Para Chile: Los desafíos y oportunidades que ofrece la acuicultura argentina

Nov 11, 2016

Dado el elevado estatus sanitario que tiene el país vecino, sus peces no se ven afectados por patógenos y, por lo mismo, no se emplea ningún tipo de químicos o antibióticos durante los ciclos productivos.

En la Feria Internacional AquaSur 2016, el director nacional del Sernapesca, José Miguel Burgos, aseveró que se está analizando la posibilidad de abrir las puertas a la importación de material biológico de salmónidos (ovas y/o smolts) desde naciones como Argentina, Canadá y Estados Unidos. Y si bien en nuestro país son varios los actores que preferirían mantener la cortina abajo -y con llave-, pareciera que la iniciativa está lejos de abrir nuevos flancos para el estado sanitario de la actividad chilena.

La razón de lo último «es porque en 2005, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) inició un proceso de muestreo de la calidad de las aguas argentinas y, frente a la OIE (Organización Mundial de Sanidad Animal), logró certificarlas como Libre de Enfermedades. La misma categoría de países como Islandia», detalla el acuicultor trasandino residente en Chile, Lucas Maglio, quien ve como «muy positiva» la alternativa, ya que -según dijo- la pureza de los cuerpos de agua permitirían mantener un plantel de reproductores de trucha arcoíris en sistemas controlados para luego enviar ovas libres de enfermedades y a solo cinco horas de Puerto Montt (Región de Los Lagos).

Un dato para tener en cuenta es que, dado el elevado estatus sanitario que tiene la nación vecina, allá los peces no se ven afectados por patógenos y, por lo mismo, no se emplea ningún tipo de químicos o antibióticos durante su ciclo productivo.

Eso sí, el profesional aclara que solo se pueden cultivar peces en áreas que han sido modificadas por los humanos, como los embalses. Y una de las compañías que utiliza esta modalidad es IDRIS Patagonia S.A., la que produce trucha pan size en el embalse «Piedra del Águila», Provincia de Neuquén.

Desafíos

José Luis Martínez Pérez ejerce como abogado en Bariloche pero también es uno de los accionistas de la compañía que da empleo a un total de seis personas. Su trabajo en el mundo de las leyes le permite estar al día con los cambios normativos que se están dando en materia de cultivos. «Durante este año comenzará la reglamentación de la primera Ley Nacional de Acuicultura, proceso que lleva adelante la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura. Estimamos que esta nueva estructura permitirá unificar los diferentes criterios aplicados en cada provincia y, de esta forma, poder seguir desarrollando la actividad».

Martínez también está enterado de las negociaciones bilaterales entre Argentina y Chile para potenciar los cultivos de recursos hidrobiológicos, lo que podría verse potenciado con la liberalización de impuestos a la comercialización de tecnologías acuícolas entre ambas naciones. «Esto permitirá ir mejorando nuestros sistemas de cultivo y procesamiento. Por ejemplo, nosotros tenemos que trasladar nuestra cosecha a 800 km para que sea fileteada. Esperamos que el proximo año se ponga en marcha la nueva planta de proceso en construccion actualmente», dice el abogado cuya empresa cultiva sus truchas en un embalse que tiene una capacidad de carga para llegar hasta las 20.000 toneladas.

El hijo de Martínez, que también se llama José Luis, reconoce la falta de proveedores o tecnologías. «Acá, uno de los principales desafíos es la falta de alimento especializado para peces. No lo podíamos importar desde Chile por un tema arancelario. Esperamos que con estos acuerdos el tema comience a cambiar», subraya el profesional especializado en acuicultura y cuya producción se comercializa en el mercado interno, principalmente Buenos Aires.

Agua de mar

«A diferencia de los fiordos y bahías protegidas de Chile, acá se pensaba que no se podía cultivar peces en agua de mar debido a que solo tenemos sitios expuestos. Pero la misma FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) ha reconocido el tremendo potencial que tiene Argentina para la acuicultura offshore y debido a sus óptimos niveles de salinidad, oxígeno, corrientes y temperatura», puntualiza Lucas Maglio, quien, de hecho, está prestando servicios de análisis y medición con el objetivo de instalar la primera balsa-jaula para salmónidos en el canal Beagle. La idea es aprovechar parte de los 4.000 km de costa que tiene el país trasandino para unirse a Chile en el desafío de alimentar a los 9 billones de habitantes que se estima tendrá el planeta de aquí a 2050.

Se puede destacar que la producción acuícola destinada al consumo humano en Argentina durante los últimos 20 años ha mostrado un crecimiento sostenido desde las 1.000 toneladas de 1996, hasta las 4.027 toneladas de 2014. Durante 2015, el país vecino presentó una leve disminución, alcanzando las 3.681 toneladas. «Esto pudo deberse al alto costo de los alimentos balanceados, cuyos ingredientes cotizan en Bolsa, así como a la falta de financiación para enfrentar los costos operativos de los cultivos», detalla un boletín institucional elaborado por la Dirección de Acuicultura.

Tanto Maglio como los Martínez (padre e hijo) están confiados en que la acuicultura de su país está entrando en un verdadero punto de inflexión y luego del paso dado con la publicación de su primer marco normativo. Por esto, analizan con detención la historia productiva de Chile y de forma de aprender de sus éxitos y fracasos. Por mientras, varios productores argentinos están organizándose para negociar y generar un volumen lo suficientemente atractivo para llamar la atención de los proveedores del país vecino.

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