Chile y Noruega: El cara y sello de la industria del salmón

Ago 1, 2016

Desde el estallido del virus ISA en 2007, las firmas nacionales han enfrentado importantes desafíos sanitarios, productivos, regulatorios y financieros. En contraste, las salmonicultoras nórdicas vienen registrando el aumento de su producción y resultados más positivos.

(El Mercurio) Uno de los pocos puntos de encuentro que tienen Chile y Noruega en materia acuícola es que son los mayores productores de salmón del mundo. Sin embargo, la actividad en ambos países es completamente distinta. Noruega produce más de 1,2 millón de toneladas anuales, mientras que Chile ha bordeado las 800.000 en los últimos años, aunque tras el bloom de algas, en el actual ejercicio no alcanzará las 700.000.

Pese a que en algún momento parecía que Chile tenía condiciones óptimas para alcanzar a los productores nórdicos en volumen, ese objetivo por ahora está lejos de convertirse en realidad. Fuentes de la industria reconocen que Noruega tiene actualmente ventajas muy amplias frente a las firmas chilenas, sobre todo en términos de costos, de precios, de producción estable, regulaciones más predecibles y un escenario sanitario menos complejo.

Tan diferente es el panorama para ambos países, que la mayor salmonicultora del mundo, Marine Harvest -con operaciones en los principales países productores de salmón del mundo, entre estos Chile-, decidió recortar fuertemente su producción en nuestro país, tras varios trimestres de márgenes negativos. El hecho de que solo en Chile Marine Harvest tenga pérdidas por cada kilo de salmón producido la llevó a tomar esta drástica medida.

Este año tendrá un volumen de cosecha de 36.000 toneladas, 42,3% menos de lo que produjo en 2015. Si bien en la industria aseguran que con las reducciones que Marine Harvest hace en Chile beneficia otras de sus operaciones mundiales -como Noruega y Canadá-, el gerente general de la filial local de la firma, Per-Roar Gjerde, sostuvo que los ajustes responden a la búsqueda de llegar a volúmenes sustentables de producción. «En el sistema de Marine Harvest no se compensa con producción en otros países o unidades de negocios», aseguró.

No obstante, reconoce que existen importantes diferencias entre ambos países, que están haciendo que Chile sea la única filial que ve mermadas sus rentabilidades. «Chile necesita ser sustentable, pero además eficiente y competitivo con otros países que producen salmón y esto no ha ocurrido durante los últimos años», argumentó.

En la industria aseguran que históricamente el mercado chileno tuvo ventajas importantes en comparación con Noruega, pero las perdió tras el estallido de la crisis del virus ISA en 2007. «En términos productivos, los noruegos venían a Chile a ver cómo lo hacíamos», afirman actores del mercado. Ahora el escenario ha cambiado radicalmente.

Producción estable versus alta volatilidad

Caídas bruscas y alzas sin límites de la producción. Este panorama es el que más ha complicado al sector salmonicultor chileno y por el cual se impulsó el cambio regulatorio que promueve una producción supeditada al desempeño sanitario. En cambio, Noruega ha mantenido producciones estables, con excepción de algunas empresas de ese país que tenían filiales en Chile en el período 2008-2009, cuando la industria local fue golpeada por la aparición del virus ISA.

Pese a mayores precios, persiste la brecha

Tras el bloom de algas, los precios del salmón chileno se han disparado. Según datos de Salmones -área de negocios de inteligencia de la Bolsa de Productos dedicada a la industria del salmón-, los precios han tenido un alza de 58% en lo que va del año. Así, si el valor en la última semana de 2015 era de US$3,44 por libra, actualmente ronda los US$5,45 por libra, e incluso en algunas semanas bordeó los US$6.

Los precios de Noruega también han subido, alcanzando los US$6,55, lo que implicó un incremento de 19,5% en lo que va del año. Pese a que el salmón chileno ha logrado escalar más, todavía existe una importante brecha de precios entre ambos países, que actualmente asciende a US$1,1 por libra.

Fuentes de la industria reconocen que en importantes puntos de venta de Estados Unidos persiste una diferencia de US$1 por libra entre el salmón noruego y el chileno, lo que, a juicio de ellos, podría estar explicado porque Noruega ha realizado un importante posicionamiento de marca país, y para ello ha hecho inversiones.

En Chile, en tanto, este tipo de despliegue no ha podido desarrollarse por los negativos retornos de la industria.

