Académico objeta críticas del Washington Post al Omega 3

Jul 24, 2015

Sostuvo que técnicamente para este tipo de ácidos grasos la evidencia clínica y epidemiológica que los avala es sólida, superando largamente a otras familias de compuestos funcionales.

En relación con un reciente artículo publicado en The Washington Post que pone en duda la eficacia de los Omega 3 marinos EPA y DHA sobre la salud humana, el Dr. Juan Guillermo Gormaz, quien es académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, aseguró a AQUA que en la actualidad existe evidencia robusta que sustenta los efectos de estos lípidos, por lo que los cuestionamientos del reconocido diario norteamericano no necesariamente se relacionan con evidencia científica.

A juicio del Dr. Gormaz, el origen de estas controversias es transversal a muchos otros alimentos funcionales y nutracéuticos, afectando las ventas de diversos productos. «Esto ha derivado en la realización de múltiples estudios de mercado en países desarrollados que han coincidido en que ha crecido de forma importante el escepticismo de los consumidores por adquirir productos cuyo valor agregado está dado por una promesa de salud difícilmente verificable por estos», argumentó el científico de la U. de Chile, para quien la principal causa sería el surgimiento de muchos productos que «entraron fuertemente con una promesa salud basada en estudios muy preliminares o dogmas tradicionales de la nutrición pero que, posteriormente, la evidencia científica terminó por desvirtuar o restringir de manera importante».

Sostuvo que técnicamente para los Omega 3 la evidencia clínica y epidemiológica que los avala es sólida, superando largamente a otras familias de compuestos funcionales. Sin embargo, determinantes no asociadas con las propiedades biológicas del DHA y EPA han favorecido controversias respecto a estos Omega 3. Por ejemplo, el precoz ingreso a los mercados de una amplia gama de productos ricos en Omega 3 vegetal ácido alfa-linolénico (ALA), cuya promesa de valor se basó en propiedades solo descritas para el EPA y DHA, han afectado de forma no menor la imagen de los Omega 3 como familia.

En ese sentido, precisó que el problema se originó cuando estudios epidemiológicos de larga data asociaron la ingesta de ALA con cáncer de próstata en adultos y retardo visual en lactantes. «Esto último corroboró que el consumidor promedio, en general, no es capaz de diferenciar adecuadamente los Omega 3, atribuyéndole los efectos negativos solo reportados para el ALA, presente en aceites de linaza y chía, también al EPA y DHA», explicó el Dr. Gormaz.

Por otra parte, agregó, la extrapolación no validada de los efectos saludables descritos originalmente para dietas esquimales ricas en EPA y DHA, a cualquier suplementación o ingesta de estos compuestos también ha perjudicado la imagen de los Omega 3. En este caso, adujo que la ausencia de efectividad de estos últimos en la prevención cardiovascular criticada por The Washington Post se apoya en algunos estudios observacionales comenzados en la década de 1980 que tendrían a lo menos una importante restricción.

«Se menciona que luego de años de seguimiento hubo una mayor mortalidad cardiovascular a largo plazo para los individuos con ingestas elevadas de productos del mar y suplementos a base Omega 3 marinos. En este caso, cabe señalar que durante décadas el consumo de estos productos en vastas regiones de Europa estuvo asociado a una exposición importante de mercurio y contaminantes orgánicos persistentes para los que está descrita una toxicidad crónica que puede enmascarar largamente los efectos del EPA y DHA», sostuvo el investigador especializado en este tipo de ácidos grasos esenciales poliinsaturados.

En conclusión, de acuerdo con lo manifestado por el Dr. Gormaz a AQUA, las actuales tendencias de mercado en alimentos funcionales y nutracéuticos demandan una mejora de los estándares de demostración del atributo saludable que sustenta el valor agregado. También se requiere una permanente verificación que permita certificar que el producto comercializado es equivalente a aquel con el cual se demostraron atributos funcionales.

«Todo eso con el objeto de prevenir controversias capaces de afectar sustancialmente la imagen de los productos a comercializar», finalizó.

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