro de cada pez, específicamente en el bulbo olfativo donde se procesa la información sobre los olores, para ver dónde se alteró el sentido del olfato. La señalización de la neurona en la nariz era normal en todas las condiciones de CO2, lo que significa que es probable que los peces aún puedan procesar los olores. Pero cuando analizaron el comportamiento de las neuronas en el bulbo olfativo, vieron que el procesamiento estaba alterado, lo que sugiere que los peces no podían traducir el olor en una respuesta conductual apropiada.

Finalmente, los investigadores analizaron el tejido de las narices y los bulbos olfatorios de los peces para ver si la expresión genética también cambiaba. Se encontró que las vías de expresión génica estaban alteradas para los peces que estaban expuestos a niveles más altos de CO2, particularmente en sus bulbos olfativos.

«A nivel de la nariz, creemos que las neuronas aún están detectando olores, pero cuando las señales se procesan en el cerebro, es donde los mensajes pueden alterarse», precisó Williams.

coho-thumbEjemplar de salmón coho desovando en un río del noroeste de Oregon. Créditos de la foto: Bureau of Land Management.

En la naturaleza, es probable que los peces se vuelvan cada vez más indiferentes a los aromas que significa un depredador, ahondó Williams, ya sea tomando más tiempo para reaccionar ante el olor o no alejándose del todo. Si bien este estudio analizó específicamente cómo el sentido del olfato alterado podría afectar la respuesta de los peces al peligro, es probable que otros comportamientos críticos que dependen del olfato, como la navegación, la reproducción y la caza de alimentos, también se vean afectados si los peces no pueden procesar adecuadamente los olores.

Los investigadores planean analizar si un aumento en los niveles de CO2 podría afectar a otras especies de peces de manera similar, o alterar otros sentidos además del olfato. Dada la importancia cultural y ecológica del salmón, esperan que estos hallazgos impulsen acciones públicas.

«Esperamos que esto alertará a la gente sobre algunas de las posibles consecuencias de las elevadas emisiones de carbono», enfatizó el coautor principal Andy Dittman, biólogo investigador del NWFSC.

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