El Centro de Investigación Aplicada del Mar (CIAM) trabaja con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por su sigla en inglés) desde hace aproximadamente tres años, en una labor orientada a evaluar la situación actual de la anchoveta y, paralelamente, dando pasos en la generación de una propuesta que derive en un plan de mejoramiento pesquero (PROME) para el recurso, el cual debe recoger todos los adelantos logrados durante los últimos años.
En diálogo con AQUA, el director del CIAM, Carlos Merino, se refirió a estos avances y a otras materias de coyuntura relacionadas con el sector.
¿Desde cuándo y en qué consiste el trabajo que está realizando el CIAM con WWF para obtener la certificación del MSC para la anchoveta? ¿Cuándo se podría llegar a alcanzarla?
Hoy tenemos certificación internacional de sustentabilidad IFFO RS para la pesquería de anchoveta y certificación FOS (Friends of the Sea) de pesca sostenible, entre otras certificaciones de sostenibilidad y buenas prácticas pesqueras. Adicionalmente, hemos desarrollado programas de inteligencia artificial con el uso de Big Data para el conocimiento del ecosistema del norte, generando datos que nos permiten realizar un seguimiento dinámico y ecosistémico.
En la certificación MSC no tenemos una fecha definida para presentarnos al proceso de certificación, dado que hay una serie de asuntos que resolver, que están fuera del alcance de la actividad pesquera misma y del sector industrial en particular. Estas tienen que ver con temáticas relacionadas a políticas internacionales que involucran a Chile, dado que el stock de anchoveta sobre el que se opera en el norte del país es compartido con el sur de Perú, que se rige por otras medidas de manejo.
¿Cuáles fueron las principales conclusiones que dejó el taller que tuvo como objetivo recoger información de la pesquería de la anchoveta?
El objetivo principal del taller fue recoger información de parte de diferentes actores involucrados en la pesquería de la anchoveta, como investigadores, miembros de entidades públicas de administración y fiscalización pesquera, además de representantes del sector operacional. La finalidad fue detectar debilidades respecto de las exigencias que establece el modelo de certificación MSC, y, a partir de ello, construir el plan de mejora que permita aumentar el rango de calificaciones de los indicadores de desempeño, tanto en el corto como mediano plazo. Entre los principales aspectos a trabajar, se detectó la necesidad de revisar el estado de pesquerías que concurren junto con la anchoveta en momentos muy específicos, como es el caso de la caballa. Actualmente existe muy poca información en relación con el volumen de este stock, que, al ser transnacional, es difícil de evaluar.
¿En qué otras pesquerías están trabajando para ayudar a recuperar sus biomasas y así poder avanzar en nuevas certificaciones de sustentabilidad?
En general, CIAM aplica una serie de medidas de manejo sustentable que favorecen a las pesquerías que operan en el norte de Chile, entre ellas la de jurel, que tiene una baja asignación de cuota en la zona, si se le compara con la de la anchoveta, pues anualmente no alcanza las 60.000 toneladas. En la zona centro sur de Chile, la pesquería de jurel está certificada, por lo que es importante que eso también se logre en el norte. Esperamos que en un horizonte de mediano plazo se alcance este objetivo.
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¿Qué les parece la nueva Ley de Descarte que comenzó a regir este año, y cómo analizan la postura de actores del sector que afirman que es inviable la instalación de cámaras a bordo?
Nos parece una ley interesante por su objetivo de disminuir el descarte y la pesca incidental de especies no objetivo. Sí, es importante tener en cuenta que esta ley va a exigir un mayor control en las maniobras de capturas a las tripulaciones, las cuales ya están recibiendo capacitación en el reconocimiento de especies y en el manejo del descarte, fauna acompañante y pesca incidental. Por nuestra parte, hemos desarrollado una serie de procedimientos y protocolos destinados a la prevención de capturas no deseadas y a la disminución del descarte. A nivel industrial, el porcentaje de pesca descartada en el norte es de alrededor de un 3% de la cuota total anual, de acuerdo con estudios realizados por el Instituto de Fomento Pesquero (IFOP). Esto nos hace pensar que no es un tema que vaya a enfrentar al sector a una complejidad mayor.
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Hoy, toda la flota industrial tiene sus cámaras instaladas y certificadas por la autoridad pesquera y no vemos mayores inconvenientes, más allá de adquirir la costumbre de registrar en ellas las acciones sobre las especies que sean capturadas de forma incidental y que necesariamente deben devolverse al mar, de acuerdo con las nuevas normativas aplicadas para este efecto.
¿Cómo responden a quienes cuestionan que pesquerías de pelágicos, como la anchoveta, aún se destinen para fabricar alimentos para acuicultura, en desmedro del consumo humano directo?
El primero es que la industria del norte ha hecho notables esfuerzos en los últimos años por incorporar en los mercados anchoveta con valor agregado y enfocadas en el consumo humano. Un ejemplo de ello son las conservas desarrolladas con estos fines, las cuales no tuvieron éxito en el mercado. Por el contrario, las altas inversiones que se realizaron en esta dirección se han transformado hoy en activos paralizados, que han generado pérdidas importantes para las compañías. Asimismo, las industrias del norte han puesto un foco importante en incorporar a la anchoveta en la dieta de los chilenos. Han generado estudios a nivel universitario para aportar nuevas y variadas recetas de cocina basadas en este alimento, así como también financiado diversas ferias que abordan esta temática, sin éxito aún. Esta misma situación se repite en Perú, donde se han desarrollado campañas con gastos millonarios a cuenta del sector público, que tampoco han logrado su objetivo.
Es importante tener en consideración que la anchoveta es un pez muy lábil y de rápida degradación, lo que obliga a contar con una excelente forma de mantención, que le permita llegar de manera adecuada al mercado final. La única experiencia que existe en la actualidad es la anchoveta altamente procesada y destinada a la elaboración de productos gourmet. Esta iniciativa es desarrollada por una pyme de Arica, que se abastece con algunas embarcaciones de la flota artesanal en bajas cantidades. El mercado para este tipo de productos de alto valor es de muy bajo tamaño.
Por su parte, la generación de aceites con altas concentraciones de Omega 3, es un buen ejemplo de cómo se ha avanzado para dar mayor valor a la pesca de la anchoveta, ya que hoy estos aceites altamente concentrados se usan cada vez con más fuerza en la nutraceútica a nivel mundial.
¿Concuerdan con otras leyes sectoriales nuevas, como la de jibia? ¿Y qué les parecen los otros proyectos de ley que están avanzando en el Congreso en materia pesquera?
Al respecto, lo que me parece más relevante en la revisión y generación de leyes que regulan el sector pesquero, es que se considere la voz de expertos en el tema. La pesca es un tema complejo y requiere, por ende, de la participación de especialistas en la toma de decisiones para lograr crear un marco regulatorio que permita desarrollar la actividad y, a la vez, asegurar la sustentabilidad de las pesquerías. En el establecimiento de estos criterios de sustentabilidad, que se apliquen tanto a los recursos como a los pescadores, la ciencia tiene la primera palabra.