La elaboración de leches descremadas, jaleas, mermeladas y productos farmacéuticos, entre otros, incluye en su formulación un aditivo clave denominado carragenina, extraído mediante el cultivo de algas. Labor que ha hallado en Aysén un lugar privilegiado para potenciar el crecimiento de este tipo de plantas acuáticas, a través de un procedimiento de cultivo semi-suspendido.
En Aysén esta labor se cumple mediante el cultivo de luga negra y luga roja, que a través de un programa piloto ha permitido lograr ventajas competitivas con respecto a otras algas del litoral chileno, caracterizándose por su calidad y posibilidades de manejo.
El aditivo alimenticio carragenina, que opera como un espesante natural y gelificante, se ha elaborado históricamente en la Región de Los Lagos. Sin embargo, la calidad de las aguas en Aysén han convertido a la patagónica región en una alternativa para el cultivo de luga. El inicio de estas siembras a pequeña escala comenzó hace unos cinco años en la Isla Meninea, en las proximidades de Puerto Aguirre. En el lugar, pescadores del Sindicato Nueva Ventura ya han visto cómo su esfuerzo se ha visto recompensado con la comercialización de sus cosechas.
El proyecto cuenta con la participación del Programa COPAS Sur-Austral de la Universidad de Concepción y el Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP), con financiamiento del Fondo de Administración Pesquero (FAP) y fondos del Gobierno Regional de Aysén bajo financiamiento FIC (Fondo de Innovación para la Competitividad).
Esta labor mancomunada ha impulsado la extensión de estos cultivos pilotos en áreas de manejo cercanas como la localidad de Puerto Gaviota. La iniciativa busca aportar alternativas a los cerca de 3.000 pescadores artesanales de la región, en medio del declive de la actividad por la reducción de cuotas y baja de precios de los recursos.
«Para nosotros es una experiencia nueva, porque somos netamente pescadores artesanales. Somos ‘merluzeros’, ‘congrieros’, y trabajamos la manta raya, pero como está en este momento la situación con la pesquería misma, estamos restringidos, no tenemos la cuotas que teníamos antiguamente», afirmó Samuel González, pescador artesanal de Puerto Gaviota.
«Este proyecto de luga para nosotros es una muy buena alternativa, porque nos está dando trabajo, experiencias nuevas de nuevos proyectos. Económicamente también es un gran logro para nuestra caleta», añadió González en medio de sus labores en Gaviota.
Alternativas para labor extractiva de pescadores
En la isla, pescadores del Sindicato Amparo desde diciembre han trabajo junto a pescadores de Puerto Aguirre (Sindicato Nueva Ventura), quienes les han transferido conocimientos y tecnologías para el cultivo de luga a través de técnicas de cultivo vegetativo y cultivo vía esporas. Los pescadores de la localidad, junto con sus compañeros de Puerto Aguirre, ya han instalado unas 40 líneas de cultivo.
«Ha sido un trabajo bueno y bonito el que estamos haciendo. Ahora nos encontramos aquí en Gaviota, enseñándole a otros pescadores, iguales a nosotros, que están llevando un proyecto a escala experimental de cultivo de luga, igual como empezamos mis compañeros hace cinco años en el área de manejo Isla Meninea sector A», detalló José Luis Melipillán, pescador artesanal de Puerto Aguirre.
El secretario regional ministerial (seremi) de Economía de la Región de Aysén, Mark Buscaglia, afirmó que la búsqueda de alternativas para los pescadores de la región se ha convertido en uno de los objetivos del Plan de Zonas Extremas: «La pesca artesanal juega un rol esencial en la soberanía de los territorios australes, además de contribuir a la identidad histórica de nuestros pueblos del litoral, como también a su sustento diario», destacó la autoridad.
«Debido además a las necesidades que afronta el sector, resulta indispensable crear y reforzar estrategias de intervención que permitan mantener esta actividad, ayudándola a crecer con una visión sistemática de sus problemas, y con un foco centrado en la sustentabilidad», añadió.
La transferencia técnica del cultivo de algas a pescadores de la comuna de Cisnes, en Aysén, cuenta con la ejecución asociada del CIEP y la Universidad Austral de Chile (UACh) en un plazo de 19 meses. La inversión destinada al proyecto alcanza los $149 millones aportados el Fondo de Innovación de la Competitividad.
Humberto Pavez, ingeniero pesquero a cargo del proyecto, sostuvo que la región posee cualidades incomparables para la producción de luga, lo que determina precios de venta superiores en el mercado: «El tema no va por los grandes volúmenes a cultivar, sino por la especificidad de las fases reproductivas. Esta es una gran ventaja comparativa con las praderas naturales, en las cuales solo se puede extraer luga con las fases reproductivas mezcladas, lo cual genera un costo adicional para la empresa al hacer la separación de fases. A su vez, la calidad de la carragenina en la viscosidad y fuerza gel son muy superiores a las de una pradera natural», concluyó Pavez.