Costos se disparan luego de la crisis del virus ISA

Si Chile antes del virus ISA tenía costos cerca de 30% más bajos que los de Noruega, ese panorama ahora cambió completamente. Los costos para la industria local se dispararon 132% en una década, según Kontali Analyse. En el mercado dicen que esto se explica por temas sanitarios y por un exceso de regulación, acusan en el sector. En cambio, cultivar la especie salmón Atlántico (Salmo salar) se ha tornado un 55% más caro en diez años en Noruega.

Actualmente, Chile es el país con los costos por mortalidad más altos y el segundo mercado en donde es más caro el alimento, después de Escocia, según datos del grupo Marine Harvest. Además, los costos por smolts más que duplican a los que tiene la salmonicultora en Noruega. En tanto, el ítem de salarios es levemente inferior en Chile respecto de los otros países. Fuentes de la industria dicen que, a su vez, la productividad en Noruega es mucho más alta que en Chile, lo que hace sus operaciones mucho más eficientes.

SRS complica a Chile y vacunas dan ventaja a Noruega

Unos US$ 700 millones le cuesta a la industria local el SRS. Es la enfermedad que genera las mayores mortalidades de peces entre las patologías infecciosas que afectan al rubro y genera alza de costos a medida que aparecen más brotes. Si bien recientemente en Chile se lanzó una vacuna para combatirla, por lo general no existen este tipo de fármacos, que en Noruega abundan.

En la industria local, muchas de las patologías se deben tratar con antibióticos -aunque en el sector aseguran que no se hace de manera preventiva, sino solo cuando la enfermedad ya está presente-, mientras que Noruega enfrenta otro tipo de patologías, y la mayoría las trata con vacunas. Esta es una de las materias por las cuales la industria local ha sido cuestionada y afectada en términos de imagen, lamentaron en el sector.

Pese a esto, en el sector explican que hoy el estado sanitario de la acuicultura es bueno, aunque lo atribuyen a la menor producción de este año. «Hay cerca de 330.000 toneladas de peces en el agua, mucho menos de lo que teníamos antes», detallan.

Chilenas acumulan pérdidas y noruegas suman ganancias

Un escenario completamente dispar es el que enfrentan las firmas chilenas versus las acuícolas nórdicas en términos de rentabilidad. Las locales se han movido entre leves utilidades y fuertes pérdidas los últimos años, mientras que las noruegas más importantes prácticamente solo saben de ganancias. Marine Harvest, por ejemplo, no tiene pérdidas desde 2008, mientras que otra importante firma noruega del rubro, Salmar, solo ha tenido utilidades en la última década. La más baja de US$25 millones anuales y la mayor por US$304 millones.

Los deficientes resultados financieros de las salmonicultoras chilenas han impedido invertir en desarrollo y marketing, como sí lo ha hecho fuertemente la industria del salmón de Noruega, dicen en la industria. Con todo, esperan que este año sea «neutro» en materia de resultados y creen que de no ocurrir ningún fenómeno adverso, el 2017 podría ser el año donde ya habrían ganancias aseguradas en el sector.

Regulaciones «más inteligentes»

El CEO de Marine Harvest, Alf-Helge Aarskog, dijo el año pasado que la industria salmonicultora chilena tenía todo para generar «la tormenta perfecta». Algunos de los factores que nombró fueron la profunda crisis de bajos precios y altos costos y la falta de regulaciones más inteligentes.

Per Roar Gjerde, gerente general de la filial chilena de la compañía de capitales noruegos, aseguró que «existe un consenso en que es necesario limitar la producción como país a una biomasa máxima, porque empíricamente tras ciertos niveles de producción se detonan problemas sanitario-productivos y de crisis de precios por sobreoferta en los mercados, con serias consecuencias en la empleabilidad que genera la industria en el sur de Chile». No obstante, aún existe una importante discusión y discrepancias en torno a cómo debiese ser esta modificación.

El ejecutivo recordó que actualmente en Chile no hay un límite para el crecimiento de la producción de salmón, sino que solo existe un límite basado principalmente en las variaciones económicas y no por concesiones disponibles, «lo que es un riesgo», insistió Gjerde. Para la firma, Chile debería apostar por un sistema como el noruego donde se distribuye la capacidad de carga en función del número de concesiones. A su juicio, esto permitiría reducir la cantidad de instalaciones y establecer mayor distancia entre las unidades de producción.

Presione aquí para leer el artículo desde su fuente original en El Mercurio.

Lo último
Te recomendamos

REVISTA DIGITAL

[latest_journal_single_iframe]