En Chile: La pesca garantiza mucho más que la subsistencia

Feb 1, 2016

La pesca extractiva da trabajo a más de 150.000 personas y representa 0,4% del Producto Interno Bruto (PIB) del país.

(Escrito por Marianela Jarroud / IPS-Chile) «La pesca no solo sirve para vivir, sino también para pasarlo bien», asegura Pedro Pascual, un pescador de 70 años, que desde hace 50 toma su lancha y se interna mar adentro de madrugada para buscar el sustento diario, en las costas del océano Pacífico de Chile.

Pícaro y entusiasta, comenta a IPS que ya no le gusta comer tanto pescado, aunque sabe bien sus vastas propiedades nutritivas que lo convierten en un producto clave para la seguridad alimentaria mundial. «Es que pescarlo y comerlo es medio aburrido», dijo.

«A veces mi mujer tiene que salir a comprar pescado, porque yo llego a la casa sin ni una presa, las vendo todas para no comerlo», confesó, con un tono de voz semejante al de un niño que comete una travesura.

Pascual nació y se crió en el balneario de Algarrobo, en el litoral central chileno, a 100 kilómetros al oeste de Santiago.

Hijo, nieto y bisnieto de pescadores, subraya que la pesca es todo para él y su familia, mientras en la playa que usan unos 70 pescadores de la zona, prepara la carnada en una instalación al aire libre.

Allí mismo, venderá al día siguiente su captura, junto con otros compañeros, en una lonja que funciona en el lugar, construida por el municipio.

«Antiguamente pescábamos mucha corvina (Argyrosomus regius) en esta zona. Ahora pescamos merluza (Merluccius) en el invierno y en el verano jaiba, como se llama en Chile al cangrejo (Callinectes sapidus), y algo de congrio (Genypterus chilensis)», precisó.

Mientras ensarta cabezas de pescado que luego ata con un hilo grueso que las convierte en carnada, Pascual relata que él y sus compañeros de faena abordan las pequeñas lanchas pesqueras al atardecer, dejan las carnadas en alta mar, regresan a tierra y a las 6:00 de la mañana retornan mar adentro para extraer lo capturado.

«Las jaibas me gustan, porque hay diferentes formas de comerlas. Me encanta el chupe (pastel salado) de jaiba. Es más variada su preparación», afirmó.

Durante la conversación, repite que ama su oficio y se muestra muy preocupado porque son cada vez menos los que lo practican.

Al menos en esa zona «somos puros viejos» y los jóvenes «ya no se interesan por la pesca», detalló. «Mejor que estudien, este trabajo es muy sacrificado», reflexionó, para ampliar que su ganancia mensual llega con suerte a $300 dólares ($213.000 pesos chilenos al tipo de cambio actual).

¿Y qué sucederá cuando ya no hayan pescadores artesanales?, se le inquiere. «Habrá que comprarle a los industriales», respondió entristecido.

La pesca artesanal representa más de 90% de la pesca de captura del mundo y de los trabajadores del sector pesquero, cerca de la mitad de los cuales son mujeres, afirmó a IPS la Oficina Regional para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), con sede en Santiago.

Añadió que la pesca artesanal suministra alrededor de 50% de las capturas mundiales de peces y se estima que la pesca y la acuicultura sostienen los medios de subsistencia de entre el 10% al 12% de la población mundial.

«La pesca en pequeña escala hace una contribución importante a la nutrición, la seguridad alimentaria, los medios de subsistencia sostenibles y la reducción de la pobreza, sobre todo en los países en desarrollo», subrayó el organismo regional en respuesta a un cuestionario.

Según estudios, el pescado tiene un valor nutritivo excelente, proporciona proteínas de gran calidad y una amplia variedad de vitaminas y minerales, como las vitaminas A y D, fósforo, magnesio, selenio, y yodo en el caso del pescado de mar.

Sus proteínas, como las de la carne, son de fácil digestión y complementan favorablemente aquellas aportadas por los cereales y las legumbres que suelen ser la base alimentaria en muchos países del Sur en desarrollo.

Los expertos coinciden en que, incluso en pequeñas cantidades, el pescado mejora considerablemente la calidad de las proteínas consumidas diariamente.

Además, las grasas de algunos pescados proporcionan mejor que ningún otro alimento el tipo de grasa vital para el desarrollo normal del cerebro en los niños en gestación y en los recién nacidos.

Chile, un país largo y estrecho delimitado a sus dos lados por la cordillera de Los Andes, al este, y el océano Pacífico, al oeste, posee 6.435 kilómetros de costa y gran diversidad de recursos marinos.

Cifras oficiales sostienen que 92% de la actividad pesquera y acuícola se relaciona con la captura de peces, 5% con la extracción de algas y el resto de mariscos.

En el rango de los peces, las tres grandes capturas del país se concentran en el jurel (Trachurus murphyi), la sardina y anchoveta, que aportan en promedio más de 1.200 millones de dólares anuales, pero que se encuentran en crisis por sobreexplotación.

La pesca extractiva da trabajo a más de 150.000 personas y representa 0,4% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Del total de trabajadores del sector, 94.164 son pescadores artesanales y de ellos, poco más de 22.700 son mujeres, según cifras del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca).

Se estima que cada año se capturan unos tres millones de toneladas de peces en este país sudamericano. Sin embargo, en el mejor de los pronósticos, el consumo de pescado en Chile alcanza solo los 6,9 kilos por persona al año.

Este volumen representa menos de 8% de los 84,7 kilos de carne por habitante que anualmente ingieren los 17,6 millones de chilenos.

El bajo consumo de pescados en Chile se explicaría por dos razones principales: disponibilidad y precios. En el primer caso, la poca oferta responde a que, un porcentaje importante de los recursos desembarcados por la pesca industrial se destinan a la exportación.

En este escenario juega un papel relevante una controvertida Ley General de Pesca y Acuicultura, en vigor desde 2013 y que fue promovida por el gobierno de Sebastián Piñera (2010-2014).

La norma otorga concesiones por 20 años prorrogables y establece que los derechos de pesca de las grandes empresas podrán entregarse a perpetuidad y ser heredables.

«Los pescadores artesanales que antes tenían una cuota, una participación en la actividad económica de la extracción de peces del mar, se quedaron sin derechos y por lo tanto, muchos quedaron cesantes», denunció Juan Carlos Quezada, portavoz de la Consejo Nacional por la Defensa del Patrimonio Pesquero (Condepp).

El representante de esta asociación gremial añadió en diálogo con IPS que «90% de los pescadores artesanales se quedaron sin cuotas de pesca», al ser asignadas solo a la industria y a los armadores.

Mientras los pescadores luchan por la revocación de la ley, el gobierno mantiene la entrega del Fondo de Fomento para la Pesca Artesanal que, contradictoriamente, busca promover el desarrollo sustentable del sector pesquero artesanal chileno, y apoyar los esfuerzos de las organizaciones de pescadores artesanales legalmente constituidas.

Con todo, Pascual lo tiene claro: «La pesca es mi vida y lo seguirá siendo. El mar siempre nos entregará algo, aunque sea cada vez menos».

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