El jurel es un recurso pesquero emblemático para Chile, que pasó por un momento complejo cuando alcanzó su estado de sobreexplotado. Recién en 2017 pudo revertir esa categoría pasando a una condición de plena explotación, y desde entonces se llevan a cabo esfuerzos por regular la pesquería con el objetivo de darle sostenibilidad.
En ese marco, el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca) destacó el trabajo realizado este mes en la fiscalización de la breve temporada de jurel artesanal en las regiones de Ñuble y Biobío, bajando a cero la sobrepesca que afecta el manejo sostenible de esta pesquería, de acuerdo con lo afirmado por el ente de fiscalización acuícola-pesquero.
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«Revisamos las estadísticas comparativas de los últimos seis años en relación con esta pesquería, y lo registrado en 2021 es un hito. Esto es fruto también de la puesta en marcha de la ley de modernización y fortalecimiento de Sernapesca que se aprobó en 2018 y entró en vigencia en 2019 de manera paulatina, hasta alcanzar en 2020 todo el territorio nacional, y que permitió un aumento de dotación y atribuciones», sostuvo la directora nacional (s) del organismo público, Jessica Fuentes Olmos.
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Este 2021 se cerró la temporada con un consumo de 99,6% de la cuota total asignada al rubro artesanal, con 10 mil 450 toneladas desembarcadas certificadas. Cerrar la temporada sin sobreconsumo de la cuota era el gran desafío para Sernapesca, y lo lograron.
«La certificación de desembarques en manos de un organismo del Estado demostrando su efectividad, sumado a un trabajo integral coordinado de los distintos equipos cumpliendo sus funciones, permitió registrar un preciso control normativo de la pesquería del jurel para el sector artesanal, nunca antes registrado. Estamos muy orgullosos del desempeño», expresó Jessica Fuentes.
La receta del éxito
La pesquería del jurel considera una cuota global para el sector artesanal, pero a diferencia del RAE pelágico (sardina común y anchoveta) esta cuota no se asigna a organizaciones de pescadores, por tanto, toda la flota artesanal (133 embarcaciones este año en el Biobío) genera una carrera olímpica para capturar el recurso.
De esta forma, las naves salen a zona de pesca y regresan a descargar al puerto, luego salen nuevamente, y así hasta que Sernapesca, efectuando una estimación de captura, decreta el cierre de la temporada.
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El coordinador regional operativo 
de Sernapesca Biobío, Iván Oyarzún, detalló que estudiaron las dificultades de años anteriores y definieron estrategias como: inspecciones en zonas de pesca para evitar captura antes y después de la temporada; inspecciones aéreas para obtener información de la flota menor sin posicionador; monitoreo satelital 24/7 de la flota tecnificada; turnos presenciales 24/7 de certificación de desembarques; supervisión de la certificación; informes diarios de declaraciones de desembarques que se enviaban a armadores y plantas de proceso; reuniones de coordinación para el cierre de cuota, entre otras medidas.
«Nuestro objetivo era cerrar con el consumo total de la cuota asignada para evitar reapertura de temporada, y de esta forma evitar el sobreconsumo que se registraba años anteriores», subrayó Oyarzún, añadiendo que creen «profundamente que el buen desempeño en el control de estas medidas, como la de cuotas en algún momento, incidirá en mejorar los estados de conservación de recursos».
La labor fue elogiada también por la subsecretaria de Pesca y Acuicultura, Alicia Gallardo Lagno, quien instó a seguir por esta senda de colaboración entre las áreas y unidades técnicas del organismo fiscalizador.
«Los felicito por el profesionalismo con el que cumplieron su labor en un periodo de pandemia, tomando los resguardos de bioseguridad, pero sin dejar la misión institucional de resguardar la sustentabilidad de esta pesquería estratégica para el país», valoró Alicia Gallardo.
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