Antibióticos salvan al salmón chileno pero podrían generar «súperbacterias»

Jul 5, 2016

Hasta ahora no hay casos documentados de resistencia bacteriana en la acuicultura, pero estos ya son una realidad en otras industrias, transformándose en una de las mayores amenazas a la salud pública.

(AFP) Permiten controlar la expansión de agentes patógenos pero su uso intensivo podría generar el nacimiento de «súperbacterias» capaces de desatar infecciones incurables. Es el cara y cruz del uso de antibióticos en la industria del salmón de Chile.

Hacinados en aguas del sur del país, donde fueron introducidos artificialmente hace décadas, los salmones chilenos logran sobrevivir con el uso de antibióticos contra la bacteria Piscirickettsia salmonis, dando vida a la segunda producción a nivel global, solo detrás de Noruega.

«Utilizamos en Chile 500 veces más antibióticos que en Noruega. Y esto es básicamente porque en Noruega han sabido controlar sus enfermedades», subrayó Liesbeth van der Meer, directora interina de la organización ecologista Oceana Chile.

Hace un mes, a petición de la misma Oceana, la justicia chilena ordenó hacer públicos la cantidad y el tipo de antibióticos utilizados por la salmonicultura en el último año, en el primer paso para transparentar un hermético manejo de la industria.

Lea: Salmonicultoras que no detallan uso de antibióticos representan el 12% del consumo industria

«Hay centros, hay empresas que no están controlando las enfermedades (…) y es porque hay un aumento de las densidades que no es controlado», advirtió Liesbeth van der Meer.

En la última década, 2010 fue el año con menor uso de medicación con 143,2 toneladas de antimicrobianos para tratar a una cosecha anual de 466.857 toneladas (0,031%).

Mientras que en 2015 se utilizaron 557,2 toneladas de fármacos en una producción de 846.163 toneladas (0,066%), según el reporte difundido por el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca).

Vea: Informe de Sernapesca confirma que consumo de antibióticos es el más alto desde 2007

Una cantidad que sería la necesaria para poder controlar las patologías, según se defiende la industria.

«El antibiótico que usan tiene que ser recetado por un veterinario y no se puede dar de manera preventiva, solamente cuando aparece la enfermedad», argumentó Felipe Sandoval, presidente de SalmonChile, gremio que representa a la mayoría de los productores chilenos.

«El avance tecnológico nos va a ayudar a minimizar el uso de químicos en otros lugares o antibióticos en Chile, es cuestión de tiempo», consideró Sandoval.

Libre de antibióticos

Pero el salmón se procesa y se vende sin rastro de medicación para el consumo humano.

«El salmón no sale con antibióticos», confirmó la directora de Oceana, que advirtió no obstante que el verdadero peligro está en la generación de bacterias resistentes en el medioambiente, que podría generar patologías incurables.

En acuicultura intensiva como la del salmón, el residuo del antibiótico utilizado cae al medioambiente y en el largo plazo la comunidad bacteriana circundante queda expuesta, explicó el epidemiólogo Dr. Fernando Mardones.

De esta forma, las bacterias «pueden hacerse resistentes a determinados antibióticos tras un tiempo, hasta que aparece una bacteria resistente a todo que puede afectar a los mismos peces y hasta llegar al ser humano», precisó el investigador de la Universidad Andrés Bello.

Hasta ahora no hay documentados casos de resistencia bacteriana en la acuicultura, pero estos ya son una realidad en otras industrias, transformándose en una de las mayores amenazas a la salud pública.

En contraposición, la industria debería «ver qué está fallando en la producción y cuáles son las medidas alternativas para disminuir el uso de antibióticos», que entre otras, podría ser el aumento de antioxidantes en la dieta de los peces.

Acuicultura sustentable

Implantada en Chile la acuicultura se encumbró como una industria generadora de trabajo en el sur del país, con exportaciones que alcanzaron los US$3.526 millones el año pasado, teniendo como principales destinos los exigentes mercados de Estados Unidos y Japón.

El camino hasta acá no ha sido fácil para las salmonicultoras chilenas, que producen salmón Atlántico, salmón coho y trucha arcoíris y han tenido que superar varias crisis sanitarias.

En 2007, irrumpió en los centros de cultivo la Anemia Infecciosa del Salmón (ISA), un virus que no afecta al hombre pero provoca gran mortalidad de los peces; mientras que principios de 2016, la industria debió hacer frente a una floración de algas nocivas (bloom) que provocó la muerte por asfixia del equivalente a unas 100.000 toneladas en caso de haber llegado al mercado, el 12% de la producción anual.

Las especies muertas fueron vertidas mar abierto, una decisión que contaminó las aguas, según plantean pescadores chilenos de la zona, y que para organizaciones como Oceana, demuestra que los niveles de producción acuícola en esa zona no son sustentables.

La industria, por su parte, propone controlar la cantidad de empresas que operan para de esta forma lograr que las áreas de cultivo estén más espaciadas entre sí y evitar contagios.AFP

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