Competencia entre microalgas es clave en la formación de FANs

Ene 27, 2017

Según un trabajo del IEO que estudió la interacción entre algas tóxicas y no tóxicas.

Investigadores del Departamento de Microalgas Tóxicas del Centro Oceanográfico de Vigo del Instituto Español de Oceanografía (IEO) publicaron un estudio en el que analizan las relaciones entre varias especies de microalgas tóxicas y no tóxicas que habitan los fondos marinos de Canarias, demostrando que la competencia entre especies puede tener efectos positivos o negativos en cada caso.

El artículo se centra en el estudio de dinoflagelados bentónicos (que viven adheridos al sustrato), un grupo de microalgas frecuentemente relacionado con las floraciones de algas nocivas (FANs), más concretamente en el género Ostreopsis y en las interacciones que llevan a cabo con dinoflagelados que comparten el mismo ecosistema (especies del género Coolia, Prorocentrum y Gambierdiscus).

«Las floraciones de algas nocivas, mal llamadas mareas rojas -ya que no siempre tienen color- suponen el incremento de la concentración de microalgas que producen toxinas, representando un riesgo tanto para la salud humana como para la economía de un territorio», explicó María García-Portela, investigadora predoctoral IEO y primera autora del trabajo.

El estudio consistió en juntar dos especies y observar los efectos de esta convivencia, comparándola con controles, es decir, comparando el comportamiento que tendría cada especie por separado. Estas interacciones demostraron ser positivas o negativas según el caso. «El objetivo de este estudio es poner en práctica en laboratorio lo que se observa en ecosistemas marinos reales como el de Canarias y ver qué efectos ocurren», apuntó García-Portela.

Células de Ostreopsis y Prorocentrum conviviendo en uno de los experimentos (IEO)
Células de Ostreopsis y Prorocentrum conviviendo en uno de los experimentos

Para los experimentos se utilizó la especie tóxica Ostreopsis sp., las especies también tóxicas Gambierdiscus excentricus y Prorocentrum hoffmannianum y una no tóxica: Coolia monotis, todos aislados de muestras recogidas durante una campaña del proyecto CICAN en aguas de Canarias.

En primer lugar, se realizó un estudio genético y un análisis de las toxinas de cada especie y después se estudió cómo afecta la convivencia de cada par de especies a variables como el nivel de crecimiento, el estado de la célula o su capacidad de adherirse al sustrato.

«En este estudio se han observado efectos positivos, como un aumento de la capacidad de adherirse al sustrato de Prorocentrum cuando compite con otras especies», puntualizaron los científicos españoles.

También se observaron efectos negativos, pero a corto plazo, como el retraso en el crecimiento y disminución de la movilidad en Coolia o la lisis en células de Gambierdiscus cuando se encuentra con Ostreopsis.

«Todos estos resultados ponen de manifiesto la guerra interna que se lleva a cabo en comunidades de dinoflagelados y resalta la importancia del estudio de las interacciones entre especies a la hora de controlar la dinámica de floraciones de microalgas en ecosistemas marinos», sentenció la investigadora.

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