Recientemente, la Global Aquaculture Advocate -ligada a la Alianza Global de la Acuicultura (GAA, por su sigla en inglés)- publicó una investigación realizada por Kristin Lien (del Consejo Noruego para los Productos del Mar, NSC) y Ragnar Tveteras (de la Universidad de Stavanger, Noruega) que se titula «Embargo ruso: ¿Quién ha sido dañado?», donde se analiza –principalmente– los impactos que tuvo esta medida restrictiva que tomó el gigante euroasiático en las importaciones de pescado y, especialmente, el salmón, desde la Unión Europea y sus países aliados, como Noruega.
En el documento se asevera que, dado el embargo, los consumidores rusos experimentaron importantes alzas de precios y menores disponibilidades y calidades de pescados y mariscos. La medida también habría afectado a las cadenas de estos alimentos que se han encontrado con un menor acceso a materia prima.
Además, los investigadores aseguran que los mayores impactos se han visto en las importaciones de salmón y trucha desde Noruega, productos que han sido reemplazados por pescados de otros países, como el caso de Chile que ha visto crecer sus envíos de salmón entero y congelado en 7.000 toneladas.