En Fundación Chile (FCh) celebran un logro inédito para el país, al alcanzar una capacidad de producción de cien millones de semillas de almejas al año en el Centro Acuícola Quillaipe, de la región de Los Lagos. Un volumen que podría aumentar acorde a los requerimientos proyectados del sector pesquero artesanal y de empresas que demandan este recurso marino.
De este modo, después de varios años de investigación y desarrollo (I+D), se dan pasos concretos hacia la diversificación acuícola, siendo la almeja la primera especie de esta nueva etapa en la acuicultura nacional.
La alta demanda por este molusco, sumado al agotamiento del recurso, motivaron el trabajo de Fundación Chile en el desarrollo de nuevas tecnologías que permitieran mejorar la producción de semillas de la especie, asegurando el abastecimiento de la materia prima. Todo ello para propiciar modelos de emprendimiento acuícola asociativos entre la empresa, la ciencia y el sector pesquero artesanal.
«La acuicultura de moluscos bivalvos enterradores en Chile busca ser una alternativa productiva que beneficie tanto a las comunidades costeras dedicadas a la pesca artesanal como a la industria conservera nacional, que en la actualidad atraviesa por problemas de abastecimiento a raíz del agotamiento de los bancos naturales», explicó Martin Hevia, director ejecutivo de Acuicultura en Fundación Chile.
Las tecnologías desarrolladas por FCh pueden ser adaptadas a distintas escalas de producción, procurando simplificar los procesos productivos y disminuir los riesgos financieros asociados al cultivo.
Según Martin Hevia, dada la positiva experiencia en Quillaipe, se espera prontamente concretar ventas de semillas para engorda en sistema suspendido en mar y replicar este formato productivo en el Centro Acuícola Tongoy (región de Coquimbo). «Esto implica hacer una estandarización del desarrollo realizado en el Centro Acuícola Quillaipe, replicando y validando la tecnología de producción de semillas, pero con almejas de la zona norte. La especie es la misma (Venus antiqua); no obstante, por su localización geográfica, podría corresponder a poblaciones diferentes, y además queremos evitar cualquier riesgo sanitario que pudiera derivar en el traspaso de patógenos de una región a otra», precisó el director ejecutivo, enfatizando que también se destinará a la acuicultura de pequeña escala, en conjunto con pescadores artesanales.
Machas y navajas
En paralelo, Fundación Chile inició los trabajos para la producción de semilla de macha (Mesodesma donacium) y de navaja o huepo (Ensis macha). Este último proyecto se realizará en el Centro Acuícola Tongoy y cuenta con financiamiento del Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondef), correspondiendo a la segunda fase del estudio finalizado en 2015, y que tiene como objetivo validar los resultados obtenidos para las etapas de asentamiento y cultivo post larval.
Cultivos Marinos Tongoy S.A. actúa como asociada en navaja y en sus instalaciones se desarrollarán algunas de las actividades de I+D contempladas. La empresa proveerá de microalgas para los cultivos, además de personal de logística, administración y técnico. Su interés se basa en la proyección comercial de la navaja, como una nueva especie a ser cultivada. Este desarrollo viene a complementar su línea de producción de semillas de ostra japonesa, donde se ha posicionado como el único exportador chileno a mercados muy exigentes, como Canadá, Singapur y México.
El director del proyecto, Carlos Estrada, explicó que «para Fundación Chile, el desarrollo de estas iniciativas tiene una alta importancia económica y social, tomando en cuenta que el desarrollo de la acuicultura de pequeña escala es una relevante herramienta de diversificación acuícola y de nuevas oportunidades económicas para las comunidades costeras, pescadores artesanales y plantas de proceso».
Los moluscos muestran una tendencia creciente en sus valores, tanto en el mercado interno como en el de exportación, con precios que fluctúan entre los US$12 y US$13 por kilo, para productos en conserva. Esta situación ha provocado un importante esfuerzo extractivo, que se ve reflejado en una merma en los niveles de desembarque. Esto se vuelve crítico en la zona del golfo de Arauco (región del Biobío), lugar donde existe el mayor banco natural de esta especie.