El próximo miércoles 13 de diciembre, la Comisión de Pesca de la Cámara de Diputados votará el proyecto de ley presentado por el diputado del Partido Comunista (PC) por la región de Coquimbo, Daniel Núñez, que busca dejar la potera y/o línea de mano como único arte exclusivo para la captura de la jibia, lo que significa en la práctica romper el fraccionamiento de esta pesquería que otorga un 80% para los artesanales y el 20% restante a la flota y plantas industriales, y entregarla en un 100% al mundo artesanal.
A fin de expresar la preocupación del sector industrial por el impacto que ocasionaría este proyecto en la región del Biobío, la presidenta de la Asociación de Industriales Pesqueros (Asipes), Macarena Cepeda Godoy, se reunión con el director zonal de Pesca y Acuicultura, Javier Valencia Labarca, a quien le pidió gestiones ante el Gobierno y el Congreso. «Hemos venido a pedirle los buenos oficios del director a fin de lograr prorrogar la votación del próximo miércoles y que la Comisión de Pesca amplíe el plazo para escuchar a más actores, específicamente del mundo artesanal de la región del Biobío y del mundo científico, que no han sido invitados, y de esta forma mejorar la información sobre la cual los legisladores deben tomar una decisión», explicó la representante de los pescadores industriales.
Macarena Cepeda dijo que el fraccionamiento 80-20 permite proteger el empleo en ambos sectores. Argumentó que actualmente en la región del Biobío dependen de este recurso 2.500 trabajadores que se desempeñan en plantas y flota, de los cuales el 50% son mujeres jefas de hogar. Afirmó que en las regiones de Coquimbo y del Biobío existe una complementariedad y labor conjunta entre el sector artesanal e industrial que permite el trabajo sobre el recurso durante todo el año y que es «vital para la continuidad en el funcionamiento de las plantas de proceso».
En esa línea, subrayó que el «proyecto que se tramita en la Comisión de Pesca de la Cámara de Diputados se basa en la realidad de la región de Valparaíso, donde no hay industria pesquera ni trabajo conjunto entre pescadores artesanales e industriales».
Es que de las 60.600 toneladas de jibia desembarcadas por el sector artesanal en la región del Biobío, a septiembre de este año, la industria pesquera compró 51.000 toneladas, es decir el 85% de esas descargas, las que equivalen a un traspaso de valor superior a los US$20,5 millones ($12.750 millones).
Actualmente, aseveró la representante gremial, el rubro artesanal no logra extraer la totalidad de su cuota asignada debido a la baja tecnificación de sus embarcaciones. Esto se acentúa en la región del Biobío a raíz de las condiciones de mal tiempo durante los meses de invierno, que hace más esporádica la operación artesanal. «En noviembre la flota artesanal jibiera solo pudo operar un par de días debido a condiciones climáticas de viento. Y esto no permite el funcionamiento de las plantas industriales», adujo la timonel de la Asipes.
Más adelante, dijo que es importante considerar que el consumo interno de jibia es muy bajo, por lo que casi la totalidad del recurso se destina a mercados de exportación. Por esto, ambos sectores deben compartir y ordenar su captura, debido a que las plantas industriales no pueden sobrevivir solo con abastecimiento artesanal, que opera solamente con buenas condiciones climáticas. En esta lógica, para el gremio de industriales se debe comprender que los precios internacionales de la jibia –que es capturada por otros diez países más en el Pacífico- depende de esas capturas, donde solo China captura más de 1 millón de toneladas y Perú otras 500.000.
«Por ello no es acertado afirmar que una menor disponibilidad de jibia en el mercado local permitirá un aumento del valor del recurso, pues no se ajusta a la dinámica de los mercados internacionales», enfatizó Macarena Cepeda.
La visión científica
La presidenta de la Asipes también explicó que «la industria debe seguir capturando su cuota con redes de media agua, las que no interactúan con el fondo marino ni intervienen en los caladeros de la pesca artesanal. Además, estos barcos también pescan merluza y están autorizados para ello, manteniendo el empleo en tierra y sus permisos de pesca. La evaluación del riesgo ecológico asociado al efecto que genera una actividad en el medioambiente, bajo metodología FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), y a través de investigación conjunta entre Chile y Perú, han demostrado que no existe riesgo ecológico y que el efecto de la pesca de fondo y de media agua y línea de mano o potera es inocuo en el ecosistema».
Por último, Macarena Cepeda dijo que «las empresas, los pescadores artesanales jibieros y el Gobierno deben seguir promoviendo el trabajo colaborativo y el trato directo a través de la formación de cooperativas, la eliminación de intermediarios en la venta del producto a las plantas y el mejoramiento de las condiciones de seguridad, sanitarias y de trazabilidad del abastecimiento artesanal y no eliminarnos por secretaría del acceso a esta pesquería».
Próximamente la cuota global de jibia será definida por la Organización Regional de Pesca del Pacífico Sur (ORP) en función de las capturas históricas de cada país. En la Asipes concluyen que el aumento de la cuota anual en Chile, manteniendo el fraccionamiento, podrá mejorar «la historia» frente al resto de las naciones con las que nuestro país comparte la captura de este recurso y que hoy es entre tres y cinco veces más que Chile.