(La Voz de Galicia) El alumno quiere sacar todavía más ventaja al maestro. Y sin rubor alguno por calcar sus técnicas. Chile, que hace unos años superó a Galicia, aunque por la mínima, en producción de mejillón, trata ahora de ganar mercado con una marca sectorial de calidad, pensada para los rusos en el 2012, pero que el año pasado cobró fuerza con el desembarco del chorito chileno en China y, sobre todo, en Estados Unidos, concretamente en la costa oeste, que es donde los mitilicultores andinos están centrando sus esfuerzos exportadores.
Los productores chilenos tratan de emular la estrategia de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Mejillón de Galicia al acuñar Mejillón Patagónico (Patagonia Mussels, como se conoce en las plazas extranjeras que han conquistado). Para ello, las principales patronales del sector (la Asociación Chilena de Productores y Exportadores de Mejillones AmiChile y la gubernamental ProChile) han creado una empresa conjunta que reúne a los principales exportadores de mejillones del país, que buscan «dar una identidad única y distintiva al producto, basada en sus principales atributos», explican en la presentación del proyecto de marca.
Cualidades que no son otras que «su cultivo natural en las aguas frías y limpias de la Patagonia chilena en el océano Pacífico, su excelente sabor, calidad y textura, su valor nutricional y versatilidad culinaria, que ha atraído la atención de renombrados chefs de todo el mundo». Sacando las referencias geográficas, cualquiera diría que se trata de su antepasado más directo: el mejillón gallego, que trata de conquistar mercados luciendo la etiqueta Mejillón de Galicia. Este, por su parte, ha continuado expandiéndose y en 2016 (último ejercicio cerrado) fue capaz de duplicar cifras con respecto al año anterior, pues se certificaron más de seis toneladas frente a las tres escasas de 2015.
Especialización
Lo que queda cada vez más patente es que chorito y mejillón están especializándose y consolidando sus propios mercados, que si antes se solapaban, ahora prácticamente divergen. Mientras el molusco andino mira hacia Rusia -destino prohibido para cualquier producto perecedero con sello europeo- y el mercado estadounidense, Galicia ha centrado sus esfuerzos en el mercado nacional (España) en fresco y en los países comunitarios, donde le va realmente bien.
Unos y otros aprovecharon que la demanda de mejillón en 2017 fue «excelente», según recoge la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por su sigla en inglés) en su publicación Globefish, que analiza la evolución de los mercados acuícolas-pesqueros, y los precios continúan incrementándose a nivel mundial.
De acuerdo con esas estadísticas, se comercializan en el mundo alrededor de 200.000 toneladas de mejillón al año. Chile y España son los principales exportadores y representan más de la mitad del comercio total.
Mercado importante
Con todo, el español continúa siendo un cliente importante para el bivalvo que se cultiva en Chile. De hecho, es un gran contribuyente al aumento de las exportaciones del país andino, que el pasado ejercicio crecieron en volumen y en valor. Hasta octubre habían aumentado un 18,3% con respecto al año anterior, en parte porque enviaron más a plazas en las que antes tenían escasa presencia, como Ucrania, Países Bajos y Rusia, y en parte porque España volvió a abastecerse en Chile. Compró 14.387 toneladas de producto por un valor de EUR$40,2 millones.
A Italia y a Francia
En ese mismo período, Galicia exportó mejillones por casi EUR$35 millones, según las estadísticas de Comercio Exterior, valor correspondiente a las 33.000 toneladas que envió al extranjero, a una cartera de clientes encabezada por países como Italia y Francia. Los bateeiros gallegos han sabido derivar al mercado propio ese excedente que dejó de comprar la industria transformadora que optó por abastecerse desde el país andino. Y lo ha hecho con el producto en fresco, que ha cosechado un éxito importante en Francia.
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