Captura excesiva de machos estaría reduciendo la población de centolla en Magallanes

Dic 19, 2016

También preocupa el impacto del cambio climático en las algas que le sirven de hogar y la posibilidad de que las comunidades oceánicas y del interior no se crucen entre sí. Es que, según un estudio de la Universidad Austral, ya ha pasado con otros crustáceos.

(El Mercurio) Uno de los platos más caros en las cenas de Navidad y Año Nuevo es la centolla. En Santiago (Región Metropolitana), un kilo habitualmente cuesta sobre los $20.000 y el plato en restaurantes, sobre $50.000.

Su alto precio no es raro, ya que es una especie que no se cultiva, sino que se trae directamente desde las zonas de extracción, que se extienden desde la Región de Los Lagos hacia el sur, pero fundamentalmente en la Región de Magallanes.

Además, para protegerla, existe una veda entre diciembre y julio. Por esto, en los seis meses restantes, se produce una carrera contra el tiempo para capturar la mayor cantidad de ejemplares posible. En 2015 se obtuvieron cinco mil toneladas, 90% de las cuales se exportaron al exterior, especialmente Corea.

Al principio de esta temporada, sin embargo, los embarques no fueron tan auspiciosos y recién desde la mitad en adelante hubo una mejora, asegura Luis Miguel Pardo, biólogo marino del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL), de la Universidad Austral de Chile. Los pescadores debieron navegar más lejos de lo habitual y poner sus trampas en zonas más profundas.

La temporada parece haber terminado en forma normal, pero las cifras del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca) correspondiente a la primera mitad de la temporada de los últimos tres años ratifican una tendencia a la baja. Es así como las capturas entre julio y septiembre de 2014 llegaron a 2.615, mientras que en 2015 fueron de 2.353 y este año, de 2.226.

Aparte de la veda, el recurso se maneja a través de una estrategia de limitación de talla y de sexo, porque solo se capturan los machos.

Pero justamente esta medida, que busca proteger a las hembras, es uno de los aspectos que preocupa a los especialistas. «Cuando hay escasez de machos la cantidad de espermios que recibe la hembra podría no ser suficiente para fecundar todos los huevos que produce», explica Pardo.

Esto ya se ha visto en algunos crustáceos como la jaiba azul de Estados Unidos, el cangrejo de las nieves de Canadá y Alaska, e incluso con una jaiba local, la marmola.

«Con la centolla también podría ocurrir algo así porque no tienen una estructura para guardar espermios, conocida como receptáculo seminal y, por ende, no son capaces de mantener sus espermios por mucho tiempo. En cambio las jaibas, que sí disponen de ella, pueden usar espermios de un macho que copuló con ellas hace dos años», precisa el investigador de la UACh.

El efecto a largo plazo es que el número de huevos podría empezar a bajar con el tiempo. Una hembra puede producir de 10.000 a 60.000 huevos tras cada apareamiento, pero solo 1% de ellos alcanza el estado juvenil.

Clima

Si efectivamente el problema fueran los machos, habría que definir una talla máxima que se pueda capturar, pero que sea inferior a la que tienen los machos fértiles, dice el científico.

Los investigadores también están preocupados por el número de ejemplares juveniles que logran sobrevivir. La mayoría se concentra en los bosques de algas pardas. Un aumento de temperatura de las aguas por el cambio climático podría afectarlas.

Tampoco está claro si las poblaciones de centollas de aguas interiores son las mismas que se encuentran en el océano y se desplazan entre ambos puntos, o son comunidades diferentes que no se mezclan entre sí. Esto, eventualmente, obligaría a modificar la estrategia de manejo de los stocks.

El comportamiento general de la especie no ha sido muy estudiado. «Es un tema bastante desconocido tanto para nosotros como para los científicos, por lo que nunca hay certeza de a qué profundidad la vamos a pillar», reconoce Leopoldo Iturra, representante de los pescadores artesanales ante el Comité de Manejo de Centolla y Centollón de la Región de Magallanes, quien aclara que sus opiniones son a título personal.

«Estamos siendo afectados por un tema climático que está influyendo mucho, y la centolla tiene un comportamiento muy errático. Hay períodos en que pillamos la pesca a los 12 metros. Al año siguiente tenemos que llegar hasta los 80 metros y recién encontramos indicios».

Sobre la merma que acusan los científicos, Iturra no le da mayor importancia. «Es probable que haya habido una caída, pero está dentro de los rangos normales que se producen en el período. Hay áreas que tienen menos pesca y a la siguiente o subsiguiente se recuperan».

Un acorazado

A nivel biológico, la centolla tiene pocos depredadores. «Si uno mira una centolla, es como un acorazado, está lleno de espinas, lo que dificulta su captura», dice el biólogo del Centro IDEAL Luis Miguel Pardo. No obstante, el bacalao de profundidad y algunos mamíferos marinos podrían tenerla dentro de su menú.

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