Gremio salmonicultor analiza proyecto de las 40 horas semanales

Sep 25, 2019

La entidad subraya que "como país estamos en un proceso de reformas necesarias pero muy mal abordadas, exceso de pasión y escasa razón".

La Asociación de Talleres de Redes y Servicios Afines de Chile A.G. (Atared) emitió su Boletín N°52 -correspondiente a septiembre de 2019- para referirse al Informe de Política Monetaria (IPoM) del Banco Central y los riesgos -a su juicio- para la economía de perseverar en el proyecto de reforma laboral de 40 horas y otras relacionadas, «cuyo impacto sumatorio afectarían la recuperación y proyecciones de desarrollo en nuestro país».

A continuación lo reproducimos íntegramente:

«El presidente del Banco Central, en su exposición trimestral, nos alerta sobre las proyecciones de la economía nacional y mundial. La conclusión principal del IPoM es que aumentaron los riesgos para una oportuna convergencia de la inflación a la meta de 3%. Desde el IPoM anterior, la inflación total y subyacente se ha mantenido en torno al 2%, en un contexto en que las perspectivas para el escenario macroeconómico se han debilitado. Parte importante de ello se debe a la evolución del escenario externo, donde las tensiones comerciales han aumentado la incertidumbre global, junto a una desaceleración del crecimiento en distintos países, así como de un descenso de los volúmenes de comercio. El recrudecimiento de la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha llevado las tensiones globales a un escalón distinto, donde predecir cuándo y de qué forma se resolverá se ha vuelto mucho más complejo.

En un comienzo, se esperaba que los efectos de la guerra comercial afectaran más a los países directamente involucrados en ella. Sin embargo, la relevancia de las cadenas de valor global, donde un número elevado de países aporta insumos y mano de obra a los bienes exportados por otro, ha hecho que sus efectos se transmitan a muchas más economías, reflejado en la debilidad del comercio mundial y en la actividad de los sectores ligados a manufacturas: el comercio asociado a las cadenas de valor global representa 56 por ciento del total del comercio.

Estudios recientes documentan un alto grado de rigidez de las estructuras productivas que conforman las cadenas de valor global, lo cual implica grandes efectos disruptivos como consecuencia de la imposición de barreras al comercio, así como altos costos de recrearlas o redireccionarlas, una vez que dichas cadenas se rompen. Por lo que la intensificación del conflicto comercial, y las nuevas aristas que ha tomado en meses recientes, estaría produciendo un ambiente de desconfianza ante la imposibilidad de predecir el nuevo mapa de tarifas y comercio mundial que se impondrá de forma más definitiva. Así, ante este clima de incertidumbre, es esperable que las decisiones de inversión corporativa se vean particularmente afectadas. De hecho, la caída de la inversión privada en un número importante de países ha sido una característica particularmente marcada de esta coyuntura.

Para Chile, los efectos directos de la guerra comercial en el comercio exterior han sido hasta ahora acotados y heterogéneos. No obstante, se prevé que los efectos de la guerra comercial en las exportaciones chilenas serán mayores en el futuro próximo.

Por parte del comportamiento del consumo, ha moderado algo su crecimiento, pese a las menores tasas de interés, en un contexto de marcado retroceso de las expectativas y de una menor creación de empleo asalariado privado.

Por el lado de la inversión, la mayor expansión de la formación bruta de capital fijo en el segundo trimestre se apoyó en el componente de construcción y obras. Diversos antecedentes indican que el mayor impulso proviene de grandes proyectos relacionados con la minería, que, como se preveía, sigue favoreciendo la actividad de otros rubros, como los servicios de arquitectura e ingeniería y la construcción. Sin embargo, no se aprecia un mayor aumento de la inversión en otros sectores y el crecimiento anual de maquinaria y equipos volvió a descender.

En el escenario base, en el período 2019-2021, el crecimiento acumulado de la actividad será menor al proyectado en junio. En el 2019, el PIB aumentará entre 2,25 y 2,75 %, inferior al estimado en junio (2,75 a 3,5 %).

Con todo, es importante destacar que, pese al empeoramiento del escenario externo, proyectamos que la economía volverá a crecer a tasas del orden de 3% o más en los próximos años, lo que se compara favorablemente con otros episodios recientes de desaceleración de la economía. Ello ocurre porque para la economía mundial se proyecta una desaceleración importante, pero no una recesión; porque la inversión se mantiene creciendo; porque en los últimos años se ha reducido la vulnerabilidad de la economía a fluctuaciones cambiarias, y, por último, porque las autoridades están respondiendo con prontitud a cambios en el escenario económico. Dentro de esta respuesta destaca la política monetaria, con una TPM que se ha reducido en 100 puntos base en solo tres meses. Chile destaca en este sentido como uno de los países con una respuesta más rápida al cambio externo y como uno que enfrentará las turbulencias de los próximos meses con condiciones financieras internas más favorables.

La capacidad para reconocer las limitaciones y exigencias que impone un escenario externo más incierto, sin embargo, va más allá de la política monetaria. En la discusión de reformas, programas e iniciativas en distintos ámbitos es importante reconocer que estas no se darán en un contexto de prosperidad ilimitada, sino que en un período con muchos riesgos. En esta etapa, los países que actúen con mayor coherencia y unidad de propósito tendrán mayor posibilidad de prevalecer que aquellos que lo hagan de manera pasiva, desordenada o contradictoria.

Como país estamos en un proceso de reformas necesarias pero muy mal abordadas, exceso de pasión y escasa razón. El presidente del Banco Central ha dicho que el costo de las reformas fluctuará entre 19 y 23% adicional. En ese escenario, será muy complejo para las empresas seguir siendo competitivo. Para trabajar menos hay que producir más y más eficiente. Contar con flexibilidad laboral sin precarizar el empleo.

Esperamos se imponga la cordura, para restaurar el ritmo de crecimiento y desarrollo que como chilenos necesitamos».

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